viernes, 4 de febrero de 2011

Un espejo,
tan solo un minúsculo espejo
en la inmensidad del universo.

Un punto de luz
reflejada de una estrella,
de una pequeña estrella
en una pequeña galaxia.

Así es, insignificante.
Un tac de un segundero
del infinito reloj del tiempo.

Pero vivo aquí,
y no veo el espejo
y mi estrella,
no es una estrella cualquiera
y de mi galaxia no se nada.

Es mi mundo, tan mío
como de aquellos que lo dominan.
Es mi mundo, tan mío
como de aquellos que lo explotan.
Es mi mundo, tan mío
como de aquellos para los que no significa nada.

Es nuestro mundo, el nuestro.
no es el de ellos,
no es el mundo de la élite
es el mundo de todos
y es también el mundo de los pobres,
de la escoria, de la purria,
de los pobrecitos africanos
que de vez en cuando
nos enseñan en la tele,
es el mundo de los enfermos de hambre,
de una enfermedad
que es producto de nuestros desechos.
También el mundo es suyo,
mas suyo que nuestro
porque son mas y les debería
corresponder mas parte.

Ricos, somos ricos,
los nuevos esclavos bien pagados,
con los ojos cerrados
y las bocas llenas.

Sistemas caducos,
todo se explota,
la tierra y sus hombres y sus mujeres
solo son monedas en un mercado.

Y aquí estamos,
con los bolsillos y las tripas llenas.
consumiendo el bienestar
y sin disfrutar de la vida,
mientras otros muchos mueren
para sustentar nuestro lujo,
ese lujo que mata nuestras vidas.

Que lejos queda el mundo ideal,
tal vez mas lejano
que la mayoría de las galaxias.
Pero nunca llegaremos
si no damos el primer paso.