lunes, 3 de abril de 2017

Un campo de fuerza te rodeaba,
yo siempre quería entrar,
que pocas veces lo conseguía.
Aquel campo me rechazaba
a veces suave, a veces con dolor,
cuanto mas fuerte envestía
mas duro era el golpe.
Perdí la perspectiva, desaprendí,
la resistencia que ejercía era menor
cuanto menor era mi impulso,
pero mi impulso cada vez era mayor,
mayor era cada vez el deseo,
amor demasiado grande,
demasiado intenso,
dejó de poder entrar.
Pero estuve dentro,
pocas veces pero estuve,
y allí juntos vibramos,
allí juntos danzábamos,
allí juntos fuimos felices.
Aun siento la felicidad,
aun siento el dolor en mis manos,
tocar y que mis manos se quemaran,
que se quemara mi alma.
Aquel campo te protegió de mi,
te libró de mi, o tal vez me perdieras,
pero esa fuerza, ese campo de fuerza,
no puede protegerte de todo
y para protegerte lo sacrificas todo,
y dentro de tu campo estás sola,
y dentro de tu campo te sientes sola,
y necesitas que alguien o algo lo atraviese,
necesitas alguien o algo que rompa
esa barrera desde dentro
que te exponga al aire cargado,
a la luz que quema,
a la lluvia fría,
a todo el mal que hay fuera,
para que pierdas el miedo,
para que vivas, dentro de ti,
pero también fuera
y disfrutes de la  cálida brisa
de un día de verano,
de olor a yodo de un mar
del que nunca has llegado
a saber del todo,
de las baldosas grises
por donde caminas,
de la luna y las estrellas,
de los verdes árboles
que exhalan aroma a primavera,
del monte, de la playa,
del hielo, del granizo,
de los días de sol y de los de tormenta,
necesitas salir de ese campo,
te protege si, pero te mata,
la vida está fuera,
el dolor esta fuera
pero también lo está la felicidad,
temes al dolor mientras pierdes la vida.
No temas, no te quedes sola,
temes al miedo y el miedo paraliza,
temes el dolor pero hierves en él,
respira fuera y te sanarás por dentro,
ahí dentro, en tu campo de fuerza,
la vida, tu vida, se escapa.