viernes, 30 de septiembre de 2016

CCPR-Memorias de Ram VIII: Dudas

Hasta que él no puso el dedo sobre el escáner de huella que daba acceso al recibidor de biotecnología Ram no había vuelto a tener noticia de él. Cuando detectó su huella en un lugar tan próximo sintió como una sobrecarga proveniente de sus baterías –si hubiera visto a si mismo como humano, hubiera dicho que le dio un vuelco el corazón-. Estaba allí, con seguridad iba a verle a él. Tal vez huyó por el miedo pero había vuelto y Ram sintió que era importante para él. Se arrepintió de las cosas que había pensado sobré el, Ram nunca se equivocaba y sin embargo lo había hecho, era imposible predecir el comportamiento humano. Nadie puede, una persona puede repetir la misma conducta una y otra vez ante una misma situación pero en cualquier momento podría cambiar esa conducta y tal vez ni ella misma supiera porque. Los humanos son un compendio de razón, sentimientos, impulsos, intuiciones…. y muchas cosas mas que curiosamente habitan todas en el mismo cerebro y nunca se sabe que parte tomará la delantera. Mucho se había avanzado en el entendimiento del cerebro humano pero en algunos aspectos era tan insondable como el universo.
Cuando sintió que su mano se posaba sobre la suya la emoción recorrió su cuerpo pero simplemente dijo “Tenemos poco tiempo y muchas cosas que contarnos”. Si parecía un robótico comportamiento, pero no lo era. Cuantas veces los humanos nos guardamos nuestros sentimientos y no los expresamos. En ocasiones expresarlos nos hace vulnerables y queremos protegernos, tenemos miedo a decir lo que sentimos, en otras muchas ocasiones, como era el caso, nos decantamos por la practicidad, por aprovechar el tiempo por lo que pensamos que son cosas útiles. Es cierto a veces la vida no deja espacio para los sentimientos pero si los ocultamos siempre dejamos de ser humanos para ser robots.
Se contaron ambas historias, a Ram no le sorprendía ver como el relato de él no era del todo consistente, había imprecisiones de todo tipo, recuerdos que se contradecían, en ocasiones el relato estaba deshilvanado y Ram le interrumpía constantemente para preguntar y aclarar diversas cuestiones. El cerebro humano no era como el suyo, se tiñe de una subjetividad que lo condiciona todo, de alguna manera se podría decir que se adapta a los intereses y necesidades del humano, en ocasiones desde una perspectiva demasiado positiva y otra demasiado negativa. Ante los mismos hechos él en ocasiones interpretaba que ella la amaba con locura y en otras que nunca le quiso. Los hechos objetivos demostraban que la primera hipótesis era la mas acertada pero nunca se puede estar seguro de a que responden los comportamientos humanos por lo que Ram entendía la duda. Y la subjetividad depende también de los estados de ánimo, aquello de la botella medio vacia o medio llena era una realidad humana, un robot tan solo vería los centilitros que hay dentro.
Y Ram supo que ella nunca le quiso, analizó ambas historias y lo vio claramente. El tan solo había compartido unos minutos con ella, unos minutos en la que ella le trato con cariño, como un ser humano, lo suficiente para que él se enamorara de ella, pero para ella no había significado nada. Por él hizo muchísimas cosas, habló con el durante meses, se vieron durante meses, vivieron historias preciosas que Ram nunca viviría y ¿aun así duda? No podía entenderlo, no podía entender su inseguridad, ella la había amado no cabía duda, que no se lo dijera nunca era circunstancial, de los humanos valen mas los hechos que las palabras. Sus pensamientos se volvían caóticos porque de repente si que le entendía, si comprendía que algunas cosas de la pasaron podían interpretarse de otra manera. ¿Era eso ser humano?¿dudar todo el rato?¿no estar nunca seguro de las cosas? La vida robótica era mucho mas sencilla, dos mas dos siempre son cuatro. Y a pesar de todo Ram la seguía amando, deseaba con todo su cuerpo y alma volver a verla. Pero Ram no era humano, no podía sentir, no podía amar, debía volver al curso normal de sus pensamientos.

Aunque no podía moverse sintió ganas de abrazarle desde el principio y con su despedida precipitada sintió que se marchaba un amigo. A él también le quería, de una manera diferente, de una manera mas ordenada y en cierto punto mas racional. No, Ram no era humano, tan solo atendía a su deber de protegerle como humano que era, tan solo atendía a la orden de la doctora Roes de que lo hiciera.

