jueves, 3 de marzo de 2011

Hay parajes olvidados que son imposibles de olvidar. Lugares donde viajarías siempre porque siempre te acompañan en el camino. Sitios perdidos para corazones solitarios. Refugios de almas, de sueños, de esperanzas. Tu refugio, el mío, el de todos.

Al dar el primer paso me asalta la duda. ¿Llegaré algún día? O tal vez ese lugar se encuentre más allá de donde llegan mis deseos. Mas allá de los límites de mis fuerzas. Tan lejos que una vida sería corta únicamente para alcanzar el primer horizonte.

No se. Me siento inseguro. Tal vez la utopía no esté al alcance del mundo. Tal vez mil generaciones no puedan más que alejarse del destino. Es posible que mi meta esté incluso mas lejos de lo que pueda el poder del ser humano.

Como dioses ambiciosos, deseando lo imposible y haciendo milagros para conseguirlo. Omnipotentes. Algunas veces me gustaría sentirme así y no hundido hasta el cuello en el viscoso mar de las dudas. Y cuando hundo la cabeza no puedo respirar.

Un pulso, un pequeño pulso de mi corazón y siento de nuevo la vida. El vacío está completamente lleno y los saltos imposibles quedan atrás con tan solo un pequeño impulso. Soplos de aire que llenan mi espíritu del frescor de la mañana.

Te veo y me pregunto si querrías caminar conmigo. Si tus pensamientos podrían danzar con los míos, en una danza de fuegos espirituales, trascendentes al mundo. Te miro pero jamás llegaré a preguntártelo.

Pasan los días, los años y mis pasos solo me llevan hacia atrás, hacia el origen, pero quizá ese sea el sendero adecuado. Es posible que descubriendo lo que somos descubramos lo que queremos ser. Aunque tal vez esto también esté demasiado lejos de nuestras capacidades.

Hay un ahora, no hay un destino. Podemos construirlo, podemos tender mil puentes y derribarlos, lo importante no son las obras. ¿Qué es lo importante? ¿Alguien lo sabe? de momento descansaré en mis parajes olvidados y si vienes a visitarme recuerda traerme una sonrisa.