Un campo de fuerza te
rodeaba,
yo siempre quería
entrar,
que pocas veces lo
conseguía.
Aquel campo me
rechazaba
a veces suave, a veces
con dolor,
cuanto mas fuerte
envestía
mas duro era el golpe.
Perdí la perspectiva,
desaprendí,
la resistencia que
ejercía era menor
cuanto menor era mi
impulso,
pero mi impulso cada
vez era mayor,
mayor era cada vez el
deseo,
amor demasiado grande,
demasiado intenso,
dejó de poder entrar.
Pero estuve dentro,
pocas veces pero
estuve,
y allí juntos vibramos,
allí juntos danzábamos,
allí juntos fuimos
felices.
Aun siento la
felicidad,
aun siento el dolor en
mis manos,
tocar y que mis manos
se quemaran,
que se quemara mi alma.
Aquel campo te protegió
de mi,
te libró de mi, o tal
vez me perdieras,
pero esa fuerza, ese
campo de fuerza,
no puede protegerte de
todo
y para protegerte lo
sacrificas todo,
y dentro de tu campo
estás sola,
y dentro de tu campo te
sientes sola,
y necesitas que alguien
o algo lo atraviese,
necesitas alguien o
algo que rompa
esa barrera desde
dentro
que te exponga al aire cargado,
a la luz que quema,
a la lluvia fría,
a todo el mal que hay
fuera,
para que pierdas el
miedo,
para que vivas, dentro
de ti,
pero también fuera
y disfrutes de la cálida brisa
de un día de verano,
de olor a yodo de un
mar
del que nunca has
llegado
a saber del todo,
de las baldosas grises
por donde caminas,
de la luna y las
estrellas,
de los verdes árboles
que exhalan aroma a
primavera,
del monte, de la playa,
del hielo, del granizo,
de los días de sol y de
los de tormenta,
necesitas salir de ese
campo,
te protege si, pero te
mata,
la vida está fuera,
el dolor esta fuera
pero también lo está la
felicidad,
temes al dolor mientras
pierdes la vida.
No temas, no te quedes
sola,
temes al miedo y el
miedo paraliza,
temes el dolor pero
hierves en él,
respira fuera y te
sanarás por dentro,
ahí dentro, en tu campo
de fuerza,
la vida, tu vida, se
escapa.