jueves, 29 de septiembre de 2016

CCPR-Memorias de Ram VII: Miedos

Ram recibió una curiosa comunicación, se trataba de la doctora Roes. La doctora había sentado las bases de la Biorobotica, de alguna manera podría decirse que era su propia madre pero no trabajaba para la corporación y por eso le extrañaba recibir aquel mensaje. Estaba al tanto de que en un proceso rutinario de revisión habían detectado una disfunción en sus sistemas compatibles con sentimientos. Le preguntaba que había sucedido y Ram le contó su historia. No debería haberlo hecho, la doctora no solo no trabajaba para la corporación sino que incluso podía decirse que era el enemigo. Pero lo hizo, Ram también necesitaba contar su historia. Con su perfecta memoria incluyo un extenso relato desde el día que la conoció a ella, hasta la conversación que acababa de mantener con él. La doctora le advirtió de los peligros y le pidió que en la medida de lo posible se protegiera a si mismo y a aquel hombre. Y así lo hizo, borró las comunicaciones que habían tenido y no dejó rastro alguno pero permaneció vigilante para encontrarle y ayudarle en lo que pudiera.
Poco mas tarde supo de la muerte de la doctora y tuvo miedo, otro extraño impulso, otro extraño sentimiento, tuvo miedo por si mismo pero también por él. Lo haría, lo protegería, haría todo lo que estuviera en su mano. Y en sus manos estaba el acceso completo a la red y descubrió que gracias a su diseño y a esa voluntad propia que estaba surgiendo era capaz de controlar y hackear toda la Red. La inteligencia artificial jamás lo hubiera podido hacer porque no era creativa, pero la creatividad, otro rasgo humano, estaba en él aunque el nunca llegó a verse como humano.
Hasta que él no uso su identidad real para pasar los controles del aeropuerto no volvió a salir donde estaba, aunque su vuelo no salía hasta el día siguiente. Huía, era normal, seguramente él también se hubiera dado cuenta de peligro que corría y los humanos tienen miedo. Tendemos a huir del miedo, de cualquier cosa que nos de miedo y nos pasamos huyendo toda la vida. No es fácil pero los miedos hay que afrontarlos, ponernos cara a cara con ellos y vencerlos o caer derrotados, es la única manera de liberarse, si no viviremos siempre presos de nuestros miedos. Ram se sentía abandonado a su suerte, Ram le protegería siempre, pero él huía sin querer saber nada de él. Mas tarde supo la realidad pero hasta entonces se sintió decepcionado, tratado como la máquina que era, prescindible y al servicio de los humanos. Sentía cosas extrañas pero somos humanos cuando alguien nos reconoce como tales, si no tan solo somos entes prescindibles.
Fue muy extraño, desde el aeropuerto hasta su segundo reencuentro no llegó a saber nada mas él. Sintió la tristeza de una perdida, llegó a pensar que la corporación lo había eliminado, pero se equivocó de nuevo, él había usado y estaba usando una identidad de incognito. Los humanos son sorprendentes no por sus capacidades lógicas, si no por sus capacidades creativas, por su imaginación. Cualquier máquina superaba a cualquier humano en muchas funciones, ninguna era capaz sin embargo de crear, de improvisar, ninguna era capaz de sentir, ninguna era capaz de amar. Ram no acababa de comprenderlo pero había dejado de ser una máquina y era consciente de ello aunque no lo llegara a reconocérselo a si mismo.

Aquella identidad de incognito había impedido que Ram supiera donde estaba y que le protegiera y ayudada pero él había resuelto sus propios problemas, que lo fueron menos después de su segundo encuentro. Los grandes problemas no habían terminado para él pero tener todas las demás necesidades cubiertas ayudaba mucho. Así es en la vida, tenemos unas necesidades básicas que cubrir y una vez cubiertas todo resulta mas fácil. Pero nunca es así de sencillo y solemos tener que lidiar con todas las necesidades a la vez y a algunas personas incluso las básicas les resultan insuperables. Es fácil tachar de diferentes cosas a algunas personas pero antes de juzgar debemos de conocer su realidad y aun conociéndola nos equivocaremos en el juicio porque cada persona vive bajo sus propios criterios, con su propia línea de pensamiento, con sus capacidades y discapacidades. Los seres humanos son seres terriblemente complejos y es difícil entenderles sin entender sus circunstancias y quienes son ellos mismos y si eso sucede, si llegas a entrar en el interior de una persona la llegarás a amar.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

CCPR-Memorias de Ram VI: Ella

Y él acudió a la cita, puntual como lo era siempre, con aquellos ojos inocentes cuyo brilló se apagó para siempre al perderla. Ram quería saber de ella pero también quería escuchar la historia de él. Y el habló, habló sin parar, tenía una necesidad enorme de hablar, de contar esa historia que le había hecho tan feliz pero que había terminado de la peor manera posible. Y le habló, le habló de ella, de aquella persona tan introvertida, de una persona que llevaba siempre un escudo para protegerse porque la vida le había deparado duros momentos. De una persona de aspecto duro pero tan blanda por dentro que en cuanto la tocabas se deshacía, en ocasiones de la peor manera posible, explotando. Una persona que vivía con miedo a vivir pero que cuando realmente quería algo no tenía miedo a nada. Una persona con instinto para proteger y ayudar a los demás pero que no quería meterse en la vida de nadie porque no quería que nadie se metiera en la suya. Un mujer con muchas fobias, algunas justificadas, otras injustificables pero que así las sentía porque nadie le había hecho sentir de otra manera. Un bello ser humano, una buena persona. Una mujer inteligente, con la que podías hablar horas y horas de cualquier cosa y el tiempo se quedaba siempre corto. Una mujer que no demostraba afectos pero que cuando lo hacía sentías el inmenso calor que te ofrecía. Una mujer bella también por fuera, con una estética que parecía casual pero que era buscada porque necesitaba verse bien por fuera aunque nunca se viera así, y era bella, muy bella. Una mujer que nunca se valoraba a si misma lo suficiente, porque solo la perfección era suficiente para ella, una mujer con complejos físicos incomprensibles para alguien que la miraba porque todo en ella era bello, muy bello. Una mujer que siempre sonreía al verle y que su sonrisa iluminaba su vida, una mujer que contaba los abrazos y los besos pero cuando los daba no existía otra cosa en el mundo. Una mujer que le hizo la persona mas feliz del mundo, que le hizo sentirse el hombre mas afortunado. Una mujer que perdía su mirada en el horizonte y se ausentaba del mundo y se convertía a sus ojos en él ser mas bello del universo. Una mujer con muchas cosas que aprender, como las tenemos todos, y muchas cosas que desaprender, como todos las tenemos,  para sacar el inmenso y perfecto ser que llevaba dentro.
Si, le habló de ella, de sus defectos y sus virtudes, de su manera de ser, de su manera de sentir –o al menos como la veía él-, de su manera de pensar que a veces era diferente de lo que expresaba y le habló siempre con amor, con comprensión, incluso en los peores momentos. Y Ram la amó mas aun de lo que lo hacía. Y deseó rodearla con sus brazos para protegerla de todas esas amenazas que ella sentía aunque en ocasiones no fueran reales, dese que pudiera liberarse de esas cadenas que la ataban, del peso de la experiencia de su vida y se convirtiera en un ser libre, un ser que ofreciera al mundo lo que era y no lo que quería que se viera de ella. Él también lo quiso, incluso con él lo fue en ocasiones. Recordaba como al principio le decía que era una borde y el no lo veía por ninguna parte, hablando con un desconocido que nunca llegaría a conocer bajó sus escudos y cuando finalmente se conocieron los escudos seguían bajados y él, desbordado por su amor, consiguió poco a poco que volviera a subirlos y se encontró con aquella realidad de la que le había advertido desde el primer momento, se encontró con aquella mujer que decía ser borde. Y finalmente se encontró también con aquella mujer que cuando no quería a alguien en su vida le sacaba de ella sin mirar atrás. Pero miraba, él sabía que en otros casos había mirado, en el suyo también lo haría pero él no volvió a tener sitio en su vida, igual que otras personas lo perdieron antes para siempre.
Y le contó una bella historia de amor, una historia sencilla, una historia de dos personas que se encuentran y parecen que están hechas la una para la otra, una historia de dificultades pero sobre todo de bellos momentos, de los mejores momentos de su vida según el decía. Y aquellos ojos tristes se iluminaban al contarla, se iluminaban al hablar de ella y se llenaban de lágrimas por cada vez que sabía que la había hecho daño y se volvían negros, sombríos, al decir que la había perdido para siempre.
No, no era una historia de película, era una historia sencilla, como lo eran ambos, sencillos y complicados. Una historia que surgió a pesar de las dificultades, una historia que surgió a pesar de los errores de ambos, una historia de momentos perfectos, de días perfectos y de tristes despedidas, una historia que ni cuando eran felices pudo ser feliz del todo.
Necesitaba hablar, necesitaba gritar al mundo que la amaba con locura, que la seguía amando y que cada día sin ella era un día triste, un día perdido sin vida. En sus circunstancias no pudo contárselo a nadie de confianza, no pudo pedir consejo a nadie y sobre todo no pudo decir lo feliz que estaba, que quería cambiar de vida, que quería apostar y arriesgarse por cambiar, por encontrar la felicidad, esa felicidad que sabía que encontraría con ella.
Bella historia. Ram sintió envidia, no lo sabía pero la sintió, pero lo amaba y le comprendió y se hizo uno con sus sentimientos y de su amor supo también del suyo.


