miércoles, 10 de diciembre de 2014

Vuela el tiempo cuando estoy contigo,
vuela, vuela, siempre es poco.
Bajo la lluvia no hay nada mejor
que refugiarme contigo debajo de un paraguas,
que me agarres por el abrazo
y me caminemos hacia el infinito.
Pero nada hay infinito
y todo se acaba,
se acaba demasiado pronto
para el deseo de nuestros corazones.
Andar, caminar, correr,
hacia algún lugar dónde las sombras
no lo oscurezcan todo,
donde el sol sea luz y la lluvia vida.
Caminar, junto a ti, es el Eden,
y quiero comer esa manzana
a mordiscos a dentelladas,
tanto la ansío, tanto la necesito.
Caminar junto a ti,
sentarme para contemplar el mar,
y mirarte,
mirarte siempre.
El mar, tú, a veces pienso cuanto os parecéis,
tan bellos, tan profundos, tan inmensos,
tan peligrosos.
El mar y tú, a veces calma serena,
a veces agitado por las olas,
pero siempre tentador,
siempre tan lejos, siempre tan cerca,
siempre deseando zambullirme en vuestras aguas
para no volver nunca al pasado.
Mis refugios, mi refugio,
el mar y tú,
y el mar casi lo tengo olvidado.
Quiero quedarme dormido
y despertar en un acantilado,
sentados sobre aquella manta azul a cuadros,
esa manta que vi tan clara en mis sueños,
un sueño que se detenga en ese momento,
que no avance, que se suspenda en el tiempo,
mirando al mar, tu y yo,
refugiándonos juntos,
descansado por fin.
El tiempo vuela, vuela cuando estoy contigo,
ojalá vuelva a llover,
ojalá vuelva a refugiarme en tu paraguas
y caminemos cogidos de la mano
allí donde nuestras vidas quieran llevarnos.
Sin destino, sin final,
caminar juntos,
solo eso.