lunes, 1 de diciembre de 2014

No quiero ser un mensaje,
aunque cada vez que nos escribimos
sonrío como un niño.
No quiero ser alguien detrás de una pantalla,
aunque cada vez que estás ahí
la alegría me envuelve
y se apodera de mi
estallando en un mundo de colores,
un mundo feliz,
luminoso,
casi un mundo perfecto.
Pero no puedo querer solo eso,
no puedo,
desearía quedarme con lo que hay,
como dices siempre
es lo que hay,
pero no puedo quedarme solo con eso.
Porque deseo verte,
deseo estar contigo en cada minuto,
lo sueño por las noches
y siempre es mi esperanza para el día siguiente.
Para el siguiente,
para el siguiente,
para el siguiente.
Y que pocas veces llega.
Demasiado pocas.
Intento ponerlo todo,
lo pongo todo,
asumiendo todos mis riesgos,
pero no llega.
Que pocas veces llega.
Y la cabeza me estalla
pensando en qué sientes por mí,
en qué soy para ti,
en cuánto deseas verme
y cuánto estás dispuesta a arriesgar para hacerlo.
No quiero ser una palabra,
no quiero ser una imagen detrás de una pantalla.
Quiero verte,
estar contigo,
besarte, abrazarte
y poder mirarte
mirarte
y ver tu sonrisa,
mirarte y ver tus ojos.
Necesito conocer tu apuesta,
que hagas algo mas por verme,
que todas tus decisiones no te lleven a lo contrario,
necesito eso,
eso o que me digas lo que sientes.
El sueño me pesa,
despertar o dormir viene a ser lo mismo.