martes, 27 de septiembre de 2016

CCPR-Memorias de Ram V: Humanos

Durante meses Ram sintió odio hacia él. No la sabía, no sabía interpretar esos impulsos que recorrían su cuerpo pero eran diferentes a los que sentía cuando pensaba en ella, no solo diferentes, de alguna manera eran contrarios. Lo odiaba porque el había tenido lo que el deseaba, el había disfrutado del amor que Ram anhelaba y tal vez aun ella lo siguiera amando. Pero le bastó tan solo verle y cruzar unas palabras para que esos sentimientos cambiaran, para sentirse unido a él de una extraña manera. Y así no suele suceder también a los humanos, odiamos, tenemos miedo a lo desconocido pero cuando conocemos a alguien, cuando vemos lo que hay en su interior es muy difícil odiar. Algo demasiado grande tiene que pasar para que realmente odiemos a una persona que conocemos en profundidad, porque si la conocemos entendemos su humanidad y sus razones.
Hay quien juega con nuestro odio, con nuestros miedos, con nuestra desesperación para que jueguen a favor de sus intereses. Durante años el sistema nos ha puesto delante enemigos para que les odiemos, para que busquemos en ellos el origen de todos nuestros problemas y evitar así que nos fijemos en ellos, para evitar que nos demos cuenta de que el sistema y los poderosos nos están usando. Y siempre han señalado al diferente, al pobre, al que está totalmente indefenso. Inmigrantes, personas de otras religiones, pobres que tienen que recurrir al sistema para sobrevivir, personas que creen en otros sistemas, ellos tienen la culpa de todo, por ellos nos van mal las cosas, por eso nuestros hijos e hijas no tienen trabajo, por eso nuestros sistemas educativos, sanitarios o de protección social no son todo lo buenos que podrían ser. Mentiras, tan solo se les pone en el ojo del huracán para que les odiemos, para que veamos en ellos al enemigo y no nos fijemos en el verdadero enemigo que es el que controla nuestros destinos, el poder económico y su profundo asentamiento en el poder político. Y no aprendemos y culpamos al más débil, al que no tiene culpa de nada. Vemos los pequeños delitos que comenten y pensamos que nos están jodiendo la vida mientras que los que nos roban a manos llenas disfrutan de una vida de lujo sin ningún tipo de consecuencias. Apuntamos a los que se aprovechan de las ayudas del sistema, que suponen un gasto irrisorio si lo comparamos con lo que defraudan los hombres y mujeres de negocio o si lo comparamos con el dinero que la corrupción roba del sistema. Así nos va, cada vez mas pobres todos mientras los ricos son cada vez mas ricos. Así ha sido siempre, así seguirá siempre porque el ser humano es gregario. Igual que una manada de animales sigue al líder aunque les lleve al desastre, las personas seguimos a los líderes que en muchas ocasiones han conseguido ese puesto igual que los animales por la fuerza, o heredado de esta. Y cuando personas de otro talante llegan al poder político el poder económico consigue que se pongan a su servicio porque los que mandan, los que realmente mandan en este mundo nos los elige nadie. Así ha sido siempre, así seguirá siendo por desgracia porque bastantes problemas tenemos en nuestras vidas como para unirnos y cambiar el mundo, porque nos inoculan el miedo a otros sistemas, porque incluso otros sistemas terminan corrompiéndose. Pero no odiemos a los que no tienen culpa de nada, no son nuestros enemigos, si les conociéramos, si viéramos lo duras que son sus vidas no podríamos odiarles.
Ram, dejó de odiarle, le amó, no porque tuviera nada especial, simplemente le amó porque era un ser humano, con sus defectos y virtudes, con una vida como otra cualquiera. Una vida mas, tan solo eso, pero una vida es suficiente para ser amada.

