viernes, 23 de diciembre de 2016

Zorionak

Cuando ayer a la noche, aprovechando un insomnio que, por suerte, cada vez es mas esporádico, pensaba en que podía escribir hoy para despedir el año (me cojo vacaciones y no volveré hasta enero) me salían, como siempre, los típicos deseos de felicidad navideños. A la par, y es que las noches son muy largas, me dio por hacer balance de lo que había sido mi año y me di cuenta que ponía el acento en lo que me faltaba, en lo que echaba de menos en mi vida, en aquello que no tenía. Y es cierto que eso que me falta me ha dejado un vacío vital que es muy complicado, por no decir imposible, de llenar con otras cosas. Pero tengo una familia, amigos, un lugar donde vivir, un trabajo que, aunque me dé muchos dolores de cabeza y haya perdido la cuenta de cuándo fue la última vez que cobré mi salario integro –maldita crisis-, me satisface y me permite vivir con dignidad. Tengo más que cubiertas las necesidades básicas de todo ser humano y hay muchas personas a mi alrededor que me quieren y a las que quiero, sería injusto mirar solo las cosas que me faltan y no permitirme ser feliz por ello y aun así reconozco que me cuesta.
Hay personas en el mundo que no tienen nada, que mueren de hambre en la calle, que el techo bajo el que se cobijan son unas estrellas, y muy lejos del romanticismo solo sienten el frio de la noche, personas cuyo sueño es subsistir al día siguiente y vivir un día mas sin tener tan siquiera la esperanza de que el día siguiente será mejor y algún día su situación cambiará. Puede parecer que esas cosas suceden lejos, en otras países, casi en otros mundos, pero también suceden aquí, en nuestras calles y en realidad da igual dónde porque son seres humanos. Los casos más extremos se cuentan por cientos de millones en el mundo y sumaríamos muchos cientos mas si incluimos también aquellos que, teniendo alguna, no tienen todas sus necesidades básicas cubiertas.
Y personas sin trabajo o sin un trabajo digno, y mujeres explotadas sexualmente, personas –mujeres especialmente- que sufren todos los días la violencia, personas que han buscado un futuro mejor para solo encontrarse con el rechazo, conflictos bélicos que se llevan vidas por delante por la avaricia del tener (ninguna guerra tiene otra razón aunque quieran aparentarlo) y tantas otras desgracias que no deberían darse y de las que somos en parte responsables.
Sí, me falta algo, siento un inmenso vacío que probablemente nunca llegue a llenar, pero soy de esos pocos privilegiados que lo tengo casi todo. Quiero poner en valor todo lo que tengo y hacerme consciente de que tengo muchas y grandes razones para ser feliz. Y transmitir también esa visión de que no podemos ni debemos centrar nuestra mirada en lo que nos falta porque si lo hacemos nunca conseguiremos ser felices.
Buscad en vuestro corazón el sentimiento y en vuestra cabeza la manera de ayudar a todas esas personas que están peor nosotros. No pensemos solo en dinero, también tenemos nuestro tiempo y lo que somos y dando algo de lo que tenemos tal vez acerquemos un poco la felicidad a alguna persona y probablemente también  nosotros seamos mas felices. No penséis en arreglar el mundo porque es un objetivo demasiado grande para lo que está en nuestra mano, nos frustraría y nos valdría de excusa para decir que como no puedo cambiarlo todo no puedo hacer nada, pensad en lo que podéis arreglar vosotros y en la medida de lo poco que vayamos cambiando también estaremos cambiando el mundo.
Poned en valor lo que tenéis, sonreíd al mundo y tal vez el mundo os devuelva esas sonrisas. Nos faltan cosas sí, algunas tal vez muy importantes, pero que lo que nos falta no nos impida ser felices.
Gracias por estar ahí y darme tanta felicidad con vuestras visitas

ZORIONAK ETA URTE BERRI ON

miércoles, 21 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XIX: Libre

Era media tarde aun cuando llegaron a la ciudad en el tubo. Hoper se pasó el viaje mirándolo todo, le recordaba a Putnik, la misma curiosidad, todo parecía nuevo para él y en parte lo era porque en los años que había pasado fuera, unidos al efecto relativista de los viajes a velocidad cercanas a la luz, el mundo había cambiado. Tal vez no hubiera cambiado demasiado en las grandes cosas, los sistemas políticos y económicos eran los mismos que conoció, pero las tecnologías hiperdesarrolladas en el momento que se fue seguían avanzando.
Frelser quería llevarle a su casa para que descansara y para apartarle de las calles donde le parecía que podía estar en riesgo si el jefe de seguridad investigaba. Pero Hoper no quería ir, quería visitar la ciudad, ver ese mundo que se había perdido durante 32 años 7 meses y un día. Frelser aceptó de mala gana y con la única condición de que entraran a una barbería donde le afeitaran y le arreglaran el pelo para que en el peor de los casos nadie pudiera reconocerle.
Con el pelo corto y sin barba tenía un aspecto mas juvenil todavía, no aparentaba la edad que tenía, y unido a su actitud curiosa parecía un cachorrito igual que Putnik, un adolescente que no conoce la vida. Pasearon por las calles y Hoper no dejaba de mirar todo, de mirar hacia arriba para ver los tremendos edificios de cristal que se elevaban tanto que parecía que atravesaban el cielo hasta tocar las estrellas. Pasearon y pasearon Hoper quería verlo todo. Frelser estaba cansado pero viendo la ilusión en aquellos grandes ojos verdes no quería negarle nada. Se sentía libre, después de muchos años era libre, no podía impedir que disfrutara de su libertad el primer día. Pasaron al lado del edifico mas alto de la ciudad, un monstruo de cristal de mas de un kilometro de altura. Era de noche ya y la tenue iluminación de la ciudad y el edificio le daba un aire de romanticismo. La echaba de menos y empezaba a sentir que Hoper era como el hijo que nunca había tenido, el hijo que le hubiera gustado tener con ella.
Agarrándole del brazo le metió en el edificio y después de pagar la correspondiente tarifa se dirigieron a unos ascensores que recorrieron el kilometro que les separaba de la azotea en unos pocos segundos. Soplaba el viento con intensidad, chispeaba y hacía frio pero se pasaron allí mas de una hora. La vista de la ciudad era espectacular, kilómetros y kilómetros de rascacielos que parecían enanos al lado del que se encontraban. Las calles prácticamente ni se veían y las personas que circulaban por ellas eran unos puntitos. Frelser le contó historias, historias de cada edifico importante, de los parques que se veían y también anécdotas con las personas que habitaban aquella ciudad portuaria. Rotterdam fue durante siglos el puerto marítimo de mercancías más grande e importante del mundo, la historia cambió con los viajes espaciales que llegaron siglos mas tarde pero aprovecharon sus infraestructuras para adaptarlas a las necesidades del transporte espacial y lo que fue el puerto marítimo mas importante del mundo se reconvirtió en el espacio-puerto mas importante de la galaxia. Frelser siguió contando historias y curiosidades hasta que se dio cuenta de que Hoper no le estaba haciendo caso. Se había quedado con la mirada perdida mirando al mar.

