viernes, 19 de agosto de 2016

En ocasiones contemplo el mundo y lo veo bello,
a veces la vida es una mierda.
Un cúmulo de experiencias,
unas buenas, otras no tanto,
otras un puñetero asco.
¿Y el amor? ¿Y el dolor?
A veces pienso que son la misma cosa
y me esfuerzo en recordar
aquellos momentos de felicidad absoluta,
de felicidad inmensa, de felicidad imposible,
para no olvidar que el amor puede serlo todo,
y lloro por haberlo perdido,
me destrozo a mi mismo en el recuerdo,
me pierdo en la ausencia,
en lo que pudo ser y no fue,
y vuelve el dolor,
vuelve el grito, la frustración,
la melancolía, la añoranza.
Y pienso, y recuerdo y sigo sin entenderlo.
Si, tal vez, tal vez renunciamos a un sueño
por miedo a perder la vida,
esa que es tan fácil, tan cómoda,
esa de la que siempre queremos huir
para encontrar un paraíso que no existe
o si, tal vez, pero ya nunca lo sabremos.
O si, al fin y al cabo aun hay vida por delante,
aun hay tiempo para que bailemos abrazados
a la luz de una luna llena
que solo brilla para nosotros.
Un saxofón, en la calle,
con una dulce melodía que aun no se ha escrito,
pero que ambos tendremos siempre en el recuerdo
aunque nuestros caminos no vuelvan a cruzarse.
Así bailando abrazados,
con mi cabeza reposando en tus hombros,
te recordaré también siempre,
aunque nunca lo hicimos,
y es posible que ya nunca lo hagamos.
O si, en ocasiones el mundo es bello,
a veces la vida es una mierda.