lunes, 27 de octubre de 2014

Maravilloso. No hay otra palabra.
Maravilloso. Aunque a veces pierda el sentido.
Esos días soleados de este final de octubre,
sumergidos en cálidas aguas dulces,
acostados en la cama,
paseando por el mundo
de tu mano, de mi mano,
con un pincho de tortilla
y un café descafeinado.
Maravilloso. No hay otra palabra.
Dormir y vivir mis sueños,
dormir tocando tu cuerpo,
dormir y soñar despierto.
Maravilloso.
Asomarme a la ventana
a contemplar esas vacas
y fumarme un cigarrito
intuyendo tu mirada.
Maravilloso. No encuentro otra palabra.
Ir de compritas contigo,
y comprar una bayeta
para limpiar mis ventanas
y luego dar un paseíto
a encontrar lo que buscabas
agarrado a tu cintura
en esa recta alargada.
Maravilloso.
El ladrido de ese perro
que tanto me molestaba
porque rompía el silencio
que unía nuestras almas.
Un astronauta en el monte,
con aquellas cajas blancas
en aquel claro del bosque,
la miel mas dulce tus labios.
Maravilloso.
Fue algo maravilloso.
No encuentro otra palabra.
Maravilloso.
Aunque pierde el sentido
y por mucho repetirlo
ya no signifique nada,
solo encuentro esta palabra.
Maravilloso.
Maravilloso.
Maravilloso.
Así debe ser el cielo.
Así son los paraísos.
Maravilloso.
Maravilloso.
Maravilloso.