Asomado a ese balcón donde
respiro
con un cigarro en la mano
que nunca debí volver a
coger,
pasando un tiempo que se
agota
perdiendo la mirada en un
mundo
en el que, visto desde arriba,
todo parece mas pequeño.
En la calle aparece una
mujer,
su mismo pelo, su misma
ropa,
su elegante caminar.
¿Es ella o tan solo se
parece?
No puedo dejar de mirar,
dudo, el corazón se
acelera,
la cabeza se acelera,
se acelera el alma.
Se para en la esquina
indecisa,
como perdida sin saber a
dónde ir,
mira a un lado y a otro
y yo paralizado sin poder
dejar de mirarla.
¿Es ella o solamente se
le parece?
Y reacciono y me lanzo
corriendo
escaleras abajo, tengo
que comprobarlo,
tengo que verla de cerca,
tal vez vino a buscarme,
se que no, pero aun así
tal vez sea ella.
No me despido al salir,
salgo precipitadamente
por la puerta
esquivando a una madre y
a un niño
que pasaban por delante
del portal
y corro hacia aquella
esquina
para encontrarla vacía.
No está, se ha ido,
empiezo a dar vueltas por
la calle,
pero no la veo,
no la encuentro,
tal vez no fuera ella
pero igualmente ha
desaparecido.
Sigo dando vueltas por
las calles
sin ninguna esperanza,
el tiempo se alarga
pero no puedo dejar de
buscarla.
Y por fin vuelvo,
con los hombros caídos,
la mirada triste y la sonrisa
apagada.
Todo ocurrió al menos hace
ya un par de semanas
pero me lo sigo
preguntando
¿Era ella o solo se le
parecía?