viernes, 1 de abril de 2016

Me pelee con la noche
sin saber que la noche siempre vence,
sin saber que siempre vuelve.
Quise surcar ese cielo oscuro
sin saber que no estaba a mi alcance
sin saber que no hay camino a las estrellas.
Quise desvestir el negro
sin saber que el negro no era solo piel
sin saber que era también negro por dentro.
Caminé por senderos sin luz
sin saber a dónde me llevaban
sin saber que el destino es siempre el mismo.
Y mi día se convirtió en noche,
desaparecieron mis alas,
mis ropas y mi piel tornaron negras
y llegué al destino que está escrito.
Cenizas de un fuego de dolor,
humo negro que se pierde en el espacio,
baladas de traición y un canto de mentiras,
lagrimas que ya no inundan mis ojos,
sueños que se seguirán soñando,
esperanzas que dejaron de ser verdes,
corazones de hielo,
miradas sombrías,
sonrisas falsas.
Vidas perdidas como se pierden todas,
vidas atadas al pasado,
vidas sin vida que quieren seguir viviendo,
vidas que se olvidan de vivir para para poder hacerlo.
Destino.
Destino cruel.
Destino cierto.
Destino conocido, siempre el mismo.
Tal vez suceda,
tal vez en el futuro el mundo deje de girar
y nunca vuelva la noche,
tal vez nos vistamos de luz
y volemos hacia las estrellas
hacia un destino diferente,
del polvo al polvo
sin ser polvo en el camino
tal vez la muerte nos encuentre vivos.