martes, 21 de octubre de 2014

Hay días, cuando ni las piernas
son capaces de sostenerme,
cuando bajo los brazos
y mis ojos solo
pueden mirar al suelo,
que pienso en rendirme.
Pienso en claudicar y ser uno más,
uno de tantos,
uno de esos que luchan cada día,
que pelean cada segundo
con todas sus fuerzas
por salvar su culo.
Les envidio, les envidio y les odio.
No es verdad, no los odio,
los quiero como siempre les he querido
pero yo no puedo,
no quiero ser como ellos.
Las personas son algo maravilloso,
aunque te decepcionen,
aunque te traicionen,
aunque te maltraten,
son algo maravilloso.
Si las odio dejarán de serlo.
No puedo odiarlas, no debo,
si lo hago se acabará
todo en lo que creo.
Así, que esos días,
esos en que estoy tan cansado
busco a las personas
que creen como yo
que piensan como yo
y las veo cansadas,
demasiado cansadas para seguir peleando
pero pelean y lo seguirán haciendo.
Y las envidio, las envidio y las amo.
Y ese amor,
ese amor es el que hace que me levante.
Que me levante y siga en la pelea.
Perderé, perderemos,
las personas que piensan como nosotros
pocas veces ganamos, casi nunca,
pero nuestra victorias son más dulces,
lo son porque si ganamos nadie pierde
o todos perdemos un poquito.
Por eso iré a buscaros,
por eso no me hundiré,
porque estáis a mi lado,
por eso os llevo mis sonrisas,
también vosotros necesitáis verlas
y sosteneros otro día más en ella.