martes, 22 de diciembre de 2015

Casicuentos para Rita: El mar de Mees

El caldo prebiótico de un mar primigenio fue el origen de la vida en Mees y en el mar creció y junto al mar evolucionó y finalmente el mar desapareció para hacer posible Ciudad Mees, para hacer posible la vida.
Hacia milenios que el mar había desaparecido, se fue consumiendo poco a poco porque cada gota de agua, cada grano de sal, fue necesaria para crear Ciudad Mees y Ciudad Mees nunca olvidaría el mar aunque nunca volverían a verlo. Se recordaba ese mar tranquilo y en el calma ante el que cualquiera podía sentarse y observarlo sin pensar en nada, ese mar agitado con olas rompiendo contra la roca modelando durante milenios un mundo nuevo, ese mar en días de lluvia, en días de tormenta, ese mar tan duro en el que parecía que el mañana no llegaría, ese mar de olas gigantes y cambios abruptos que transformaba la vida. Ya no había mar en Mees y sin embargo Ciudad Mees era la ciudad del mar.
La niebla nunca llegó al mar, el mar simplemente ya no existía, pero se concentró allí dónde sus últimas aguas estuvieron presentes. En aquel lugar la niebla fue mas densa, a aquel lugar fueron los Permis, los perseguidores de mitos, que creían que disipando la niebla volvería la vida a Mees y para entenderla querían sumergirse en ella, en lo mas oscuro de su sombra y la niebla había elegido el mar para instalarse y desde allí oscurecerlo todo, desde allí oscurecer la vida.

Los Permís sabían que allí había estado el último mar, allí habían roto las últimas olas, allí se había sentido por última vez sus salinas gotas resbalando por las mejillas de quienes lo observaban. Lo que todavía no sabían es que  aquella niebla era el mar que había venido para quedarse.