Ciudad Mees era una excepción en
la galaxia, en realidad era una excepción entre las miles de galaxias
conocidas, solo en Mees había surgido la vida, solo en Mees se había desarrollado,
solo en Mees había llegado a su plenitud. Tal vez existieran galaxias
desconocidas donde hubiera sucedido lo mismo, tal vez en otras estuviera a
punto de suceder, tal vez tras millones de eones sucediera en otras. La vida es
una excepción que no siempre consigue abrirse paso y para hacerlo tiene que enfrentarse
a dificultades inconcebibles y retos imposibles por eso es tan increíble, por
eso es tan maravillosa, por eso esta especial y por eso hay que hacer todo lo
posible para no perderla.
La vida en Mees era la excepción
entre los millones de excepciones posibles. Mees era un sueño que nadie había
soñado, era el deseo que se hizo realidad sin que nadie lo hubiera deseado, era
el cuadro pintado por un el loco mas cuerdo, la inspiración de un dios que no
existe, la belleza en su mas pura esencia, la sonrisa eterna de un niño que no crecerá
nunca… todo eso y mucho más, tantas cosas que ningún poeta sería capaz de
expresar ni en millones de versos.
Cayó la niebla y la excepción cayó
con ella. Seguía existiendo, en realidad existiría mientras la vida en
cualquiera de sus formas siguiera existiendo, pero era menos excepcional. La
vida con niebla era posible en miles de universos, la vida con niebla ya había
existido y extinguido en alguno, surgiría en otros y tal vez conviviera ahora
en universos descocidos. El tiempo no importa, solo la vida es importante. Así
lo vieron en Ciudad Mees hasta que la niebla les nubló la vista y caminaron
completamente ciegos por un mundo que desmontaba la vida arrastrándolos por
caminos que la vez condujeran a su total destrucción. Demor y Moor guiaban por
ese camino pero los dioses no son culpables, los dioses solo existen si existe
la fe en ellos. Sin fe no son nada. Los Permi, los perseguidores de mitos, aún
tenían fe en la vida, pero la vida no es un dios que exista simplemente por
creer en él, la vida hay que hacerla posible todos los días. Los Permi
intentaban hacerla crecer todos los días pero tal vez ni todos sus esfuerzos
fueran suficientes para mantenerla con vida, tal vez ni aunque consiguieran
disolver la niebla la vida volviera a ser como antes y ese desconocido mar
estaba ahí esperándoles para sumergirles en él de nuevo. La excepción aún era
posible.