El viento estaba sutilmente impregnado de aroma yodado del mar y arrastraba de vez en cuando alguna gota de agua salada que se mezclaba con la fina lluvia que estaba cayendo. Se quedó mas de una hora en silencio contemplándolo y sintiéndolo hasta que las nubes cubrieron por completo la luna que se asomaba en el horizonte para iluminarlo. Hoper quería ir allí, al mar, quería verlo de cerca pero no era el momento. Le pidió a Flerser que, ahora si, le llevara a su casa y no dijo una palabra mas en toda la noche.

martes, 20 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XVIII: viejos desconocidos

Llegó la hora del cambio de turno, Hoper recibió con mala cara tener que separarse de Putnik, a pesar de todo lo que había pasado, o tal vez precisamente por eso, un niño habitaba aun en su interior, pero no puso ninguna objeción.
Se dirigieron hacia la salida, por suerte solo tenía que pasar un control. Oteando desde lejos Frelser identificó a otro guardia de seguridad, algo más joven que él, con el que había coincidido en muchos destinos pero con el que tampoco, como con nadie, mantenía una estrecha relación. Simplemente eran viejos conocidos. Identificó también a un joven que acababa de empezar y del que todos decían que no tenía madera para ese trabajo. Por la puerta que custodiaba este último pasaría Hoper por la del viejo conocido lo haría él mismo una vez que Hoper hubiera franqueado la salida.
Se demoraron un rato para esperar la aglomeración que se solía dar unos 10 minutos después del cambio de turno. Hoper con su ropa nueva, el uniforme de operario solo era por si entraba alguien al almacén levantar las mínimas sospechas posibles, tenía otro aspecto. A pesar de su delgadez era un hombre joven y fuerte y aquellos ojos verdes y el pelo y la barba enmarañados le hacían bastante atractivo aunque no se pudiera decir que era un hombre guapo. Uno mas entre cientos de personas, por ese lado no había problema. Le indicó a Hoper en que cola debía situarse y en poco tiempo la cola dobló su tamaño. Frelser se quedó observando con impaciencia la lentitud con la que se movía la cola y recogió con satisfacción los primero murmullos de protesta que pronto se convirtieron en un clamor. La cola empezó a avanzar mas rápido porque el joven vigilante únicamente pasaba el escáner por el chip para que la puerta se abriera, sin hacer ninguna comprobación de que la identidad se ajustaba a lo marcado en el chip. Justamente la reacción que buscaba Frelser.
Llegó el turno de Hoper, avanzo con cara de pocos amigos, como molesto por la espera, y extendió su brazo como de mala gana para que el joven lo escaneara. Se encendió la lucecita verde en el escáner y sin mas dilación el vigilante pulso el botón para de apertura de la portezuela metálica. Hoper salió sin mirar atrás y se dirigió al punto que había acordado con Frelser. Moverse con libertad era extraño para él, aquel lugar era extraño para él y le costó encontrar el lugar en concreto probablemente mas por lo primero que por lo segundo.
Frelser esperó prudentemente y cuando se dirigió la cola que había elegido solo había 3 personas delante suyo y una mas que se puso posteriormente detrás, su viejo conocido era mas concienzudo en el análisis de seguridad y sin la presión de la cola se tomaba mas tiempo todavía para las pertinentes comprobaciones. Cuando le llegó el turno a Frelser ambos se saludaron y cruzaron unas pocas palabras cordiales. Le acercó el escáner a su brazo que de inmediato le identificó correctamente al tiempo que una lucecita roja parpadeaba. Frelser puso cara de sorprendido pero no le dio mas importancia, el vigilante hizo las comprobaciones oportunas en el aparato y le dijo que según marcaba había salido diez minutos antes de las instalaciones. Frelser le dijo que de ser así estaría ya casi tumbado en el sofá de su casa en calzoncillos. Ambos se rieron pero el vigilante siguió con las comprobaciones mientras Frelser esperaba aparentemente tranquilo. Se dirigió a la persona que estaba detrás de Frelser en la cola y tras una breve explicación le pidió que saliera por otra puerta.
Frelser y el vigilante se dirigieron entonces a la puerta custodiada por el joven que no sabía ni de que le estaban hablando. El vigilante hizo las comprobaciones oportunas y en la pantalla se mostraron las imágenes de Hoper saliendo por la puerta. Llamó a Frelser para enseñarle las imagines y le dijo “ese eres tú”, a lo que le respondió ya nos gustaría a nosotros tener esa edad y esa presencia. Ambos volvieron a reir. Después de darle muchas vueltas y siendo evidente que Frelser era Frelser, el vigilante empezó a hablar de un posible falló en el sistema. Metió la foto del hombre y le volvió a salir la identidad de Frelser. Aquello nunca le había pasado pero tampoco tenía sentido retener a un hombre al que conocía y del que estaba seguro de su identidad y así se lo dijo. Frelser le contestó que no había problema que si tenía que quedarse hasta que se resolviera el asunto no tenía ningún problema, sus calzoncillos podían esperar. Rieron de nuevo. Tras un nuevo rato tecleando en el ordenador dio aviso a sus superiores y se personó el jefe de seguridad, un hombre también mayor y que les conocía a ambos. Una vez puesto al día le dijo a Frelser que se fuera, que no había ningún problema con él y que investigarían quién era la persona que había suplantado su identidad o qué tipo de error se había producido en el sistema pero que tenía otros asuntos mas importantes de los que ocuparse y aquel hombre había pasado por el arco de seguridad sin que se le detectará absolutamente nada oculto dentro o fuera de su cuerpo. El jefe de seguridad guardó toda la información en su vid personal se dió la vuelta y se marchó sin despedirse. Los dos guardias se dirigieron a la puerta y se despidieron con una ligero ademán de cabeza.

