martes, 20 de octubre de 2015

Casicuentos de adultos para Rita: juego de palabras

Y el rojo se volvió azul y las palabras grises. El mundo volvió a ser el de siempre pero yo nunca volvería a ser el mismo. ¿Por qué? La respuesta no es sencilla y en cierta manera ni tan siquiera la tengo. Creo que tiene que ver con la lluvia, con esa lluvia que ha dejado de mojarme, con esa lluvia que ya no me vacía para con el tiempo devolverme al mundo de los vivos. Con la lluvia y con un mar que ya no me consuela. Un mar que sigue siendo bello, intenso, indómito, profundo, frío… el mar tal y como lo la amaba hasta que lo contemplé tantas veces en días de sol y sonrisas.

Un rostro amable vestido casi siempre con una sonrisa, una capa de roca y hielo más adentro y un núcleo de magma hirviendo. Volcanes que explotan en erupciones incontrolables llevándose por delante a cualquiera que encuentran a su paso. Y unas manos que vuelven a plantar una y otra vez los bosques arrasados, que intentan reconstruir todo lo que destruyen, que intentan devolver la vida arando la tierra con las uñas. Pero nunca es suficiente, las manos se destrozan y apenas consiguen nada. Un brote verde que al día siguiente ha destruido un tormenta de granizo.

¿Y qué más da todo? Tal vez mañana no esté aquí para verlo. Tal vez mañana esté detrás de la cara oculta de la luna jugando con los selenitas a juegos espaciales inimaginables. ¿Y que más da mi presencia, la de cualquiera en el mundo? La vía láctea y Andrómeda están destinadas a fusionarse en un beso que se producirá dentro de varios eones pero son tan inmensas que sus estrellas y sus planetas es más que probable que nunca lleguen a rozarse. Y en nuestro tiempo, en el mío, ni tan siquiera llegaremos a percibir el movimiento de las montañas. Tan pequeños somos, tan prescindibles y tan incapaces de tener influencia. Y sin embargo las cosas existen en cuanto somos pero si no fuéramos seguirían existiendo, existirán cuando ya no seamos.

Ni tan siquiera algo tan inmenso como el mar, algo tan importante para la vida como la lluvia es trascendente en la vida del universo. Una excepción finita que no altera nada. Pero hay excepciones que lo alteran todo, nuestra comprensión del mundo y de la vida. Y así estoy yo, una excepción, algo único e irrepetible, me ha transformado aunque el mundo, el universo, seguirán siendo los de siempre. El rojo se volvió azul y las palabras grises. Y del juego solo quedan las palabras.