miércoles, 23 de septiembre de 2015

Casi cuentos de adultos para Rita: de los cuentos que no quieren tener finales felices

Casi todos pensamos que los cuentos tendrán finales felices. Los personajes pueden estar viviendo mil penurias y sufriendo pero avanzamos en las líneas pensado que al final todo se resolverá y el desenlace será tan emocionante como feliz. Así son la mayoría de los cuentos.
Cuando me pongo a escribir un cuento normalmente no tengo más que un título o cuatro palabras que juntas me han sonado bien. Pocas veces tengo una idea clara, ni tan siquiera una idea, y prácticamente nunca tengo decidido el final. Simplemente escribo y la historia avanza por donde le da la gana.  Y es que las historias y los finales se van escribiendo solos y, como en la vida, los protagonistas son los que, con sus decisiones, arrastran los finales hacia un lado u otro. Pero hay historias, hay cuentos, que no quieren tener finales felices incluso aunque sus personajes lo deseen. Hay historias, hay cuentos, que no quieren tener finales felices aunque él o la que lo escriba haya imaginado el mejor de los finales.  Porque hay historias, hay cuentos, que son tan tremendamente complicados, en los que hay tantos personajes involucrados,  que solo uno de los miles finales posibles puede ser feliz para todos y todas. Y ese final suele ser el menos probable de los posibles porque, en ocasiones, el camino que nos llevaría a él parece el más incierto, el más arriesgado y el que menos posibilidades tiene de traernos la felicidad. A veces simplemente los cuentos no quieren tener finales felices.

Os debo un cuento sin final feliz no me apetece escribirlo ahora. Hoy he escrito un último punto de una historia que ha acabado mal. Hoy solo puedo desear que ese punto no sea un punto final. Los cuentos, las historias, incluso las que tienen finales felices están siempre inacabadas porque la vida sigue a partir del punto donde terminan.