martes, 15 de mayo de 2012

No hay espacio para los ojos enardecidos de las malas conciencias, no hay espacio para que se fundan los negros y los grises, no hay espacio para infligir un dolor innecesario. No hay espacio. No lo hay. Pero lo encuentran.
Lo encuentran.
Los que creen que el mundo es suyo lo encuentran.
No lo puedo entender, no lo entiendo, cómo hay tantísimas personas que se creen mejores que nosotros, que se creen que pueden usarnos y escupirnos, que se creen que pueden mantenernos esclavizados repartiendo las migajas solo para que los que somos buenos, para los que somos tontos, para los que somos útiles.
No lo entiendo.
No lo entiendo pero se creen mejores que nosotros.
Estamos adormilados, dormidos, soñando que tenemos vida, que somos alguien, que podemos ser ellos. Soñando en un trabajo mejor, en una casa mejor, en un coche mejor, en algo mejor. Y matamos a otros con nuestro silencio malpagado, con nuestro silencio traicionero. Sin alma. Vacios. Nunca seremos ellos, no nos dejarán.
Nunca lo seremos.
No te engañes, nunca lo seremos.
Siempre podremos soportar las desgracias ajenas, no son nuestras. Vagos, maleantes. O mala suerte en el mejor de los casos. Pobrecitos, que mala suerte.  E incluso si nos tocan podremos soportarlas. Mala suerte, pobrecitos de nosotros. Y siempre callados. Siempre esperando sus miserables migajas. Como el perro espera su comida debajo de la mesa del amo.
Pobres, que mala suerte.
No hay nada que hacer. Así es la vida.
Y así es. Y así será. Por nuestra cobardía, porque si te revelas te señalan con el dedo. Porque pueden cambiar las leyes y hacer ilegal aquello que no lo era. Porque la ley también es suya y sus perros guardianes están bien amaestrados. Ahora lo vemos más que nunca, convierten seres humanos íntegros en delincuentes y los persiguen. Y los perseguirán hasta acabar con ellos y lo que representan.
No lo olvides son peligroso.
Son perroflautas sucios delincuentes.
No te unas a ellos. Si te unes es que eres un perroflauta, un sucio delincuente, un excremento de la sociedad que alguien tiene que recoger con una pala y encerrarlo para siempre para que no no haya ningún zapato caro que pueda pisarlos y mancharse. Tanto odio no es concebible sin el miedo. El miedo de perder esos privilegios de los que disfrutan.
Tienen miedo.
Y a falta de otra esa será nuestra arma.
Porque unidos somos peligrosos. Porque podemos hacer tambalearse al sistema. Pero si lo conseguimos no seamos como aquellos que llegados al poder se convirtieron en unos de los otros. NO. El poder es del pueblo. La calles son nuestras, lo que producimos es nuestro. Es nuestro. Recuperarlo no es un delito, es cuestión de justicia. Recuperémoslo y compartámoslo con los que tienen aun menos que nosotros.
El poder es del pueblo.
Su miedo es nuestra única arma.