viernes, 15 de mayo de 2015

Ya sabes dónde iré esta tarde,
el mar me está esperando,
tu lo sabes, espero que siga lloviendo,
espero que siga el viento norte,
espero que siga el frio.
Así amo el mar. Cruel y descarnado.
Porque me azota, porque me hunde,
porque me traslada al fondo de mis sentimientos
para que pueda deshacerme del odio,
del dolor, de la sed, del medio.
Tu sabes dónde iré esta tarde.
Tal vez no sepas el lugar concreto,
pero sabes que allí estuve contigo
aunque no sepas que lo descubrí contigo.
Aquel acantilado sobre la bahía de Plentzia,
a aquel asiento de tierra que encontramos,
allí me sentaré, para mirar el mar,
para mirar la costa del Cantábrico,
para imaginar que puedo ver
las solitarias playas de aquel feo pueblo
dónde lucías la pamela con la mas bella de las sonrisas.
Supongo que realmente es un pueblo feo,
pero donde tu estés
para mi será el lugar mas extraordinario del mundo.
Y eso, eso también lo sabes.
Tal vez no con la cabeza,
tal vez no con el sentimiento,
pero lo sabes, en los mas profundo lo sabes.
Porque un día, al menos uno,
nos encontramos en lo mas profundo
y eso, eso siempre nos quemara por dentro.
Por eso voy al mar,
por eso en días de lluvia,
en días de viento,
en días de frio.

Mi fuego, mi llama es todavía un incendio.