lunes, 29 de diciembre de 2014

Tu sonrisa, quiero encontrar tu sonrisa.
Quiero volver a mecerme en ella,
a sumergirme en los labios profundos
y en el marfil de tus dientes.
Quiero verte sonreír y que sonrías conmigo
llenándonos de nuevo de esa felicidad
que solo se encuentra en las personas felices,
en las personas que viven con ilusión cada momento,
en las personas que se aman.
Y busco en todos los sitios dónde hemos estado,
volviendo una y otra vez sobre mis pasos
tan solo para recordarla.
Busco en ese paseo por la costa,
entre la ropa de las tiendas que hemos visitado juntos,
en aquellos caminos entre verdes montañas
que no llevan a ningún lado excepto al mismo sitio,
al lado de esta ría maravillosa que desemboca en el mar,
en ese mar, el único lugar donde podemos encontrarnos.
Tan bellos son esos lugares,
tan bellos y a tu lado no son nada. Nada.
Y en cada paso recuerdo un momento,
en cada paso siento tus sonrisas,
pegadas a los arboles,
a los grises muros de piedra,
impregnando el aroma de los centros comerciales,
navegando en las tranquilas aguas de una ría con marea alta.
Tan inmensa es tu sonrisa que solo el mar puede albergarla,
solo el mar podría soñar con llegar a ser tan bello,
tan profundo,
tan apaciguador para mi cuerpo y alma.
El mar ha sido siempre mi amante silenciosa,
esa amante que siempre esta ahí
para llorar con su sal tus penas,
para refrescar el calor de tu ira,
para besarte con su brisa de yodo,
para poner calma a tu desesperación
y sonrisas en tu vida
esperándote siempre, en calma o embravecida,
esperándote siempre te acoge en su cálido regazo
de aguas heladas y momentos pasados.
Pero ahora tengo tu sonrisa, tan lejos y tan ausente,
y ya solo puedo pensar en salir a buscarla,
cada vez mas lejos, cada vez mas complicado,
pero al despertar a la mañana
dirijo siempre mis pasos hacia ella.
Volveré a encontrarla.
Lo se.
Se que volveré a encontrarla,
tal vez junto al mar,
tal vez el mar también me traiga tu sonrisa.