miércoles, 10 de noviembre de 2010

En un mundo inmenso vi una puertita. Era pequeña si, pero estaba pintada de mil colores. La curiosidad me llevó a acercarme y cada paso que daba la puerta crecía y crecía o tal vez fuera yo el que me sentía más pequeño.
Me coloqué justo enfrente, ya podía verla bien, era una puerta de tamaño normal, de color normal y como es normal también con las puertas estaba cerrada. Si era tan normal ¿qué había causado esos efectos ópticos?
Azuzado por la curiosidad piqué a la puerta y sin tardar mucho se abrió. No diría que tenía miedo pero si dudas, entrar en un sitio desconocido tiene tantas dosis de emoción como de peligro.
Dentro había miles de puertas y las paredes estaban decoradas con millones de palabras y en cada puerta, bueno en todas no pero si en muchas, había colgada una sonrisa. He entrado en un mundo nuevo, me dije. Un mundo nuevo para explorar y parecía, aun lo parece, algo atractivo.
Miraba a cada puerta pero no me decidía por ninguna y derepente, sin previo aviso, una se abrió y pude entrever lo que había dentro, luego se abrió otra y otra y otra más. Había tanto que mirar que no sabía dónde fijar mis ojos.
No sabría decir dónde he entrado exactamente pero si se que he estado muchas veces en sitios así. Este es diferente, extraño para mí, pero tiene tantas cosas en común con otros en los que he estado antes que solo los matices, los importantes matices, lo hacen diferente.
De una de las puertas sale magia, de otras palabras, de otras sentimientos… Algunas parecen fuertes, casi indestructibles, otras en cambios parecen tan frágiles que el más leve aliento de cualquier persona podría derrumbarla. Algunas son grandes y ostentosas, otras pequeñas y discretas, otras coloridas, otras trasparentes, opacas, gruesas, finas las hay de todas las clases. Si te gusta abrir puertas aquí tienes muchas que están esperando que las abras pero, aunque todavía no encontrado ninguna, seguro que hay algunas que no se abren. De momento solo llamo a las que tienen una sonrisa.
No se dónde estoy pero he estado en muchos sitios así antes, tan iguales y tan diferentes a la vez, tan comunes y tan individuales, con unas características homogéneas y a la vez tan tremendamente personales.
Viéndolas de lejos todas las puertas de entrada parecen iguales solo cuando entras por ellas eres capaz de distinguirlas.
Este lugar es agradable, está lleno de sonrisas, de pensamientos, de intriga, de magia… aunque se que también guarda otras cosas menos amables pero tremendamente humanas.
He estado antes en sitios parecidos pero este es de los que te apetece seguir explorando, plantar tu tienda de campaña y salir a recorrerlo a pie, sin prisa, perdiéndose en los detalles aun sabiendo que es un mundo tan grande que una vida no es suficiente para conocerlo.