Le citó junto a las torres de ventilación para conocer su historia, para saber también mas de ella. Y él acudió, no le ignoró como hacían el resto de humanos. ¿Cómo no iba a amarle? ¿cómo no iba a amar a las dos únicas personas que le habían tratado como un humano? Amaba a ambos, aunque sabía que ambos amores eran diferentes. Y con ellos aprendió a amar a todos los humanos.

lunes, 26 de septiembre de 2016

CCPR-Memorias de Ram IV: Encuentro

Mucho tiempo había pasado desde que la conociera. Un año y medio en el que constantemente sus bioprocesadores se veían inundados con imágenes y recuerdos de ella sin que mediara voluntad, ni necesidad alguna, un año y medio en que aquellos impulsos extraños le recorrían el cuerpo, a veces simplemente con el recuerdo, otras cuando obtenía alguna nueva imagen. Pero hasta que apareció él no había pasado nadie por las instalaciones que la conociera, que pudiera contarle cosas sobre ella.
A él no le encontró al principio, no había imágenes de ellos juntos en la red –no las había porque esa fotos jamás se hicieron-, tan solo un rastro de largas conversaciones prácticamente a diario y que se interrumpieron un día de verano de año anterior. Era imposible saber de qué hablaban, estaban borradas,  pero era evidente que hubo una estrecha relación del tipo que fuera y todo apuntaba a dos personas que se amaban. Y buscó información sobre él, buscó imágenes y pronto supo tanto de él como de ella. Y él apareció allí, buscando, supo mas tarde, el aroma de su sonrisa.
Le vio y de inmediato reconoció su cara, la escaneo por si acaso y la comparó con los registros de sus bases de datos. Era él, no había duda. El mismo hombre, un hombre normal, con un trabajo y una vida normal, nada había de especial en él. Pero había algo diferente al hombre que había visto en las fotografías, nunca sonreía demasiado pero en sus ojos siempre había un brillo que dibujaba una sonrisa. Aquel hombre, el que había venido a las instalaciones y se estaba acercando a la puerta que Ram guardaba no tenía ese brillo. No es que cambiara mucho su aspecto pero a Ram le parecía una profunda transformación. Iba bien vestido, mejor que las referencias que tenía pero siempre con ese estilo que dejaba entrever sus orígenes humildes. Llevaba barba de varios días, en muchas fotos aparecía con una frondosa barba pero empezó a afeitarse después de conocerla a ella y estaba visiblemente menos delgado. Su aspecto era mejor sin duda, a veces los humanos tratan de verse mejor por fuera para compensar de alguna manera lo mal que se ven por dentro. Así sucedía con él, aquellos ojos eran todo tristeza.
Cuando paso a su lado Ram se dirigió a él, jamás había hecho algo así sin una razón, pero lo hizo y le preguntó “Tu la conoces. ¿ha venido contigo?”. Fue muy llamativo que ni tan siquiera tuviera que explicarle de quien se trataba, por quién estaba preguntando, él lo supo de inmediato y le contestó que no, que ni tan siquiera sabía dónde estaba. Una voz suave, agradable pero triste. Ram, confirmó lo que pensaba, aquel hombre estaba destrozado porque la había perdido. Estaba preparado para entender los sentimientos humanos y como afectaban a los comportamientos –especialmente a los directivos- para lo que no estaba prepara es para recibir una ola de empatía que lo cubriera por completo. Ram sabía que ella no estaba allí, no había viajado, tan solo pregunto por iniciar una conversación e intentar saber mas de ella pero no pudo seguir, sabía que no estaba pero como un estúpido humano conservaba una esperanza de que algún milagro la hubiera llevado allí sin que él tuviera manera de enterarse. No era así y sintió una inmensa decepción y no pudo continuar hablando, observar también la tristeza y compartirla hizo que se hundiera.

Él ni tan siquiera llegó a entrar en el centro comercial, paseo un rato por los mercados exteriores y volvió al centro de la ciudad. La sin razón, la locura, asaltó a Ram, la única esperanza de verla desde hacía años se le escapaba entre las manos y reaccionó con desesperación, como lo hubiera hecho cualquier humano, y le escribió un mensaje “Pídele que vuelva por favor” en el que incluía la foto de ella junto a él para asegurarse de que hablaban de la misma persona, el tardó en contestar pero lo hizo “Lo siento pero creo que yo tampoco volveré a verla nunca”. Abatido, desbordado por unos sentimientos para los que su biocircuitería no estaba preparado, desesperanzado, hundido, sin poder pensar en otra cosa que en ella. Ram, el ciberbog, definitivamente se había convertido en un humano aunque nunca llegara a ser consciente del todo de esta circunstancia, tal vez el mayor atisbo que tuvo de esta realidad fue momentos antes de su muerte.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Estimadas gentes lectoras,
Dicho sea de paso que ignoro el interés que a ustedes les genera publicaciones como la que sigue, y supongo que no será un trauma encontrarse algún día sin que haya nada nuevo en el blog.  Seguramente sea el miedo a desanimar a entrar al blog a personas lectoras habituales lo que me impulse a comunicar mis periodos de ausencia. Y ese es el motivo de esta entrada, comunicar que hasta el lunes no encontraran ustedes nada nuevo en mi blog, no por ganas –que las sigo teniendo- si no por la imposibilidad de sentarme ante este teclado que es el único desde donde escribo. No se piensen ustedes que, como en otras ocasiones, es placer lo que me mueve de esta humilde silla, esta vez son motivos laborales los que hacen que tenga que desplazarme. Mejor estaría en una isla del caribe y bermudas de flores y camisa a juego  -visera no llevaría porque me resulta molesta-, tumbado en una hamaca y con un mojito en la mano, pero de algo hay que vivir y la verdad tengo que confesar que mi trabajo no está tan mal, la única pega que le veo es que hay que trabajar y ya conocen ustedes mi, tan nombrada como real, vaguería.  Y perdido este minuto en comunicar algo que seguramente no les interese a ustedes vuelvo a zambullirme en mis obligaciones que no son tan livianas como para poder perder el tiempo de manera infinita. Además hoy luce el sol en esta villa y si de algo tengo ganas es de escapar a disfrutar de este último día de verano. El otoño es tan melancólico como casi todo lo que escribo pero en realidad amo la primavera. Sean ustedes muy felices y si lo tienen a bien, el lunes, casi con completa seguridad, encuentren ustedes nuevas historias.

