jueves, 3 de noviembre de 2016

Asomado a ese balcón donde respiro
con un cigarro en la mano
que nunca debí volver a coger,
pasando un tiempo que se agota
perdiendo la mirada en un mundo
en el que, visto desde arriba,
todo parece mas pequeño.
En la calle aparece una mujer,
su mismo pelo, su misma ropa,
su elegante caminar.
¿Es ella o tan solo se parece?
No puedo dejar de mirar,
dudo, el corazón se acelera,
la cabeza se acelera,
se acelera el alma.
Se para en la esquina indecisa,
como perdida sin saber a dónde ir,
mira a un lado y a otro
y yo paralizado sin poder dejar de mirarla.
¿Es ella o solamente se le parece?
Y reacciono y me lanzo corriendo
escaleras abajo, tengo que comprobarlo,
tengo que verla de cerca,
tal vez vino a buscarme,
se que no, pero aun así tal vez sea ella.
No me despido al salir,
salgo precipitadamente por la puerta
esquivando a una madre y a un niño
que pasaban por delante del portal
y corro hacia aquella esquina
para encontrarla vacía.
No está, se ha ido,
empiezo a dar vueltas por la calle,
pero no la veo,
no la encuentro,
tal vez no fuera ella
pero igualmente ha desaparecido.
Sigo dando vueltas por las calles
sin ninguna esperanza,
el tiempo se alarga
pero no puedo dejar de buscarla.
Y por fin vuelvo,
con los hombros caídos,
la mirada triste y la sonrisa apagada.
Todo ocurrió al menos hace ya un par de semanas
pero me lo sigo preguntando
¿Era ella o solo se le parecía?