Blancas las palabras
que al marchitarse
se volvieron negras.
Bellas eran, bellas
son.
Murieron, como muere
todo,
nada es eterno,
morir es el destino.
Pero de su blanco
dejaron la pureza
que conserva el negro.
Y aun muertas perduran,
escondidas en un libro
cubierto de polvo,
un libro que ya nadie
lee,
un libro escondido
entre miles de libros
que cuentan millones de
historias.
Las páginas amarillean,
las lágrimas se han
secado,
como cicatrices lucen las marcas
que en el papel
dejaron.
Papel blanco, palabras
blancas,
así se escribieron,
casi imposibles de
leer,
tan solo los ojos que
las sentían
podían verlas.
Palabras blancas,
que al marchitarse
se volvieron negras,
escritas están,
testigos de parte,
fieles pero subjetivas,
para quien levantando
el polvo
encuentre el libro del
olvido.