Con el cielo azul y el alma
blanca las cosas se veían de otra manera, ilusión por algo que nacía, un
sentimiento, algo irracional, algo que venía de la nada. Quien nos iba a decir
que la nada era su único destino. Pero en estos cielos que nos cubren pocas
veces podemos ver las estrellas, nube tras nube, tormenta tras tormenta las
estrellas se apagan, se ciegan y del sol solo queda la luz apagada y algunos
pocos rayos que nos calientan en verano. Las almas se tiñen de gris cuando no de negro.
La vida pesa demasiado. Almas que ya no serán nunca blancas, pureza e inocencia
perdida. Cielos azules rayos de esperanza, mentiras que nos empeñamos en creer,
no seremos blancos de nuevo, ya nunca lo seremos. Podemos absorber parte del
gris, casi todo el negro pero siempre estará ahí tiñéndonos por dentro. Da
igual, ¿qué mas da?, mejor incluso perder la inocencia, así la muerte no nos
encontrara vírgenes. Aprendemos y perdemos las miradas limpias, unos ojos
inocentes no entienden lo que pasa pero tampoco tiñen con sus sombras lo que
miran. Esa mirada ya no la tendrán nunca. Mejor, que no los engañen, que sepan
lo que miran aunque en su mirada pongan cosas que no existan. Mejor protegerse
, mejor que no te hagan daño aunque el temor te haga perder cosas mas grandes. Mejor
haber perdido la inocencia, mucho mejor, mas protegido, mas duro, menos dolor,
menos daño y sin embargo… Sin embargo echaré siempre de menos el cielo azul y
el alma blanca, mas puro, mas humano, mas yo aunque dejara de serlo.