lunes, 21 de marzo de 2011

El hombrecito verde que subía las escaleras de chocolate

Pues si señoras y señores, me propongo contarles la historia del hombrecito verde que subía las escaleras de chocolote.
Y se preguntarán ustedes por qué subía las escalares de chocolate pero eso en realidad son muchas preguntas en una. Y si me preguntan por la razón tendré que decirles que nadie la sabe porque nadie se la pregunto nunca. El caso es que este hombrecito verde, cada día, a la misma hora subía por una escalera de chocolate que a decir verdad nadie sabe dónde llegaba porque nadie se molestó en investigarlo.
Y dirán ustedes, si no sabes dónde llegan o por qué las subía, sabrás por lo menos por qué era verde o por qué era pequeño. Pues mala suerte, tampoco se eso. La verdad que en esta historia ni los colores ni los tamaños son verdaderamente relevantes, ¿o si?
¿Y que hacemos aquí entonces? ¿No lo había dicho ya?; escuchar una historia.
Érase una vez que se era un hombrecito verde que pasaba todos los días por mi imaginación ataviado con un sombrero de flores amarillas y que se dirigía a buen paso hacia una deliciosa escalera de chocolate. Y ¿saben lo que mas me cuesta creer? que la escalera estuviera extrañamente entera. Dirán ustedes que soy un goloso pero si esa escalera estuviera cerca de mi casa seguro que no tenía ya pasamanos y mis caries darían fe de ello. Pero esa es otra historia y la escalera no estaba al lado de mi casa.
Vaya, ¿un sombrero de flores amarillas?. La verdad que si quieres disimular que eres verde no hay como llevar un sombrero de flores amarillas. Supongo que a todos nos desviaría la mirada, es mas, hasta que no pasaron varios días ni me había dado cuenta del color de su piel y solo podía pensar en como le gustaba dar la nota al hombrecito, que aún con un sombrero bastante alto, no podía disimular su menuda estatura.
Cada día le miraba con más interés porque me llamaba poderosamente la atención. ¿Acaso no se la llamaría a ustedes? Por supuesto que si, pero para eso deberían tener el valor de fijarse en él. Y no me entiendan mal, que mi hombrecito no asustaba pero tampoco lo hacen ninguno de los que pasan todos los días por delante de su ventana y no se fijan en ellos y les puedo asegurar que son tan diferentes unos de otros como lo son de mi hombrecito verde con su llamativo sombrero amarillo.
Y un día el hombrecito no pasó y miré hacia dónde debería estar la escalera y tampoco estaba y ese día fue cuando me pregunté ¿dónde está el hombrecito? y ese día me pregunté ¿a dónde llevaba la escalera? y me pregunté por su sombrero y por qué pasaba por mi imaginación y por qué pasaba a la misma hora y por qué jamás iba corriendo y tantas cosas…
Al día siguiente esperé ansioso la hora para volver a verle pero pasaron los días, las semanas y los años y nunca jamás volvió a aparecer. Si un día me hubiera molestado en saludarle y acompañarle por esas deliciosas escaleras de chocolate tal vez hoy tuviera una increíble historia para contarles o como mínimo sabría a dónde llevaban las escaleras. Como no lo hice tan solo puedo contarles que durante una temporada vi a un hombrecito verde subiendo unas escaleras de chocolote. Maldita sea ¿dónde se compraría su espectacular gorro de flores amarillas?