Comenzó a llover y cuando Frelser se dirigió al punto de encuentro Hoper estaba con los brazos extendidos mirando al cielo, con sus pies chapoteando en el primer charco que se había producido.

lunes, 19 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XVII: Experiencias

Se despertó con sus labios carnosos, húmedos y tibios sobre su boca, los besó, los mordió con sus propios labios, los acarició con su lengua, sus piernas se cerraban entorno a su cabeza por el placer que la estaba haciendo sentir. Deslizando su cuerpo hacia abajo se tumbó encima de él y comenzó a besarle como nunca le habían besado. Hoper despertó con este sueño aun vivo en su cabeza, pero como todos los sueños se fue difuminando. Estaba tumbado sobre el suelo del vestuario con una bolsa de ropa sucia bajo la cabeza. Frelser le contó que mientras le abrazaba se había desmayado y caído al suelo. La comida, la ducha de agua caliente y aquel abrazo, que suponía la primera expresión de humanidad que sentía desde que fuera encarcelado, habían tenido un efecto relajante en él, demasiado, la tensión de su cuerpo bajo tanto que perdió el conocimiento.
Frelser cogió su brazo y volvió a pasar el escáner por el chip de identificación de Hoper, manipuló el aparato durante un buen rato y finalmente consiguió borrar el historial y darle una nueva identidad que le permitiera salir de aquellas instalaciones. Teóricamente aquello no se podía hacer con su escáner pero Frelser había pasado por muchos destinos, muchos años de experiencia en su trabajo, y había aprendido muchas cosas. Había usado sus conocimientos siempre en beneficio de la corporación y a veces saltándose los derechos fundamentales de las personas para conseguir sus objetivos. Esta vez, como si con ello pudiera redimirse de todo, lo hacía para favorecer a un ser humano injustamente tratado.
Frelser dudó en que identidad poner el chip para que pudiera franquear el control de salida de las instalaciones, luego ya se inventaría un propia que le permitiera vivir. Pensó en poner la de algún compañero de seguridad pero tenía que estar de turno y si salía antes de que lo hiciera Hoper estarían en un problema. La solución era obvia, aunque tenía un gran problema. Metió sus propios datos en el chip de Hoper, el saldría mas tarde y aunque le detuvieran porque constaba que ya había salido podría demostrar quien era de muchas maneras e incluso tal vez hasta conociera a alguno de los guardas de seguridad de la puertas y podría solucionarlo con sencillez. A Hoper lo dirigiría hacia algún guarda desconocido y en el momento de mayor salida de personas confiando en que agobiado por ir dando salidas no se molestara en hacer demasiadas comprobaciones y no se fijara en la evidente diferencia de edad entre Hoper y Frelser.

Por suerte los lugares muy protegidos suelen estarlo mas para evitar que entren personas ajenas, que para impedir que salgan y si los que los protegen son personas se puede jugar con su psicología para aprovecharse de ella. Frelser confiaba en que su sencillo plan fuera efectivo, cuanto mas sencillo menos cosas pueden complicarse, aun así quién sabe lo que podía salir mal. Recordó como terminó perdiendo lo único que, después de hacer balance en su vida, le había importado realmente. El amor vino como se fue, sin esperarlo, sin preverlo, sin desearlo. Las horas que faltaban hasta la salida las paso recordando a aquella mujer a la que tanto había amado, a la que aun amaba. Mientras tanto Hoper corría por el almacén jugando con Putnik y solo se sentaba para acariciarle subido sobre su pecho. La prudencia aconsejaba que estuviera escondido hasta que pudieran huir de allí, pero cómo negarle esos momentos de felicidad a un hombre que no se acordaba del significado de esa palabra. Que disfrutara como un niño, riesgos no había demasiados. Verles felices jugueteando y dándose cariño le recordaba en cierta manera a los momentos que vivió con ella. Tal vez si él no se hubiera comportado como un niño no la hubiera perdido, tal vez si él no hubiera tenido la ilusión y la curiosidad de un niño jamás hubiera llegado a conocerla.

viernes, 16 de diciembre de 2016

Hoy , que la verdad no tengo el cuerpo ni la cabeza para escribir –ni tan siquiera las tonterías que escribo habitualmente, os dejo las letras de varias canciones del que sin duda es la banda musical que nombraría si me dijeran que me tenía que quedar solo con una. Durante años me han acompañado sus letras, la mayoría de las cuales se me de memoria y podría incluso cantarlas sin ningún problema –incluso lo he llegado a hacer en más de una ocasión con público (escaso, pero público al fin y al cabo)-. Su tema mas popular lleva por título “Aitormena” (confesión), y en su versión con un cuarteto de cuerda fue durante años mi canción favorita y tal vez hoy lo siga siendo. Sin embargo nunca la canto y tampoco la comparto hoy convosotros, lo primero porque su letra no es lo que parece ser y lo segundo porque, entendiéndola como una canción de amor, no son palabras que yo quisiera poner nunca a mis sentimientos.
Creo que en muchas cosas de las que escribo se nota, a veces de manera muy evidente, la influencia que han tenido algunas de sus letras. Estas que comparto hoy ni son las mas conocidas, ni necesariamente la que mas me gustan (me gustan todas) pero si veo en ellas cosas sobre las que he escrito, en las que me reconozco.
Agradecer a Hertzainak su enorme contribución a nuestra cultura y sobre todo a poner música y letra a muchos sentimientos. A vosotras personas lectoras, agradeceros una vez mas vuestras visitas y desearos un feliz fin de semana.

