El día amaneció frio, tal vez debiera haberlo visto como una
señal, pero solo me fijé en el sol. Estuve toda la mañana bastante animado y
con una sonrisa en la cara aunque tenía un nudito en el estómago y estaba algo
nervioso. A partir del mediodía no para de mirar la hora, soy muy puntual
siempre pero no quería llegar ni un segundo tarde. Por supuesto llegué antes de
la hora y me di un paseíto por el pueblo. Las zapaterías ya no tenían
sandalias, no había mucho que mirar, tal vez botitas. Y antes de la hora estaba
en mi sitio, a sabiendas de que aunque quisieras tu no podrías llegar hasta un
rato más tarde. Lo creas o no pensaba que después de mucho tiempo sería el día.
Una vez más me equivoqué, todos nos equivocamos pero ya sabes que yo tengo una
especial habilidad.
Pedí una cocacola y un pincho que fui comiendo
tranquilamente. La verdad es que los nervios casi habían pasado, tal vez algún
resto de ansiedad pero estaba muchísimo mas cómodo y tranquilo de como me había
imaginado el momento. Cuando terminé pedí un café con leche y salí a la terraza
hasta que diera la hora, con la temperatura que hacía estaba estupendamente.
Llego la hora, ¿pero que sentido tenía marchar? Podía esperar,
tal vez algo te hubiera retrasado. Saqué un cigarro del bolsillo a modo de
reloj, para marchar al terminarlo. Ojala no lo hubiera hecho. No debería fumar
pero esa no es la cuestión. Si mi hubiera levantado a mi hora tal vez nos hubiéramos
visto. Porque yo te ví desde la terraza, te vi cuando terminaste de cruzar el semáforo
dónde empieza la cuesta abajo. Si me hubiera marchado a mi hora nos hubiéramos cruzado
en la plaza y tal vez eso es lo que querías que sucediera. Soy puntual para
llegar pero si no tengo otra cosa soy impuntual para marchar y había reservado
la tarde para ti.
Supongo que hay un alto porcentaje de posibilidades de que
no fueras tu, al fin y al cabo estaba muy lejos y con la mampara de la terraza
de por medio. Además nuestro cerebro a veces interpreta las cosas como le da la
gana y se podría decir que vemos lo que queremos ver. Tal vez no fueras tu, tal
vez fuera solo una persona de tu misma complexión y con la misma ropa. El
peinado era el mismo que la última vez que te vi pero quién sabe tal vez no
fueras. De eso no podré estar nunca seguro. Si hubieras sido cualquier otra
persona lo estaría pero con las ganas que tenía de verte, de que vinieras pues
ni tan siquiera puedo confiar en mis ojos y mucho menos en mi cerebro.
En un primer momento no reaccione. Solo pensé mierda… tenía
que haberme ido a mi hora. Pensé en salir corriendo detrás pero no era eso lo
que quería, no era así como lo quería. Me levante y me di otra vuelta por el
pueblo e inmediatamente pensé que tal vez era así como lo quisieras tú,
encontrarnos como por casualidad, que tu no lo buscabas. Vete a saber, tal vez
fuera así, no siempre he conseguido entenderte, y, como te decía, ni tan
siquiera estoy seguro de que fueras tú.
Mi hombre tal vez ya se ha rendido, sabe lo que ha pasado y
dónde van a llegar las cosas. Mi niño sigue soplando, imaginando, queriendo que
sucedan otras diferentes. El día que deje de imaginar dejaré de soplar pero de
momento la ilusión de un niño está pudiendo con el escepticismo del hombre.
Solo así se construyen los sueños.