martes, 25 de noviembre de 2014

Sé que el tiempo se me agota. Una gran amiga, tal vez uno de esos amores que no llegaron a ser grandes porque no era correspondido, siempre me decía que hay más días que jamones. Yo era joven, ella también lo era, pero el corazón me decía que no era verdad. Ahora me lo dice el corazón y también la cabeza, y espero que ella se haya dado cuenta de lo mismo, nuestros días están contados.
Vida solo hay una, últimamente es una frase que oigo muy a menudo. Estoy en ese momento que ya no necesitas que te recuerden que has dejado de ser joven, lo siento cada mañana al levantarme y cada noche al acostarme. Lo siento cuando tengo que separar un poquito el móvil de mis ojos para ver esas letritas tan pequeñas o cuando me agacho para recoger algo que se me ha caído.
Pero sigo teniendo el espíritu de un niño, sigo teniendo alma de adolescente y a veces pienso que me queda toda la vida por delante. Me engaño a mí mismo, nuestros días, los míos también, están contados. Quien sabe lo que pasará mañana.
Ahora, cuando me encuentro ante al gran amor de mi vida, ante ese amor que solo se encuentra una vez en la vida, ahora soy más consciente de valor de cada minuto, de cada segundo. Se puede encontrar el amor pero no siempre el amor te encuentra. Cuando se dan estás dos circunstancias es cuando la vida se transforma en un paraíso en el que quisieras vivir siempre. Por eso necesito saber lo que sientes, por eso cada minuto es importante.
He dejado muchas cosas de lado, muchas, no me arrepiento y las seguiré dejando. Esta es mi oportunidad y me siento vivo. No duermo, no como, no me cuido pero me siento más vivo que nunca. Mas vivo y a la vez mas muerto. Cada segundo que no estoy contigo siento que el tiempo se me escapa entre los dedos, la incertidumbre de no saber cuando voy a verte desgarra las hojas de mi calendario. Cuando tú estás, vivo, cuando tú no estás, siento que los días se me agotan.
Tengo que decidir. Se lo que quiero. Y es posible que tu no puedas dármelo o tal vez ni tan siquiera quieras dármelo. Sé que quiero pasar mis días, mis horas, mis años, sintiendo lo que ahora siento y sintiéndome correspondido. Demasiado pedir. No puedo asegurar que yo lo sienta siempre, no puedo pedir que me correspondan siempre y menos aún cuando la duda se cierne siempre sobre mi cabeza ¿realmente me correspondes ahora? Pero tengo que decir, hay otra vida esperando, una vida llena de sueños y oportunidades, una vida diferente, tal vez otra vida sin más. Y contigo o sin ti tengo que decir hacia que vida quiero encaminarme. Vivir como hasta ahora, al fin y al cabo es una vida aceptable, o, como decía Neruda, arriesgar lo cierto por lo incierto para perseguir un sueño. Mi sueño. Ojalá quisieras acompañarme, ojala supiera tan solo que a veces piensas en acompañarme.
Algo ha cambiado. Tú lo sabes. Algo ha cambiado. Añoro esos días que amanecía con un mensaje en mi móvil o con la sorpresa de un mensaje que no contestaba a uno mío pero ahora nos vemos más que nunca. Supongo que no se puede tener todo. Tener todo es lo único que deseo. Tener todo es mi sueño.
Y cada día que pasa está más cerca y mas lejos. Y cada día que pasa es uno menos que me queda. Mar se equivocaba no hay mas días que jamones. Nuestros días se agotan, seguro que ahora Mar también lo sabe. No sé si Mar ha encontrado su sueño, yo he encontrado el mío jugando al apalabrados, los sueños suelen estar donde menos te los esperas y donde terminan los arcoíris están los regalos mas maravillosos.
Ahora, hoy, un veinticinco de noviembre de 2014 a las 18:20 de la tarde me he dado cuenta que la vida es caminar hacia la utopía persiguiendo un sueño. Me encantaría que quisieras acompañarme.