Cuando renació el mar murió la
última esperanza. Surgieron dos mundos diferentes con dos tormentos, la niebla
y las tormentas. Dos mundos cercanos pero separados por un mar cuna de
constante de tormentas, por un mar innavegable, por un mal cruel y despiadado
que engullía todo aquello que osará sumergirse en ellas, surcarlas o
sobrevolarlas. Dos mundos y dos formas de vida pero ambos destinados a luchar
tan solo por la supervivencia. Habría alegría, habría amor, habría sonrisas y
caricias inolvidables pero nada comparable con Mees, nada comparable con la
vida plena. Vivir para no morir disfrutando de los momentos que la vida ponía
al alcance de las manos, vivir para vivir era el sueño perdido de Mees.
Pero Equis atravesó el mar y
Poseidón lo recibió con la mayor de las tormentas. Partió con miedo y en el mar
conoció el terror, partió con una esperanza que fe engullida en su viaje,
partió con una sonrisa y volvió con llanto. Poseidón le permitió atravesar sus
aguas pero hubiera preferido ahogarse en ellas para siempre. Llegó a Nies y su
mente se desbordó por los recuerdos melancólicos de lo que fue Mees antes de la
niebla, tembló ante la Niebla pero sobre todo cayó derrotado por el miedo a la
vida plena. Equis, el último de los perseguidores de mitos, había sucumbido a
la tentación de la propia supervivencia. Y poniéndose en manos de Poseidón huyo
de Nies sin ni tan siquiera dar un paso para llevar adelante el que fuera el
objetivo de su viaje. La falta de determinación y el miedo fueron la tumba de
su sueño.
De vuelta en Maes lloró
amargamente y fue un ser desnudo frente al mar, un ser sin sueños, un ser sin
alma. El único ser al que Poseidón había permitido atravesar sus aguas. Volvió
a Nies varias veces, muchas, en viajes carentes sin sentido porque antes de
salir ya sabía que volvería a ocurrir lo mismo, partía sin esperanzas en busca
de un imposible por el que lo único que era capaz de hacer era viajar. Cuando
no podemos ni tan siquiera soñar es imposible que lleguemos a construir los
sueños. Sin embargo Poseidón siempre le permitía el paso, siempre hacía posible
el viaje de ida y vuelta.
¿Qué buscaba en Nies? ¿Qué buscaba
en sus viajes? Entender el mar, entender la niebla y encontrar a Tiees para que
le ayudara a encontrar esas respuestas y poder por lo menos entender porque
acabó el sueño de Mees. Se engañaba a si mismo, esas motivaciones no hubieran
resistido tantos viajes, en lo mas profundo de su ser, en lo mas recóndito, en
la parte mas escondida habitaba el sueño de reencontrarse con Tiees no para
hallar respuestas, como si fuera posible reconstruir Mees tan solo con llegar a
verse un instante. Tal vez lo fuera pero la esperanza, el sueño se escondía
sumergido en lo más profundo de Poseidón y sin embargo en sus viajes luchaba
porque aquel mar cruel, de incalculables tormentas y poderosas olas no le
engulleran. El miedo a la muerte acaba con la vida, así fue en Mees y así
pudiera llegar a serlo también para Equis.