lunes, 18 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: La sonrisa de Mees

Tiees era la sonrisa de Mees. Equis veía reflejada en esa sonrisa la mas pura expresión de lo que Mees significaba para él, la vida plena en un mundo imperfecto, la felicidad a pesar de los avatares de la vida. Cuando ambos se conocieron Tiees solía mirarle de reojo, como una sonrisa entre divertida y desconfiada pero también era una mirada abierta y sin miedo. Cuando cayó la niebla venció la desconfianza, cuando cayó la niebla el miedo se apoderó de sus ojos. De Tiees recordaba todo, pero ese día frente al mar sus expresiones faciales, un enigma casi siempre para Equis, le invadían su cabeza. Esa mirada perdida, sumergida tal vez en profundos pensamientos que atormentaban su vida o tal vez simplemente sin pensar en nada, esa mohín que hacía con la boca cuando algo estaba lejos del alcance de sus manos, como le sacaba la lengua arqueando las cejas para hacerle burla cuando estaba de buen humor y sobre todo aquella sonrisa profunda que lo iluminaba todo.
Pero Tiees guardaba un secreto, una verdad que conocía de una manera inconsciente y que no podía verbalizar, en parte porque no estaba segura, en parte porque prefería negarlo. Fue la única persona en Mees que intuyó la niebla pero el miedo le impidió hablar de ella. Y el miedo llegó a sus ojos, y con el miedo la desconfianza y aquella mirada pura, dulce en inocente, esa inocencia que era una muestra de lo que Mees era, se tornó sombría. Su sonrisa persistía luminosa pero sus ojos se volvieron tristes. Equis apenas percibió el cambio, imbuido como estaba en la creencia de un Mees indestructible y todo poderoso al que nadie ni nada podía hacerle daño porque estaba por encima de todo. Ahora le daba vueltas estúpidamente a si aquella mirada sombría fue el preludio de la niebla o la desconfianza y el miedo hicieron que cuando cayó no pudieran disolverla. La gallina y el huevo, el huevo y la gallina, un eterno debate que durante eones pareció estar resuelto en Mees pero que la niebla había vuelto a poner en duda. La duda, la desconfianza, el miedo vinieron con la niebla y fueron la tumba de Mees.
Equis penaba de impotencia, también el lo debería haber previsto, también el lo debería haber intuido. Tiees no lo puso sobre la mesa, Equis probablemente lo hubiera hecho para buscar una solución o para buscar un final mas ordenado que no lo destruyera todo. Los pensamientos profundos de Tiees sobre Mees siempre permanecieron ocultos los de Equis eran demasiado explícitos, ambos se equivocaron actuando de esta manera. Equis se juzgaba a si mismo y se condenaba, el bien siempre tiene su reverso y en cierta manera le da sentido, ignorarlo y vivir en la felicidad no hace que desaparezca. Y así había vivido como si Mees fuera indestructible y sin estar atento a las posibles amenazas. Así era la vida en Mees para Equis, una visión demasiado infantil de una realidad paradisiaca donde la vida se sostenía a si misma por el mero hecho de existir. Sus manos la cuidaron pero no como debieran, sumido en la felicidad no pudo ver las señales, las amenazas, no supo ver el fin. La calma no puede ser eterna y en algún momento debe de llegar la tormenta. En cierta manera ese era la excepcionalidad de Mees, un mundo sin peligros, pero la vida siempre está amenaza y Equis no supo cuidarla.
Eso es lo que llevó aquel día al mar. Su impotencia, su decepción sobre si mismo, su falta de visión, no supo cuidar lo que tanto amaba. Tal vez Tiees pudiera habérselo hecho ver pero Equis estaba cegado por Mees, hubiera sido muy complicado. De Mees permanecía imborrable el nombre, de Tiees su eterna sonrisa que no llegó a desaparecer hasta el último momento.

La tormenta azotaba Maes, el clima se hacía insoportable y el mar estaba agitado que nunca. Un pensamiento llego a su cabeza, a la calma le siguió la tormenta, tal vez esta tormenta acabara y volviera a reinar la calma. Tal vez también desapareciera la niebla. Demasiado tarde para recuperar a Mees tal y como era, sin duda demasiado tarde para recuperar la inocencia en la que vivía, pero tal vez no para reconstruir un mundo nuevo donde pudiera pervivir el espíritu de Mees. Pero aunque no desaparecieran daba igual, entre la niebla y las tormentas también se pueden construir los sueños aunque primero hay que llegar a soñarlos. Equis volvería a soñar, seguiría soñando, estaría por ver si tendrá fuerzas para construir sus sueños. Si Mees volviera a sonreírle la fuerzas vendrían solas pero por el momento tendría que construir tan solo con su recuerdo.