jueves, 17 de diciembre de 2015

Casicuentos para Rita: Los sueños de Mees

En Ciudad Mees no había sueños, Mees era un sueño en si misma. La vida en Mees era la felicidad plena, tal vez no lo tuviera todo y sin duda no era perfecta pero ¿quién lo necesita todo cuando es feliz plenamente? ¿quién necesita la perfección cuando lo imperfecto desborda lo que cualquiera pudiera desear? En Mees también había tristeza, había dolor, había lágrimas, había preocupaciones y días oscuros llenos de problemas. Eso también es vida, ser feliz no significa que esas cosas desaparezcan, la felicidad es tener una vida plena, una vida que te llene, levantarse cada mañana con ganas de vivir, con esperanza y vestirse con una sonrisa incluso los días mas grises. Y Mees era la sonrisa eterna, se soñaba a si misma cada día y al despertarse estaba ahí hecha realidad.
Pero entró la niebla y oscureció el sueño.  Tuvieron que pasar meses para no confiar en que el sueño de Mees pudiera volver a ser el mismo, para no confiar en que siguiera creciendo pero la esperanza empezó a perderse, y con ella el sueño y sin soñar acabar con la niebla fue un imposible. Y surgieron otros sueños, sueños con una vida mejor, con paraísos fuera de Mees, sueños de tener y no de ser. Cuando empezaron a faltar los recursos se soñaba con ellos, hubo quién los acumuló y quién no podía disfrutar de ellos pero todos soñaban con ellos, y su sueño era perseguirlos. La subsistencia propia y la de su extirpe estaba por encima de todo y de todos, tal vez la respuesta más lógica, tal vez la que mas se adaptara a las circunstancias, tal vez la mas humana, tal vez la que más les acercara a la completa destrucción que querían evitar.
La niebla acabó con el sueño Ciudad Mees y se soñaron otras cosas, mas pequeñas, mas fáciles, mas alcanzables pero ninguna tan grande como Mees. Se empezó a soñar con la subsistencia no con la vida, y lo que ni tan siquiera se puede soñar es sencillamente imposible de construir. Tan solo los Permi, los perseguidores de mitos, seguían soñando en Mees, tal vez tampoco pudieran volver a construir el sueño pero pelearían cada día contra la niebla.