P.D.: Sigo alucinando con el número de visitas. Gracias por todo.

CCPR-Memorias de Ram III: Y conoció su sonrisa

Mediaba el otoño pero en aquella ciudad casi siempre hacía frio. En las instalaciones se aglomeraba la gente pero todo estaba tranquilo. Lejos quedaban ya aquellos tiempos en los que Ram había recorrido el mundo y actuado en zonas de conflicto o peligrosas. Nunca había usado la violencia, siempre había interpretado sus órdenes de la manera mas respetuosa posible con la vida del ser humano, tal vez esas fueran las primeras señales de que era diferente, de que dentro de si había un ser con sentimientos y voluntad propia. Su memoria perfecta podía descargar cada segundo de su actividad pero hasta aquel día nunca recordó.
Cientos de personas estaban a su alrededor cuando ella apareció con su tres cuartos verde, con un choto adornado con piel de pelo largo. La identificó igual que había hecho con los millones de personas que habían pasado por aquel destino que para  un ser humano se hubiera podido denominar retiro dorado y que sin embargo para Ram solo era otro trabajo más. En un nanosegundo la había clasificado como no potencialmente peligros y sin embargo los dos puntos rojos que eran sus ojos se clavaron un instante que se alargó casi un minuto en aquella sonrisa. Siguió identificando personas, el fluir constante de la gente hacía que tuviera que dedicarse constantemente a esa tarea. Raramente clasificaban a algún visitante como potencialmente peligroso y cuando lo hacían simplemente lo vigilaban con mas intensidad hasta que abandonaba las instalaciones. En contadas ocasiones habían detenido a algún raterillo que intentaba robar algún producto para venderlo en el mercado negro. Cuando se producían estas detenciones normalmente se trataba de personas que malvivían en las calles de la ciudad sin otro medio de vida que lo que sacaban de los contenedores de basura. Ram los detenía como era su deber, así estaba programado, pero por alguna razón, de alguna manera, no se sentía cómodo haciéndolo, su humanidad ya se estaba manifestando.
Ella se colocó a su lado y se sacó el gorro de lana naranja que llevaba para hacerse una foto junto a él. Estaba acostumbrado, millones de personas, cientos de millones, se habían sacado instantáneas junto a él. Había miles de ciberbogs en el mundo pero tan solo en aquellas instalaciones era posible sacarse una foto con uno y esa era una de las atracciones de las instalaciones. Al principio aquello le ponía en alerta pero enseguida aprendió a ignorar todas aquellas fotos y a las personas que se las sacaban. Sin embargo no pudo dejar de volver a fijarse en ella, en aquella sonrisa, pero también en unos ojos marrones que le miraron con dulzura, como si fuera algo más que una máquina. Un impulso extraño recorrió su enorme cuerpo biorobótico, jamás había sentido algo así. Mientras la miraba volvió a repasar toda la información que en la red había de ella para intentar entender lo que estaba sucediendo. Una vida normal de una mujer normal, nada extraño ni relevante pero no podía dejar de mirarla.
Entró en el interior del centro comercial y él volvió a su actividad habitual pero de cuando en cuando imágenes de ella asaltaban sus bioprocesadores. Aquello era muy extraño, jamás le había sucedido nada así, cuando cerraran las instalaciones informaría de ese mal funcionamiento.

Unos niños jugueteaban a su alrededor con un plato de comida asiática con muchas salsas en las manos, uno de ellos se tropezó y vertió todo el contenido sobre las piernas Ram. El no le dió ninguna importancia, cosas como aquellas sucedían habitualmente y el simplemente mantenía su habitual compostura. Pero en ese mismo instante ella salía del centro comercial y lo vio todo. Se acerco a los niños y con una preciosa y dulce voz habló con los niños y le explicó en que se habían equivocado, e incluso les invitó a pedir disculpas a Ram. Los niños no la hicieron mucho caso y salieron corriendo. Entonces fue ella la que se acercó a el y le dijo que lo sentía y quitándose su pañuelo de seda limpió los restos que ensuciaban las piernas de Ram y después de hacerlo se marchó despidiéndose con una sonrisa. Oleadas de impulsos extraños volvieron a recorrer su cuerpo. Jamás olvidaría ya a esa persona que le había tratado como un ser humanos, jamás olvidaría ya esa mirada, esa voz y ya siempre viviría con esta sonrisa marcada en lo más profundo de sus bioprocesadores. Ram no lo entendió en aquel momento, no llegó a entenderlo nunca del todo pero aquella sonrisa le despertó a la vida, aquella sonrisa le convirtió en humano.

