jueves, 4 de septiembre de 2014

Venido de otra galaxia,
de un lugar donde solo existen cosas bellas,
un meteorito en llamas,
estrellándose en este desierto de soledad y deseo.

Un extraterrestre en otro mundo,
y sin embargo podría convertirlo en suyo.
No es una invasión, ni una conquista,
la belleza, el amor, siempre se recibe con los brazos abiertos.

Ha sido estrella fugaz en otros mundos
que solo han podido admirarlo desde un lejano telescopio,
tratando de tocar sueños imposibles,
pero en este mundo se ha quedado abriendo un cráter.

Un enorme cráter que quedará marcado para siempre,
aunque vuelva a volar por el vacio del espacio
dejando también un vacio en un mundo que nunca volverá a ser el mismo.
Nunca. Ha cambiado para siempre, ha sido transformado.

El mundo lo ha acogido en su regazo,
no quiere que se vaya, su ausencia sería dolorosa,
pero si quiere marchar, si este mundo le parece insuficiente,o imposible de habitar,
abrirá las manos para que vuelva a volar libre.

Pero mientras tanto apretará sus brazos para abrazarlo siempre,
para notar su calor y darle el suyo,
¿Quién sabe? Tal vez su roca y la arena se fundan y se unan.
Solo uno, unidos, viajando por una galaxia desconocida.

Da vértigo viajar, da miedo lo desconocido,
quién sabe lo que va encontrar al abrir la puerta de su casa,
imposible predecir si se entra en una nueva galaxia,
los universos que se abren son infinitos.

Hay miles de cielos diferentes, miles de estrellas,
miles de cálidos soles, años luz de frio espacial,
profundos agujeros negros que tal vez no lo sean tanto,
imposible anticipar, imposible no temer, imposible no querer viajar.

¿Es posible la vida en otros mundos? ¿Hay otros mundos posibles?
¿Existe algún lugar dónde los sueños son posibles?
Salir a buscarlos es la única respuesta. Solos o fundidos en un abrazo.
Aunque los mundos dejen de girar siempre caminan hacia algún lado.