Largas son las tardes ahora que
la palabra se ha detenido, largos son los días, largas también las noches.
Palabras que no siempre fueron felices pero siempre hablaban de vida, de un
mundo diferente, hablaban del amor aunque pocas veces, o nunca, lo nombraran.
Cuanto echo de menos esas palabras, cuanto echo de menos la felicidad que me
trasmitían, cuando echo de menos aquella vida, aquella mentira que no pudo
convertirse en verdad y en la que hubiera seguido viviendo día tras día hasta
el anochecer de mi tiempo en este mundo, sin que me importara nada porque aquellas
palabras eran mi verdad. Una verdad oculta al mundo pero una verdad mucho mas
profunda que cualquiera otra que haya habido o pudiera haber en mi vida. Me
deshago en palabras cada día porque las palabras me abandonaron y las vierto
aquí donde permanecen ocultas al mundo, asomando tan solo un poco para aquellas
que se acercan a leerlas. Mi alivio, mi recuerdo, mi homenaje a aquellas
palabras que tanto me llenaron, que aun desbordan tanto mi ser que me salen de
mi una y otra vez en un intento transmitir belleza, para intentar transmitir a
unos ojos que ni tan siquiera puedo saber si las leen que aquellas otras palabras
eran reales, eran ciertas. Demasiadas palabras que no llegan a decir ni una
pequeña parte de lo que diría un abrazo, de lo que diría un beso. La belleza,
la auténtica belleza, no puede expresarse con palabras, no puede pintarse en un
cuadro, no puede expresarse en una melodía, la belleza, la auténtica belleza,
solo puede vivirse. De aquellas palabras vividas nace la intención de belleza
de la mías y sin ellas largas son las tardes, largos son los días, largas
también las noches. Cuanto echo de menos esas palabras, las reales, las que
estaban vivas.