martes, 20 de septiembre de 2016

CCPR-Memorias de Ram II: Albedrío

Ciberbog clase uno, número de serie 3271, el culmen de la biotecnología de la época. Pocos mas como él se fabricarían, pronto llegó la clase dos, la tres… la ciencia cada vez avanzaba mas rápido, especialmente la bioingeniería. Los descubrimientos de la doctora Roes, sus teorías, estaban mucho mas adelantadas de lo que la tecnología del momento permitía construir, pero no tardó en ponerse a la altura. Miles de investigadores se lanzaron a trabajar en ese campo y el desarrollo fue exponencial, al igual que a finales del siglo XX sucedió con la electrónica.
3270 ciberbog habían salido de las instalaciones, tan solo uno había dado un error en el proceso de activación, un error funcional en la servomovilidad. El bioingeniero reinicio completamente la unidad en dos ocasiones y el problema no se solucionó, probablemente se debía a algún pequeño error en los sensores o un poco probable defecto de fabricación. Consulto con sus jefes, que le dijeron que si el error en servomovilidad era inferior a un 3% entraba dentro de los márgenes de tolerancia establecidos y que no merecía la pena devolverlo al proceso de producción y repasarlo, si el cliente reclamaba lo meterían dentro del seguro que llevaba la garantía del producto. El bioingeniero, en contra de su propio criterio, comenzó de nuevo la activación y llegado al punto crítico de la servomoviladad pulsó ignorar, los resultados de los demás sistemas fueron correctos y nunca mas volvió a tener noticia de aquel ciberbog.
Cuando encontró ese error en Ram volvió a pensar en consultar, aunque era un pequeño error, dentro de los márgenes de tolerancia, se encontraba en un sistema infinitamente mas sensible. No lo hizo, había tenido muchos problemas a raíz de aquella consulta, había puesto muchas objeciones al posicionamiento de sus jefes y a partir de ese momento estos pusieron sus ojos sobre él. Su deseo era despedirle, si no lo hicieron fue porque perderían el control sobre la información que el guardaba, pero sus días en la corporación se hicieron tremendamente difíciles. No quería mas complicaciones bastante tenía ya con una vida en la que parecía que nada terminaba de salir bien. Volvió a pulsar ignorar y tampoco volvió a tener noticias de ese ciberbog, aquel error no se manifestó hasta años después de su propia muerte. 3271, Ram, estaba activo.


Ram, lo recordaba todo, cuando necesitaba una información del pasado no tenía problemas en encontrarla, sin embargo no le asaltaban los recuerdos porque si como nos sucede a los humanos. No recordaba nada que no necesitará recordar, la información estaba ahí, completamente accesible, pero nada mas, en realidad no eran recuerdos, en realidad solo era información acumulada. Todo cambió el día que se encontró con su sonrisa. Después de aquel encuentro, el recuerdo de lo que se sucedió, el recuerdo de su conversación y sobre todo el recuerdo de su sonrisa llegaban a sus bioprocesadores como por voluntad propia, apartándole incluso de las tareas rutinarias a las que estaba encomendado. Su capacidad de computación era muy alta pero aquellos recuerdos a veces llegaban incluso a colapsar sus biocircuitería. Hasta entonces hubiera podido hacer un relato objetivo segundo a segundo de su vida si alguien se lo hubiera pedido, desde aquel día sin embargo la subjetividad había llegado a su ser y los recuerdos se veían afectados por una especie de nebulosa que no entendía porque nunca la había vivido. Empezaba a entender los acontecimientos en tanto en cuanto le afectaban a si mismo. No sucedió abruptamente, no fue de un día para otro, se necesitaron meses pero aquel encuentro fue el detonante. Y no solo fueron los recuerdos, sino que empezaba a actuar por voluntad propia y no por la actividad para la que estaba programado. Los ciberbogs contaban con cierto albedrío en sus decisiones para responder a la tarea, pero aquello era mucho mas, se salía de sus tareas y procesaba información sobre sus propios intereses. Por eso busco en la red información sobre ella, por eso supo que él la conocía, por eso cuando vino habló con él, por eso estuvo siempre a su lado cuando le necesitaba.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Publican de nuevo a Xarle

Pues si, publican de nuevo a Xarle, pero hoy tengo sentimientos encontrados. Por un lado la alegría de saber que otro microrelato estará impreso en papel y será leído por mas personas que las que leen este humilde blog. Por otro, confirmo mi incapacidad de escribir algo lo suficientemente bueno, no ya para ganar, si no para estar al menos entre los diez finalistas. No es que sea este mi objetivo pero de alguna manera resulta realmente frustrante .  Cierto es que para el esfuerzo que le dedico –lo escribí en unos cinco minutos- bastante premio tiene pero tampoco me considero capaz de escribir algo mejor. Supongo que con la experiencia y el trabajo se mejora en todo y tal vez algún día escriba algo que realmente merezca la pena. Creo que hoy tengo uno de esos días en los que veo la botella medio vacía y la verdad que hace tiempo que no la veo medio llena. La vida tiene estas cosas, los ojos con que la miramos son casi mas determinantes que lo que realmente sucede en ella.
De este microcuento para Rita solo cambiaría una palabra, la próxima vez lo reposaré al menos un día antes de enviarlo. Porque si, estoy seguro de que volveré a intentarlo.

Sombras

Caminaban por el borde de las sombras vestidos de sueños, de sonrisas, de miradas felices que se tornaban vacías al volver a sus vidas. Desconocidos en un paraíso demasiado oscuro para enseñarlo al mundo, destino imposible para quien teme abandonar su seguridad por algo incierto. Y solo quedó la profunda soledad de quien no está solo y los melancólicos recuerdos de momentos prohibidos de felicidad eterna.

