martes, 10 de junio de 2014

Cuando no puedo más, cuando estoy agotado
y la vida es un paso demasiado duro
busco el mar en un día de lluvia.
Sin paraguas, sin mas protección que la ropa,
me dejo empapar por el agua
paseando por un muelle o un acantilado.
Me relaja el sonido de las olas y la soledad.
Nadie pasea en un día de lluvia,
y si lo hace alguien, irá demasiado rápido
para fijarse en que estoy loco.
Por fin soy invisible,
puedo perderme en mis pensamientos.
Y me siento sobre un muro de piedra,
empapado, calado hasta los huesos,
pero al calor de mis desesperaciones.
Me relajo, contemplo el mar y olvido,
contemplo el mar y las olas arrastran mi pasado,
contemplo el mar mientras el frío va llegando.
Tengo frío, estoy vacío,
solo puedo pensar en volver a mi vida de nuevo,
a buscar el calor del hogar,
el calor de una vida que ya no me parece tan dura.
Así me gusta el mar, por eso me gusta la lluvia.

Pero ahora he visto el mar de manera diferente,
lo he visto contigo bajo un calido sol de primavera.
No estoy solo, no llueve, no hace frío
y aun así puedo relajarme
olvidando la vida, sin pensar en nada.
El mar es mucho más maravilloso
sintiéndote a mi lado.
Y no quiero volver,
querría estar aquí para siempre,
junto al mar, junto a ti,
en este paraíso de luz y de sonrisas
pero nuestras vidas esperan.

Ahora el mar está contigo,
mi mar estará dónde tu estés,
oiré las olas de tu voz,
sentiré la brisa de tu aliento,
el calor del sol de tu mirada
y el aroma de tu cuerpo
será el yodo del salitre.
Y volveré a ti para llevarte mis lágrimas,
y volveré a ti para regalarte todas mis sonrisas.