martes, 31 de marzo de 2015

Hay una relación que ya no existe,
extraña y bellamente incompresible,
sutil pero con fuerza omnipresente,
acompañada de presencias insondables,
de etéreos momentos cadenciosos.

Hay eternos gritos silenciosos
que viajan en ondas invisibles
atravesando el suelo, el mar y el aire
que llegan a un destino inencontrable
de sed, de sal, de sol y frio.

Prudentes vocablos siempre osados,
oraciones mayormente previsibles,
palabras que manan de una fuente
de vestigios de vida inapelables
con la razón del que suele estar equivocado.

Existe aunque este todo zanjado
porque su ímpetu es incontenible,
un amor que nunca se detiene,
un abismo de un sueño inalcanzable
que expande un universo inacabado.