P.D: Disculpad las posibles erratas, las he cogido a todo correr de la página musikazblai.com y no me he parado ni a comprobar que no las tuvieran. En esta página además, los que no entendéis nada de lo que dice, podréis encontrar las traducciones de la mayoría de ellas, así como de otras muchas que he publicado con anterioridad.

Ispiluaren aurrean (Hertzainak)

Kristalaren bestaldera bi begiak iltzaturik
jada ezin dut konprenitu zein gaizki sentitzen naizen.
Dena aldatu ta erabat
Eta eguzki horrek min egiten dit
aurpegia daukat desitxuratua
ispiluaren aurrean.

Kristalaren imajina orain denboratan galtzen da
ta burua nahasten zait kea haizean bezala.
Iturri lehor agortua
Putzu ilun pozoindua
Baino hobe jazo dena jazo bada
berandu dut aldatzeko iragana
ispiluaren aurrean.

Egunetik egunera (Hertzainak)

Egunetik egunera hiltzera noa
eta maitia, kuttuna, laztana
jadanik ez zaitut ikusten.
Hiri setiatuko alanbre latzen gainetik
kolerazko graffiti beltzez bonbatzeko balioko lukeen
brika gorrizko murru erraldoia
bilakatzen zara.

Nazka larriak gauero urkatzen nau eta
maitia, kuttuna, laztana
jadanik ez zaitut entzuten.
Galernen leize sakonetan barna itsas erdian galdu
paperezko ontzi traketsak sekulan ardietsiko ez duen
kosta amestu brumatsua
bilakatzen zara.

Paralisia sentimentalak joan naiz eta
maitia, kuttuna, laztana
jadanik ez zaitut hunkitzen.
Ormatze atomikoaren garai hitsetan
hospitale sikiatrikoetan zain minberak
trebeki moztuko lituzkeen medikua
bilakatzen zara.

Apokalipsia nitan dago.

Esaiok (Hertzainak)

Zenbat garagar errekak pasa behar
oraindik erabaki arte
ehiztari herabetiak hire tiroen
beldurrez nora ezean.

Garaia duk, motel, esaiok,
ez pentsa gehio, esaiok
amodioaren aurrean egia lotsagabe
esaten ikasi behar duk.

Ta ni gau guztia nabil, zuen atzetik
lagundu nahirik, zuen atzetik
mozkortu egin nauzue eta berdin zait
non lo egin edo norekin. (bis)

Neska horrek seguraski nahi dik
hire onduan gau hontan egotea
neska horrek seguraski nahi dik
hire ahotikan hori entzutea
neska horrek seguraski nahi dik
bildurrik gabe hik hori esatea
neska horrek seguraski ere desio
berdinak bete nahian zebilek
ia ba, esaiok ...

Ez pentsa gehio
amodioaren aurrean egia lotsagabe
esaten ikasi behar duk.

Ta ni gau guztia nabil, zuen atzetik
lagundu nahirik, zuen atzetik
mozkortu egin nauzue eta berdin zait
non lo egin edo norekin.

Eder bati (Hertzainak)

Beraz eder, ez zara etorri deikunera
Nahiz otoiz egin nik.
Hits ordea ez nago, zuretzako gehiago
Ez dut maitasunik.
Iruditzen zitzaidan zeudela zure baietan
Ase denak atzo.
Gaur gero neska gazte, eskua dut emazte,
Eutsiko zait zintzo.
Andere bihotz aizun, damutuko ez zaizun ni utziz,
Nork daki?
Bai orduan alferrik, ez dizuket eskerrik,
Eskua dut aski.
Andere begi urdin, zu joanik ere berdin,
Bai pozik naizela!
Nerau neronen jabe, besteen beharrik gabe,
Jainko bat bezala.

Zoratzen naizela (Hertzainak)

Zoratzen hasi naizela, ari naizela
dirauts psikoanalistak
zuganako amodioaren berri ematerakoan.

Zure begi okre horien lama geldoa
ene bihotza kiskaltzen ari delako
zoratzen omen naiz
sinisterazi nahi didate.
Krabelinen eta larrosa gorrien petaloen ordez
psikoanalistaren batoi zuriaren
fragantziaz ase nahi ez dudalakotz
zoratzen ari naizela
hala dirauts psikoanalistak.
Zubipeko ur kantarien
ahots zoilaren pareko zitzaidan
zure mintzoa
hiru zurito eta lau txupito edanez
gure ezpainak zubi ondoan
eletu ziren.
Maite zaitut, maite zaitut
lau txupito era zure ezpain eleak
zoratzen ari omen naiz
hala diratus psikoanalistak.

Ez duzu atxakiarik (Hertzainak)

Ote da ezer txarragorik
pentsatu eta edan ez
bizi eta ez pentsatu
esateko ezer ez eduki
lanik ez egin
edo ondo geratzea baino?
Guztia gaizkiago
jarri daiteke.
Egin dezakezuna da
pentsatzeke barre eitea,
pentsatu eta ez eitea
sortu eta ez erakustea,
besteen barruko arra
lasaitzeko ari izatea:
zeuk zeure buruari
iruzur egitea
guztia gaizkiago
jarri daiteke.

