viernes, 1 de julio de 2016

Donde las flores yacen
y el corazón respira,
a los pies de un árbol seco,
bajo un manto gris
y una lluvia cenicienta,
sus lágrimas se vierten
en ríos de vida
que se escapa mientras corren.
Turbulentos.
Oscuros.
Solitarios.
Su sonrisa tan pura,
el balcón de un alma
que se asoma al mundo
para regalar un sueño,
los ojos se abren
y su luz los ciega,
entre las sonrisas
solo existe ella.
Etérea.
Sensible.
Tranquila.
Infinita.