lunes, 30 de marzo de 2015

Un insignificante punto en el universo,
una pequeña luz lejana,
nada importante,
nada por lo que mostrar el más mínimo interés.
Demasiado lejana,
demasiado distante,
su luz es apagada, mortecina, gris, casi negra.
Su luz son mis ojos.

Un sol deslumbrante,
Tan cercano que la piel se quema con sus rayos,
una luz que lo es todo,
una luz de la que no se puede apartar la vista
aunque hasta la retina se derrita al mirarla.
Una luz de mil matices arcoíris,
una luz brillante, llena de vida, casi blanca.
Esa luz son tus ojos.

Enanas amarillas, blancas, marrones…
gigantes azules, naranjas, rojas,
novas, supernonovas,
estrellas de neutrones…
Todas diferentes, todas estrellas,
todas plasma, todas luz, todo energía.
Ojos a los que mirar para que existan,
ojos que ignorar para que mueran.