Euri ugari egingo du
ubiderik ez denean
eta gorrari tokatzen zaio
Coca-cola diska sorta.
Bizitzearen sentitzea!
Guztia gaizkiago
jarri daiteke.
Eta ezer saiatuko bazina
barre egin pentsatu eta
edaten,
pentsatu, bizi eta egiten,
sortzen eta ikertzen
eta esango didazu
nola doakizun
lan eginez edo egiteko.

Oraingoaz behintzat
ez duzulako erreumarik
eta ez San Vitoren dardarik
ez duzu atxakiarik.

jueves, 15 de diciembre de 2016

Los colores que pintaron mi noche
se han ido difuminado con el tiempo.
Ahora el cielo es negro y sin estrellas,
sin luna, sin luz, sin nada.
Ahora ya no tiene sentido mirar al cielo,
los colores se han perdido para siempre.
Recuerdo noches durmiendo al raso,
con los ojos abiertos sin saber que miraba,
pensando que la tierra sobre la que me acostaba
tan solo era un pequeño punto en la galaxia,
un átomo en aquel universo inacabable,
y yo un minúsculo ser sobre la tierra,
insignificante, prescindible, sin sentido.
Pero el color llegó,
y no eran luces blancas de estrellas lejanas,
vinieron los rojos, los azules, los violetas,
los marrones, amarillos, naranjas, verdes,
rosas… vinieron todos los colores
y yo era algo, era alguien, tenía sentido.
Y el negro, cuando existía, era intenso
y el blanco era puro como lo era mi inocencia.
Pero se desvanecieron, como se desvanece la vida,
dejándome solo, vacío,
y en aquel cielo que miraba con los ojos abiertos como platos,
con la ilusión de un niño que está descubriendo la vida,
en aquel cielo ya no hay nada,
ya no hay color,
ya no hay estrellas,
ya no hay luna,
ya no hay luz,
ya no hay nada.

miércoles, 14 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XVI: Agradecido

Sentado, con la espalda reposada en el fondo del habitáculo miraba el hilo de luz que definía la puerta. Había perdido completamente la noción del tiempo, no sabía si habían pasado unos minutos o días desde que se fue el hombre y su gatito. Comió la última porción de la última barrita energética de chocolate y después de relamerse los labios bebió lo poco que le queda de agua. Se sentía terriblemente débil, incluso masticar le suponía un esfuerzo, pero estaba vivo y tenía esperanza.
La puerta se abrió y el gato se lanzó sobre él, una enorme sonrisa se dibujó en su cara. Acostado en sus piernas no podía dejar de acariciarle. El hombre entró detrás con una pequeña linterna en la mano y se sentó a su lado, saco una botella grande de agua y una bandeja de plástico que contenía una ración de pollo y puré de patata. Después de beber un largo trago de agua se lanzó a por la comida. Aunque el puré nunca le había gustado demasiado le supo a gloria y el pollo envasado le parecía el mejor manjar que había comido nunca. Y en cierta manera así era, la comida en el planeta prisión era infinitamente peor. El hombre miraba como devoraba los alimentos.
Cuando terminó, le ofreció una bolsa que contenía ropa. Hoper se había quitado el traje y solo vestía una camiseta y unos calzoncillos que en su día habían sido blancos pero que, a la luz de la linterna, se veían grises y estaban repletos de manchas marrones, rojas, amarillas. Se quitó esas prendas y se puso las que el hombre le ofrecía. Una vez vestido el hombre, tendiéndole la mano, le invitó a salir del contenedor. Con gran esfuerzo gateó por el habitáculo, salió fuera y se puso en pie. Rodeado de contenedores el paisaje era parecido al del almacén del planeta prisión y los recuerdos que flotaban en alguna parte de su mente afloraron abruptamente y, en parte también por su debilidad, se sintió mareado y tuvo que volver a sentarse. El gatito volvió a subirse a su regazo.

El hombre se sentó junto a él y comenzó a hablarle. Era parco en palabras pero se presentó, le dijo donde se encontraba y que después de leer su chip imaginaba cual era su historia y que estaba dispuesto ayudarle. Hoper no pudo articular palabra pero de sus ojos empezó a brotar parte del agua que había bebido. Tenemos poco tiempo le dijo Frelser y pasando el brazo de Hoper sobre sus hombros le ayudó a levantarse, caminaron un largo rato entre los contenedores hasta llegar a una puerta. Al abrirla se encontraron con un vestuario vació donde había baños y duchas. Frelser le ayudó a desnudarse y meterse en la ducha. Con el agua tibia recorriendo su piel su cuerpo recobró algo de fuerza. Se lavó el pelo, se frotó con fuerza la piel y la suciedad que llevaba encima poco a poco fue desapareciendo. Cuando salió de la ducha Frelser le tendió un nueva ropa interior y un mono de operario de la compañía. Mirandose al espejo no se reconocía, el pelo largo, la barba de mas de un mes y los ojos metidos hacia dentro y aquella extrema delgadez. Se apoyo con ambas manos en el lavabo e inclinó la cabeza. Cuando volvió a levantarla vio en sus ojos un poco de aquella chispa de vida que siempre habían tenido. Se dio la vuelta, abrazó a Frelser y lloró sobre su hombro.

