A mitad de camino entre dos
mundos, en medio de la nada, en el medio de todo. Dos ciudades a las que amaba porque
eran el rastro de cuando fueron una, en Nies estaba su corazón, en Maes su vida
pero viviendo en Istne no vívia en ninguna. Era lo mejor, alejarse de ambas
para vivir en Poseidón y liberarse de lo que fue pero acabó destuido. Pero
Poseidón, el mar, era la esencia misma de lo que fue Mees. Istne, la isla
negra, era el constante homenaje al edificio negro de Mees, el primer lugar
dónde entro la niebla, el lugar donde nació el mar, el edificio del que el mar
tomó su nombre.
Vivir en Itsne en cierta manera
era seguir viviendo en Ciudad Mees, una ciudad vacia en la que ya no quedaba ni
tan siquiera el recuerdo de sus calles. Su piedra negra, su magma ardiente de
naranajas intensos, muerte y vida, reposo para un alma perdida. La soledad mas
extrema del que se sabe que nunca estará ya acompañado aunque se encuentre
rodeado de gente. Y en Istne Kaos estaba solo. Sin mas engaños posibles que lo
que el mismo quisiera engañarse. En el fondo la realidad es una y la percepción
de la realidad es una cosa en muchas ocasiones bien diferente.
¿Existió Mees? ¿Realmente aquella
vida era tan perfecta? ¿o fue tan solo un producto de su deseo, de sus sueños?
Construimos y ponemos en el mundo y en los demás lo que queremos que sean para
nosotros y haciéndolo así a veces es fácil encontrar lo que buscas. Mees se
encontró por casualidad, una de esas casualidades que el universo brinda
escasamente en el devenir del tiempo pero también fue producto de una búsqueda
que nadie había iniciado y que sin embargo había nacido con el mismo comienzo
de los tiempos. Los ojos nos ciegan, vemos lo que queremos ver y entendemos lo
que sucede con nuestros ojos. Esa es la realidad, la nuestra, otros ojos verán
otras realidades y todas valen, todas coexisten y nadie tiene razón al
interpretarlas. Un conjunto subjetivo de acontacimientos que nos traen
vivencias. Y Mees fue en cierta manera eso, una realidad contemplada desde los
voluntariosos ojos del amor.
Pero Kaos lo sabía, no tenía
manera de demostrarselo así mismo, pero sabía que la realidad de Mees, la
objetiva, no la que él veía, escondía realmente el secreto de la vida plena.
Era incapaz de descifrarlo, fue incapaz mientras vivió en Mees, fue incapaz
mientras vivió en Maes, ahora desde Istne la distancia fisica, temporal y psicológica
era demasiado grande como encontrar ese secreto. Y aunque el secreto fuera una
gran mentira la subjetividad en la que vivimos es nuestra realidad, nuestra
vida y para Kaos, sin lugar a dudas, Ciudad Mees fue ese lugar donde la
felicidad se vestía de sonrisas eternas.