jueves, 28 de abril de 2016

Casi cuentos para Rita: Ciberbog II - Programados

Las vetustas instalaciones del Tubo consistían en una serie de enrevesados y, en ocasiones, largos túneles que conducían a las plataformas de lanzamiento. Eran la herencia del mas antiguo metro del mundo. Muchas de las estaciones conservaban el alicatado y la decoración de siglos anteriores a pesar de lo cual no se encontraba ni una sola baldosa rota, ni nada en mal estado. Entré sin rumbo y cogí al azar uno de los trenes de levitación magnética. Al bajar me encontré de frente con un extenso bioparque, sin pensarlo demasiado me encaminé hacia él y me senté en un banco a la vera de un pequeño lago donde abundaban peces y aves acuáticas.
Me vino a la cabeza la imagen que me había enviado el Ciberbog, la imagen, el mensaje que lo acompañaba y también la corta y sorprendente conversación que mantuvimos. Era sencillamente imposible, los ciberbog, aunque estaban construidos en parte con tejido humano de bio-ingienería, tenían una programación estricta para la tarea a la que estaban encomendados. No tenían cerebro como tal, sus respuestas venían condicionadas por sus centros de procesamiento bio-electrónicos, en el fondo no eran muy diferentes de aquellas primeras computadoras de lámparas que dieron inicio a la era informática. De alguna manera los ordenadores eran los bisabuelos de los ciberbogs. Y sin embargo este en concreto había demostrado sentimientos. Tal vez aquella sonrisa había activado todo lo poco que de humano tenía aquella máquina reprogramándose a si misma en parámetros diferentes.
Que esto hubiera pasado resultaba muy interesante y a la vez prometedor en tanto en cuanto las aplicaciones que podía tener pero de la misma manera resultaba inquietantemente peligroso que máquinas tan poderosas pudieran llegar a tener sentimientos y voluntad propia.
Tampoco pudo dejar de pensar qué fue lo que desencadeno aquella reacción del ciberbog, qué es lo que había sucedido con ella para que se hubiera dado esa circunstancia imposible. Pensó en si mismo y se dio cuenta que había muchos paralelismos entre el Ciber y él mismo. A fin de cuentas humanos y no humanos éramos programados, aunque en el caso de los humanos de forma mas sutil y menos efectiva, para realizar tareas en concreto y llevar una vida acorde y adecuada para ellas.
En estos pensamientos estaba cuando empezaron a caer algunos copos de nieve y la tarde se convirtió en noche. Volví al Tubo y desande el camino recorrido. Al calor de la calefacción del miniapartamento quedé dormido de inmediato. No escuché y por tanto no leí el nuevo mensaje que el Ciberbog me había enviado.