martes, 13 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XV: Sueños

Soñó que estaba preso sus primeros años de juventud, que trabajaba doce horas al día en la mina y las otras doce las pasaba encerrado en una celda con una pequeña ventana por la que entraba una luz fría y mortecina de unos soles demasiado alejados, soñó que le costaba respirar aquel aire viciado, soñó que la muerte le estaba esperando cada día al despertar por la mañana. Soñó que escapaba, que hacía el viaje en un habitáculo muy reducido, que se golpeaba contra las paredes, que vomitaba con cada aceleración y en cada salto de gusano. Soñó que estaba a oscuras, sin poder hablar con nadie, sin oír nada, aislado completamente de cualquier contacto humano durante 32 días, 7 horas y 1 minuto. Soñó que perdía la cabeza y que estaba a punto de morir. Frelser se despertó envuelto en sudor y completamente angustiado, lo que había pasado aquel hombre, aquel joven, era algo horrible y nadie le aseguraba que lo vendría después sería mejor. Era todavía de madrugada pero se levantó y se sentó en un sillón raído por el paso del tiempo y comenzó a darle vueltas a cómo iba a sacar de las instalaciones al viajero.
Soñó que sus manos acariciaban aquella piel suave, que el gatito ronroneaba tumbado sobre su pecho, que salían corriendo por un campo verde y jugaban como lo harían dos cachorros. Soñó que el gato acercaba su nariz a la suya y le daba un beso de esquimal, que saltaba para subirse sobre su hombro, que le hacía cosquillas en la cara con la cola, que comía un plato de carne y le daba cachitos constantemente al gatito. Y durmió, durmió tranquilo y relajado por primera vez después de 32 días, 7 horas y 1 minuto de infierno.
En cuanto amaneció Frelser salió de casa a pasear y seguir dándole vueltas a cómo sacar al viajero de allí. Hacía frio y llovía pero a Frelser aquel tiempo le resultaba agradable, estaba deseando volver al trabajo para ver que tal se encontraba el joven pero su turno no comenzaba hasta bien entrada la tarde. Cuando abrieron las tiendas entro en un centro comercial y compró ropa. Ropa interior, pantalones, camisetas, jerseys, zapatos, ropa de abrigo… esperaba haber acertado con la talla. Era un hombre bastante alto, no parecía que nunca hubiera estado fornido pero en aquel momento era un suspiro. Calculaba que no andaría lejos del metro noventa y que pesaría unos 60 kilos, seguramente cualquier prenda que le valiera de largo le quedaría demasiado ancha pero era lo que tenía y mejor eso que nada.
Cuando Hoper despertó estaba tranquilo. Apenas recordaba nada de todo lo que había pasado, tan solo su sueño y haber tenido en realidad al gatito entre sus manos. Abrió los ojos y se encontró en la completa oscuridad aunque la puerta que ya no estaba herméticamente cerrada permitía vislumbrar que fuera del contenedor había algo de luz. Fue consciente entonces de donde se encontraba y comenzó a recordar que además de un gato había un hombre, que el hombre se había preoupado por él, que le había dicho que volvería y que procuraría sacarle de allí. Recordó también el botellín de agua y la barrita energética y se lanzó a por ella. Era de chocolate, hacía casi nueve años que no lo probaba, 3271 días sin aquel sabor, el chocolate era una de sus pasiones antes de que le encerraran, lo comía todos los días, a veces con verdadera obsesión. Bebió un sorbo de agua que estaba caliente pero que era el agua mas pura que recordaba haber bebido nunca, en el planeta prisión el agua era reciclada y durante el viaje prácticamente todo el agua que bebió provenía de su orina. Estaba en la tierra, lo había conseguido, había sobrevivido. Lloró.

Pero aquello no había acabado, tan solo había sido el comienzo, todavía tenía que escapar de las instalaciones y si lo conseguía vendría lo mas difícil, construir una nueva vida. Tremendamente debilitado como estaba hasta inclinarse para beber le resultaba dificultoso, emprender una vida le parecía sencillamente imposible. Pero sonreía ante esa posibilidad, sonriendo tal vez lo consiguiera. Ahora tenía que descansar y recuperarse un poco. Cerró los ojos y se durmió de nuevo pensando que el gatito descansaba de nuevo sobre su pecho.

lunes, 12 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XIV: Piel

Frelser le habló, le preguntó qué tal se encontraba, cómo se llamaba, si necesitaba algo pero Hoper no le contestó, no movió ni un músculo de su cuerpo, ni de su cara, permanecía tumbado con la mirada perdida, sin mover los ojos, sin parpadear, como si en el techo de aquel habitáculo estuvieran escritos los secretos de la vida. Si no fuera porque su pecho se movía pausadamente cualquiera hubiera pensado que estaba muerto.
Frelser le dijo que iba en busca de agua y comida para él, no hubo ningún tipo de respuesta pero esperaba que por lo menos le oyera y le entendiera aunque no lo tenía nada claro. Cuando volvió con una botella de agua y una barrita energética de cereales y chocolate, lo único que tenía a mano, uno de sus vicios en las largas horas que pasaba en aquel almacén se encontró que Putnik se había subido al pecho de Hoper y este acariciaba con ambas manos al gato y su mirada, aun perdida, había adquirido un tono diferente e incluso de vez en cuando parpadeaba. Se agachó y poniéndose de rodillas a su lado le acercó el botellín a la boca, Hoper inclino ligeramente la cabeza hacia adelante y se humedeció ligeramente los labios. Por primera vez aquellos ojos verdes se fijaron en él, su mirada a pesar de la desorientación era intensa, amable y de alguna manera expresaba una sonrisa.
Pasaban las horas y Hoper seguía acariciando al gato, sus ojos empezaban a cobrar vida pero permanecía tumbado sin moverse. Frelser miró el reloj, apenas quedaban dos horas para que terminara su turno y aun no sabía que iba a hacer con aquel hombre. Sacarlo de allí en aquellas condiciones era imposible, la única opción que tenía por el momento era dejarlo allí,  volver a cerrar la puerta y confiar en que nadie lo descubriera hasta que volviera a llegar su turno y volviera tal vez con una idea de qué hacer con él, de cómo sacarlo de allí, por alguna razón entregarlo a las autoridades no era ya una opción para Frelser.
Frelser le explicó con parsimonia que su turno terminaba, que si no quería que nadie le encontrara debía volver a cerrar su puerta, que volvería al día siguiente con su nuevo turno y que intentaría sacarle de allí. Esta vez si hubo una respuesta, Hoper asintió levemente con la cabeza, una sonrisa se esbozó en su rostro y sus ojos expresaban agradecimiento. Le dejó la botella con agua renovada, la barrita energética y cogió a Putnik con ambas manos para llevárselo, Hoper mostró una mueca de desagrado cuando le retiraban al gatito pero no opuso ninguna resistencia, salió del habitáculo y cerro la puerta tras de si dejando a Hoper dentro. Examinó el contenedor por fuera y aunque ahora era mas evidente que aquel contenedor escondía una puerta había que examinarlo muy de cerca para darse cuenta. Frelser confiaba en que nadie se acercara lo suficiente como para comprobarlo, tan solo era uno mas de los miles de contenedores que estaban allí. El único riesgo que veía era que Putnik llevara allí a cualquiera de los vigilantes de los siguientes turnos pero, hasta donde él sabía, Putnik no se acercaba a ninguno vigilante que no fuera él. Todos sabían que estaba allí pero nadie mas le hacía caso.