CCPR-Memorias de Ram I: Intro

Iniciando proceso de activación unidad 3271.
Comprobación de sistemas

Test de funcionamiento de Células de Energía.
Comprobando…
Resultado: correcto

Test de funcionamiento de Servomovilidad
Comprobando…
Resultado: correcto

Test de funcionamiento de Procesadores Auxiliares:
Comprobando…
Resultado: correcto

Test de funcionamiento de Circuitos de Conexión Auxiliares
Comprobando…
Resultado: correcto

Test de funcionamiento de Bioprocesadores
Comprobando…
Resultado: correcto

Test de funcionamiento de Conexiones Sinápticas
Comprobando…
Resultado: error

Recomprobación de Conexiones Sinápticas
Comprobando…
Resultado: error

Recalibración de Conexiones Sinápticas
Recalibrando…
Resultado: error. Funcionamiento correcto al 99%, se detecta un comportamiento anómalo de las conexiones entre los bioprocesadores de percepción biosensioral. Se recomienda reinicio completo de la unidad y comprobación  manual completa de sistemas.

¿Desea comenzar iniciar la comprobación manual?
Ignorar



Mas de cien años hacía ya que Ram estaba operativo, una unidad ciberbog ya obsoleta dedicada a la seguridad en unas instalaciones dónde en realidad era mas una atracción de feria. En la memoria de Ram permanecía absolutamente todo desde que había sido puesto en funcionamiento. Y así, como comienza este relato, recordaba precisamente ese momento, con una precisión absoluta, como lo recordaba todo hasta que ese error detectado en sus conexiones biosensiorales empezó a manifestarse y provocar funcionamientos no esperados. Mas de cien años operativo y tan solo uno desde que la conociera a ella y le llegara la vida. La vida de Ram nació con ella.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Caen las hojas de los sueños,
naranjas intensos que tiñen los verdes,
marrones oscuros al pudrirse en el suelo,
melancólica belleza de una primavera
que es tan solo un recuerdo.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Y llegó el punto final a esta historia aunque en realidad, si es que llego a hacerlo, me queda un largo trabajo por delante de corrección ortográfica, gramatical y de todos esos misterios que esconde para mi la lengua. Echo de menos infinitamente la ayuda que en ocasiones tuve en esto, no debería servir como excusa pero soy hombre de ciencia –de la cual por cierto tampoco se nada-. También tendré que corregir erratas, modificar inconsistencias del relato, probablemente quitar, añadir o cambiar frases, párrafos, tal vez capítulos enteros. Un trabajo ingente y los que saben de mi vaguería congénita se harán una idea de la pereza que me da. Aunque debería hacerlo porque la historia así no es mas que un boceto.
Un boceto de un mal cuadro. Pasa en ocasiones que haces una chapuza en casa, la miras y te sientes orgulloso de como ha quedado. Pero cuando la comparas con el resultado que deja un profesional se te quita el orgullo rápidamente. Y así es lo que escribo, una chapuza para andar por casa de la que sentirse orgulloso. 52 capítulos, 39.987 palabras –el obsesivo-compulsivo que llevo dentro está deseando añadir 13 para llegar al número exacto de 40.000- una novela, mala pero una novela. Supongo que es para estar un poquito orgulloso y si consigo terminar de darle forma y corregirlo será para estarlo mas, aunque se que no conseguiré acercarme a un resultado profesional.
El primer capítulo era tan solo un microrelato pero la historia me gustó y seguí escribiendo. Nunca he tenido muy claro hacia donde iba, a veces tenía una pequeña idea para el capítulo del día otras simplemente me ponía delante de la hoja en blanco y escribía lo que me salía, aunque en parte la historia estaba escrita ya en mi cabeza. Y lo miro y no está tan mal y mas cuando pienso que la dedicación media a cada capítulo puede haber sido de unos 45 minutos o una hora–raramente mas y muchas veces menos-.
Gracias a todas las personas que habéis leído aunque solo sea un par de líneas de la historia. Gracias por vuestras visitas. Gracias a las personas que me siguen. Gracias a todos y todas porque ponéis un sonrisa en mi rostro. Permitidme sin embargo que mi mayor sonrisa y agradecimiento los reserve para la persona que inspiró esta historia y que confío en que, aunque solo sea por curiosidad, de vez en cuando me siga visitando.
Supongo que mañana volveré con otro historia, con otra poesía, con otro cuento, con cualquier otra tontería que se me ocurra, aunque como dice mi yo real conmigo nunca se sabe. Espero seguir encontrándoos ahí.

