viernes, 17 de octubre de 2014

El reloj no se detiene,
¡mierda de vida!,
pero pasa tan despacio
que las alas de un colibrí
se mueven al ritmo
en que crecen las montañas.
En Sagarmatha las sonrisas se congelan
y el oxigeno no llena los pulmones,
la cima del mundo es inhóspita
y hace imposible la vida.
En la frente del cielo
el corazón se acelera
pero su sangre es fría
y da para vivir solo un instante.
El mundo a tus pies
hasta que la niebla lo oculta todo.
¡Mierda de vida¡
¿Por qué los lugares más bellos son tan solitarios?
Pero el reloj no se detiene,
y el dulce abrazo del frio
no llega nunca,
y el colibrí hace tiempo que huyó
buscando el sol que aquí no llega.
Pero yo espero verlo de nuevo,
abrazando mis rodillas con los brazos,
me congelo mirando al horizonte.
¡Mierda de vida!
Tal vez mañana.
Quizás mañana.