Encerrado de nuevo, a oscuras de nuevo, Hoper cerró los ojos. La demencia había desaparecido y su mente estaba simplemente en blanco, algunos recuerdos asomaban pero no parecía que fueran suyos. Echaba de menos el suave tacto de la piel del gatito y el calor que desprendía sobre su pecho, su único deseo, su único pensamiento,  era que volviera aquel hombre, abriera la puerta y pudiera acariciar de nuevo al gato.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XIII: Ojos verdes

Pasó el escáner de control por el antebrazo izquierdo de aquel cuerpo moribundo para leer el chip de identificación. A Frelser le parecía un auténtico despropósito que cualquier miembro de seguridad contará con ese dispositivo lector pero desde hacía siglos incluso la seguridad pública estaba en manos privadas y esas manos privadas habían aprovechado para extender esas medidas de control a todos sus agentes pero así era y ahora el mismo lo estaba usando. En el lector apareció de inmediato el historial de Hoper, mas allá de sus datos de filiación, estudios y el poquito del historial de un persona joven destacaba parpadeante su condición de preso. Frelser leyó con atención su historial delictivo, 16 años de condena por participar en un altercado que tuvo como consecuencia la destrucción de un carguero orbital en el que no hubo ningún herido. Su reclusión era en el planeta-prisión y su historial de preso hablaba siempre de comportamiento ejemplar.
Era injusto, aquella condena era injusta, y todo porque estaba enmarcada en una acción violenta con tintes políticos, pero cuando ese chico la cometió apenas era un niño, un adolescente. Cuanto habría tenido que sufrir para decidir escapar y Frelser entendía que lo hubiera hecho porque en el planeta-prisión estaba abocado a la muerte. Siempre había creído en la justicia, siempre había sido un defensor a ultranza de las leyes pero con los años se había ido dado cuenta de que la ley estaba diseñada por y para los poderosos. Sus delitos mas habituales no estaban penados o sus condenas eran irrisorias mientras que sobre los delitos que amenazaban su status-quo caía todo el peso de la ley.
Aquel hombre que ahora yacía en el contenedor había perdido gran parte de su juventud y a había estado a punto de perder la vida, seguramente sin llegar a ser consciente de lo que estaba haciendo, mas por un impulso adolescente que por una convicción del uso de los métodos violentos como lucha antisistema. Llegó siendo prácticamente un niño al planeta prisión y ahora, después del insoportable viaje, parecía un anciano.

Frelser estaba ante una disyuntiva, ayudarle a consumar su fuga o avisar a las autoridades para que volvieran a detenerle. La segunda opción era muy sencilla pero a ojos de Frelser despiadada, la primera era terriblemente complicada, sacarle de allí sin que nadie se enterara era prácticamente imposible y el estado de salud en el que se encontraba Hoper lo complicaba aún mas. En el fondo del rebelde corazón de Frelser anidaba el sentimiento de querer ayudarle a escapar pero había muchas posibilidades de que muriera, sin embargo si avisaba a las autoridades contaría con los medios sanitarios para que se recuperara pero sin duda volvería a prisión a morir allí. Ojalá Hoper estuviera al menos semiconsciente para poder preguntarle cúal era su deseo. Pero Hoper ya había decido, había afrontado un viaje en el que la muerte era el destino mas probable. Frelser lo comprendió de inmediato y no tuvo que pensar mas, intentaría ayudarle, tenía una horas de trabajo por delante para intentar pensar cómo lo hacía. Se sentó en el angosto habitáculo del contenedor y Putnik saltó sobre sus brazos. Mientras le acariciaba pensaba en la manera de ocultarle mientras se recuperaba y cómo podía hacer para que Hoper recuperara minimamente su salud. La prioridad sin duda era que volviera a la conciencia, corrió al botiquín y volvió con una jeringuilla de adrenalina en la mano. La preparación en primeros auxilios de su formación como vigilante le sirvió para no dudar a la hora de suministrársela por vía intravenosa. En unos segundos los ojos de Hoper se abrieron de par en par, vivía, volvía a la conciencia mejor dicho, porque aquellos ojos verdes parecían muertos.

