Apenas habían pasado veinticuatro horas cuando recibí un
amplio informe, con multitud de documentación escrita de comunicaciones por
vid, conversaciones grabadas, grabaciones de videovigilancia, pagos de
transportes y un largo etcétera. Me llevo varios días leer, escuchar y visionar
todo, era increíble la capacidad que tenía el ciberbog para sintetizar en unos
segundo tanta información. Me sentí torpe, la palabra torpe me extrajo una
sonrisa ¿cuántas veces me habría llamado torpe ella?. Ningún documento por si
solo daba información relevante pero una lectura en la línea temporal de todos
ellos no podía dejar mas a las claras que la doctora no había muerto sino que
había sido asesinada y el asesinato encargado por la corporación.
Todo comenzaba con un informe de la directora general de
investigación, la Doctora Coin, sobre los comportamientos fuera de lo habitual
del Ciberbog número 3271 y la posibilidad más que cierta de que hubiera estado
demostrando sentimientos. A partir de ahí cientos de comunicaciones entre
personal directivo, en algunas se apostaba por reciclar al ciberbog y acabar
con la historia, en otras por investigar para sacar provecho, en algunos se
mencionaba la doctora Roes y la posibilidad de entrevistarse con ella a ver que
sabía al respecto, otros apostaban también por su reciclado, una forma muy
sutil de referirse al asesinato. Como ya sabíamos la reunión se produjo y el asesinato
también. Así se decidió en una junta extraordinaria de la que existía una grabación
tomada, probablemente sin que los demás lo supieran, por el presidente. Efectivamente
el albarán del veneno neurotransmisor se correspondía con el plan, algo tan
sencillo como añadirlo en el te que ofrecerían a la doctora y que finalmente
parece ser que tomo. A partir de ahí mas y mas comunicaciones, que incluían a
políticos, a miembros de la judicatura, mandos policiales y a todo aquel que
tenía algo de poder y sobre el que la corporación tenía influencia. El sistema
estaba completamente corrupto y todos se avinieron a echar tierra sobre el
asunto. Por error una de las comunicaciones llegó a una jueza que no tenían
controlada. Tan solo un minuto mas tarde entró un loco en su despacho y la
descerrajó un tiro en la cabeza. Los medios lo vendieron como un acto de un
psicópata a la que la jueza había condenado con anterioridad por delitos
menores, en cualquier caso la noticia no trascendió demasiado y su muerte pasó
desapercibida para el mundo. Ni tan siquiera el Ciberbog pudo relacionarla con
la muerte de la doctora hasta este momento. También había muchas comunicaciones
con personal directivo de los medios de comunicación mas importantes que a su
vez eran controlados por las corporaciones y estaban al servicio de esta. Todos
unidos, todos los poderes para seguir haciendo con el mundo lo que les daba la
gana. Sabía que era así, sabía de su corrupción, de su ansia de créditos y
poder pero verlo escenificado de esta manera hizo que ardiera de ira. El odio
se apoderó de mi, en toda mi vida solo he odiado a una persona, un niño que
convirtió parte de mi niñez en una tortura. No he odiado nunca a nadie mas,
solo a él, si tuviera que mover un solo dedo para salvarle la vida no lo haría.
He vivido con miedo desde entonces, me ha costado muchos años desterrar el
miedo. Cuando ya de mayor me enteré que había ido a la cárcel me alegré mucho,
la sonrisa se me quitó de la cara al enterarme de que le habían condenado por
matar a su mujer. Y salió, salió demasiado pronto, unos pocos años tan solo y
como siempre sigue viviendo en mi misma ciudad, en mi barrio de siempre, en mi
misma calle. Ya no le temo, pero le sigo odiando. Ahora el odio despertaba de
nuevo en mi pero esta vez me defendería, iría a por ellos, a por esas personas
que habían decidido que la vida de la doctora Roes era una molestia para sus
vidas, para su codicia, a por esas personas que habían decidido que un ser con
sentimientos como el Ciberbog fuera una cobaya. No, no buscaba venganza, me
convertiría en lo mismo que son ellos, simplemente quería justicia.