miércoles, 20 de abril de 2016

Se dejó caer sobre un banco desvencijado de aquella estación de paredes renegridas por el paso del tiempo. Los altavoces del antiguo hilo musical ronqueaban la melancólica melodía de la que hubiera podido ser su canción, de la que debería haber sido su canción. Cabizbajo, no vio como se acercaba aquella mujer de labios carnosos y ojos menudos pero de mirada intensa. Le entregó un libro y se fue, se alejó entre el pulular de la gente para terminar perdiéndose a la vista en aquel anden que debía conducir a una vida mejor pero cuyo tren no terminaba nunca de partir.
Examinó el libro de páginas amarillentas y ajadas. No tenía título, mas tarde supo que tampoco tenía final. En la primera página, manuscrita, la letra de la canción que estaba sonando, a continuación, impresas con una vieja letra, una historia de soledad y tristeza, la historia de una mujer, tal vez la historia de la persona que había puesto el libro entre sus manos.
¿Quién era esa mujer? ¿por qué le había dejado aquel libro? Leyó cada página con detenimiento, con cariño, secándose las lágrimas en cada capítulo pero no logró contestar a esas dos preguntas. Pero la amó, amó a esa mujer, a la protagonista del libro, a la protagonista de aquella historia de una desoladora vida que no llevaba a nada y amó también a la persona que le había entregado el libro. La amó porque le entrego belleza. Esa belleza que no se puede ver a simple vista, la mas verdadera y menos efímera belleza de las personas.
Nunca volvió a ver la mujer que le entregó libro, y si la vio no llegó a reconocerla. La  protagonista de la historia simplemente no podía saber quién era. Pero las llevó siempre en el recuerdo. Cuando cambiaron el banco de aquella estación que se desmoronaba, consiguió que se lo dieran, lo restauró y ahora preside el salón de su casa con ese libro abierto siempre descansado sobre él. Cada día se sienta allí para leerlo, cada día la historia le sorprende con matices que no había contemplado pero nunca le regala las respuestas.
Una historia huérfana de final. Mucho tiempo ha pasado.