lunes, 5 de diciembre de 2016

CCPR- Hoper XII: Putnik

Frelser se agachó, cada vez le costaba mas hacerlo, la edad y esa tripa, por debajo de la cual se situaba el cinturón de donde colgaba la pistola de plasma, cada vez le ponían mas dificultades. Apartó al gatito con mimo, aunque este volvió de inmediato para seguir arañando la puerta, y mientras lo acariciaba con una mano y miraba con atención aquella parte del contenedor, palpaba con la otra lo que parecían ser fisuras. No tardó en darse cuenta de que aquellas fisuras definían un cuadrado y de inmediato pensó que podía ser una portezuela oculta que guardaba un compartimento secreto en el contenedor. Nunca había visto nada así con anterioridad pero si había oído hablar de este tipo de compartimentos en otros contenedores para el tráfico ilegal de algunos productos. ¿Qué habría dentro? Aquel olor nauseabundo le hacía inclinarse son duda por productos perecederos, pero aquel contenedor venía cargado de metsal del planeta prisión, allí no había nada mas que el mineral y presos condenados a reclusión pero destinados a morir allí. Y de inmediato una conexión llegó a su cerebro ¿hubiera podido intentar algún preso escapar escondido ahí de la prisión? La muerte estaba prácticamente asegurada. Ambas cosas explicarían el olor que provenía del contenedor y de paso el interés del gatito que había dejado de arañar y ronroneaba ahora con las caricias que Frelser le estaba haciendo.
Levantó al gato con ambas manos y se lo puso sobre el hombro y el pecho para acariciarlo mientras miraba sin saber qué hacer a la portezuela. Aquel gato era lo único que tenía, la única mujer que había amado de verdad en su vida le había dejado hace muchos años y con todos los traslados dentro de la corporación no había afianzado ninguna amistad a lo largo de los años y ahora que estaba envejeciendo se sentía solo. El gatito apareció un día por el almacén, apenas tenía unos días de vida y estaba muy enfermo, Frelser lo cuidó lo mejor que supo y lo alimentó y ahora que estaba casi curado se había convertido en la compañía mas grata que podía tener. Se preguntaba muchas veces de dónde habría salido, en aquellas instalaciones de alta seguridad no podía entrar y salir nada sin estar controlado, ni mercancías, ni humanos ni mucho menos animales. Pero allí estaba para hacerle compañía. Pensó que ni tan siquiera le había puesto un nombre y por alguna razón en aquel mismo momento decidió llamarle Putnik, viajero en alguna antigua lengua de la tierra, igual que su  propio nombre significaba salvador. 

Dejó a Putnik en el suelo, se agachó de nuevo y volvió a examinar la puerta. Empujó pero no se abrió, cargó todo el peso de su cuerpo sobre ella pero tampoco cedió, finalmente se levantó y empezó a darle patadas pero la puerta no se movía, tal vez no fuera una puerta. Tanteó y presionó con las manos por zonas y encontró algunas que ofrecían una menor resistencia. Parecía que el mecanismo de apertura y cierre, tal vez unas antiguas bisagras, se asentaban en la parte derecha, a la izquierda, arriba y abajo encontró lo que podían ser las cerraduras. Con paso ligero volvió a la garita donde tenía una caja de herramientas, saco de ella una cortadora de plasma de baja intensidad y volvió al contenedor siempre acompañado de Putnik que se le metía una y otra vez entre las piernas impidiéndole caminar con normalidad. Aplicó el plasma a las zonas donde creía que podían estar las cerraduras y de paso a toda la parte izquierda, superior e inferior, el metal se derretía al rojo vivo como la mantequilla. Una vez se hubo enfriado empujó con un dedo y la puerta se abrió suavemente deslizándose sobre las bisagras. El olor se hizo prácticamente inaguantable. Iluminó dentro con su linterna y pudo ver un cuerpo envuelto en lo que debió ser un traje blanco de protección de algún tipo pero que ahora estaba prácticamente negro. Protegiendo su boca y su nariz con un antiguo pañuelo de seda, recuerdo de la única mujer que había amado, entró de rodillas en el contenedor. Le quitó un casco lleno de vomito a aquel cuerpo inerte y llevándole la mano al cuello comprobó que aunque muy débil y espaciadamente su carótida palpitaba.


viernes, 2 de diciembre de 2016

La senda del tiempo (Celtas Cortos)

A veces llega un momento en que te haces viejo de repente.
Sin arrugas en la frente, pero con ganas de morir
Paseando por las calles todo tiene igual color.
Siento que algo echo en falta, no sé si será el amor

Me despierto por las noches entre una gran confusión
Esta gran melancolía está acabando conmigo
Siento que me vuelvo loco y me sumergo en el alcohol
Las estrellas por la noche han perdido su esplendor

A veces llega un momento en que te haces viejo de repente.
Sin arrugas en la frente, pero con ganas de morir
Paseando por las calles todo tiene igual color.
Siento que algo echo en falta, no sé si será el amor

He buscado en los desiertos de la tierra del dolor
y no he hallado mas respuesta que espejismos de ilusión
He hablado con las montañas de la desesperación
y su respuesta era sólo el eco sordo de mi voz

A veces llega un momento en que te haces viejo de repente.
Sin arrugas en la frente, pero con ganas de morir
Paseando por las calles todo tiene igual color.
Siento que algo echo en falta, no sé si será el amor


jueves, 1 de diciembre de 2016

Hoy les he preguntado a mis sueños
por qué ya nunca apareces en ellos,
por qué al despertarme
ya  no mantengo el dulce recuerdo
de un momento contigo.
Aquellos sueños de los que me acordaba,
cuando nunca me he acordado de mis sueños,
ya no están, se han ido, han desaparecido
dejándome a la vez tranquilo y abatido.
Pero mis sueños no saben contestarme,
me susurran que quieren seguir soñando
pero que tú ya no vienes a ellos.
Eran sueños por lo general tristes,
en los que terminabas dejándome solo,
caminando de la mano con otra persona,
dejándome con lágrimas en los ojos,
pero los quiero, los deseo,
porque en ellos eras real, podía tocarte,
escucharte, mirarte, podía sentirte.
Pero ya no vienes a mis sueños
y en esas preguntas que les hago
la única respuesta que encuentro
es que el dolor se está acabando
que te estás convirtiendo en un recuerdo
que guardaré con el mismo amor
que sentí el día de nuestro primer beso.
La vida sigue aun sin sueños
y tal vez el mundo gire de nuevo
y podamos encontrarnos
en momentos mas felices
que aquellos que acabaron con todo.