viernes, 12 de diciembre de 2014

Hay seres grises en el mundo,
esos seres que pasan sin hacer ruido
prácticamente como una sombra,
sin molestar aunque deseando ser molestados.
Seres que desean brillar, ser luz,
pero que ni el espejo es capaz de reflejar su imagen.
Solitarios seres incluso cuando están acompañados.
Seres, cuyo único anhelo es vivir en los ojos de otro,
pero en esos ojos no hay sitio para ellos.
Hay seres grises, los hay,
de esos que intentan poner una sonrisa al mundo
y el mundo nunca sabe apreciarlo,
de esos que intentan ayudarte
que siempre están disponibles
pero casi nadie lo valora,
de esos que cuando te necesitan
casi nunca piden ayuda.
Casi nunca la piden,
porque saben que no saben pedirla,
porque saben que cuando la piden
no suelen obtener respuesta
y cuando la obtienen no es amor,
son reproches, exigencias, mas dolor.
Seres grises.
Pero siguen sonriendo,
lo harán siempre,
aunque a veces su sonrisa sea melancólica.
Siguen sonriendo porque necesitan hacerlo.
El mundo sin sonrisas no tiene sentido para ellos.
Y seguirán buscando hasta encontrar sonrisas.
Hay seres grises que nunca han sentido
un verdadero amor correspondido,
y eso les hace mas grises todavía,
casi oscuros, negro azabache.
Noche otra vez en sus corazones.
Nunca perderán la esperanza,
aun cuando no puedan con su alma
porque los seres grises luchan,
luchan siempre incluso cuando la victoria es imposible.
La derrota llega.
Se rinden.
Lloran.
Y en sus eterno caminar nadie les mira,
solo la lluvia se atreve a acariciarle el rostro,
por eso la aman,
por eso la buscan,
por eso siempre llaman amiga a la lluvia.
Hay seres grises que no dejarán de gritar
pero que nunca serán escuchados.
Hay seres grises que nunca dejarán de serlo
pero el que sepa encontrarlos,
el que sepa amarlos,
se dará cuenta que en su interior
estallan todos los colores.
Hay seres grises.
Los hay.
Yo soy uno, por eso puedo asegurarlo.