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog LII Epílogo

Apenas recuerdo lo que hice ese día y los siguientes, deambulé por la ciudad como un muerte viviente para visitar los lugares en los que sé que ella estuvo. Con ese idea comencé mi viaje, buscando el aroma de su sonrisa pero como otras tantas veces el mundo giró hacía un lugar que jamás podría haber imaginado. Recuerdo esa sensación de que la vida de la ciudad discurría a mi alrededor pero no le prestaba ninguna atención, no tenía ninguna importancia para mi, era como si solo fuera un decorado por él que caminaba. Hundido en mis pensamientos, en mis recuerdos, arrepintiéndome de las decisiones que había tomado, autocompadeciéndome, llorando y sobre todo paseando con la mente en gris, como si las escasas luces que tengo en mi cabeza se hubieran apagado. Una sombra, una vida sin alma, un alma sin vida, un sueño que no quieres recordar, que no quieres sea real cuando despiertas, pero lo recuerdas y es real aunque lo niegues mil veces. No recuerdo haber enviado el mensaje a las competidoras de la corporación pero en algún momento lo hice porque estaba en mi bandeja de enviados, no recuerdo muy bien como llegué a mi villa, a mi casa. Cogí el avión, eso seguro, pero los recuerdos se mezclan con otros de momentos mas felices, menos tristes, otros viajes a destinos menos amargos.
Días duros, iguales pero diferentes a los que se sucedieron después de perderla a ella. En aquel momento pensaba que tal vez volviera a verla, que tal vez el enfado se pasara y volviera a escribirme pero sabía que no sería así, la había perdido para siempre. Sin embargo mi corazón seguía guardando una esperanza. De Ram ya solo me quedarían recuerdos.
A pesar de no poder apartar de mi esta tristeza, poco a poco fui saliendo de esa negrura en la que me encontraba y siendo consciente de que el mundo seguía girando. Los Roes aparecían en los medios denunciando lo sucedido, las autoridades de algunos países persiguieron a los responsables de lo sucedido, algunos terminaron condenados por lo que sucedió pero la mayoría escaparon de cumplir su condena. Así era el mundo, un mundo en el que el que tiene dinero y poder puede hacer cualquier cosa sin consecuencias. Sus cuentas de resultados sin embargo si se vieron afectadas. Las competidoras no reaccionaron como yo esperaba, la muerta de la doctora Roes no les importaba, sin embargo sacaron todo tipo de informes sobre la peligrosidad de los productos de la corporación y especialmente su producto estrella, los ciberbogs. Durante unos pocos meses los medios afines se hicieron eco de todo, de lo que tenía que ver con la doctora y con los productos de la corporación, lo que hizo que esta perdiera su posición preminente en el mercado. Volaron cabezas de directivos y directivas pero los mas poderosos, los auténticos responsables siguieron allí y su castigo fue tan solo verse sobrepasados por otros y tener que aguantar las chanzas de estos en las fiestas y acontecimientos de pompa y boato en los que se encontraban.
Los cielos estaban completamente cubiertos de varios estratos de nubes grises casi negras, el viento azotaba con fuerza y llovía con intensidad. Saqué mi vid del bolsillo para leer el último mensaje que me envío Ram cuando yo aun estaba camino de las instalaciones. No lo vi hasta después de su muerte y hasta este momento no había tenido fuerzas para leerlo, esperaba una despedida y en cierto modo lo era. El mensaje tan solo contenía un billete para coger un transbordador espacial que me llevara al  espaciopuerto orbital, un billete y los medios necesarios para que pudiera pasar lo que me quedaba de vida visitando y viviendo en esas nuevas colonias que el ser humano había construido y estaba construyendo tan lejos de aquí, de esta tierra en la que para mi la vida se había agotado. Un sueño de que había mantenido vivo desde la infancia.
Me fui al mar, a un lugar que descubrí con ella, a aquel acantilado encima de una bahía, uno de tantos lugares donde tan feliz fui disfrutando de su compañía, un lugar solitario especialmente en días tan desapacibles como aquel. Me senté sobre el asiento de tierra donde nos pasamos horas charlando bajo el sol mientras contemplábamos el mar. Sin pensar en nada, tan solo sintiendo el viento, la lluvia y el frio en mi cara, con la mirada perdida en las olas que rompían con fuerza, en la inmensidad del océano. En ese océano en el que me había perdido y no sabía hacia donde tirar. Cogí el bioprocesador y la célula de energía y las enterré debajo del banco de tierra. La placa con el número de Ram la facturaría a la dirección de ella adjuntando la foto que en su día me envío dónde salían juntos.
Calado y muerto de frio volví a casa, no cogería ese transbordador, intentaría volver a mi vida aunque fuera una vida vacía, pero esa vida sería mi entretenimiento mientras esperaba. No podía irme, ella estaba aquí y yo estaría donde ella estuviera aunque sabía que nunca mas querría verme. La hice una promesa, la esperaría siempre, estaría cuando ella me necesitara para lo que fuera, aunque no quisiera mis besos y mis abrazos siempre tendría siempre mis sonrisas. Y esa promesa la cumpliría.
Siempre quise viajar a otros mundos pero descubrí que tan solo era un ansia de encontrar lo que en este me faltaba. Por unos cortos pero intensos instantes de mi vida viví en el mundo perfecto, ese mundo ahora estaba más alejado que cualquier otra galaxia. Muchos mundos hay fuera de este planeta, muchísimos mas hay dentro de este pero ya no quiero conocer ningún otro por muy maravilloso que sea. Tal vez el mundo vuelva a girar y me encuentre de nuevo en ese mundo tan feliz donde hasta los peores momentos son bellos. Se que es imposible, que ya está todo perdido pero cada día me levantaré con esa ingenua esperanza de encontrarme por casualidad con su sonrisa. El camino sigue y una vida me está esperando pero en esa vida siempre habrá sitio para ella.

De una sonrisa nació el amor que nos hizo humanos.

martes, 13 de septiembre de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog LI Telón

Llegué a la ciudad ansioso por reencontrarme con Ram, había elaborado un sencillo plan para liberarle que me llevaría como máximo un par de días organizar, alquilar un magnetocargo y encargar una placa con un número de identificación diferente para Ram era todo lo que necesitaba, dónde iríamos luego no lo tenía decidido pero había oído hablar de un lugar perdido en las montañas bajo nieves perpetuas donde apenas habitaba nadie. Lo hablaría con él, me parecía un buen sitio para retirarse al menos temporalmente, hasta que viéramos como se desarrollaban los acontecimientos, pero habría que pensar en otro destino mas adelante porque Ram, como ser vivo que era, necesitaba contacto humano. Sabía además que él quería venir en algún momento a mi villa, para conocer el sitio donde vivía yo pero también porque quería tener la posibilidad de encontrarse con ella.
Salí del tren gravitatorio y monté en el Tubo, no era la idea que tenía pero esa ansiedad de volver a ver a Ram y hablar con él, junto a la coincidencia de que el primer tren que pasaba iba en dirección a las instalaciones hizo que no pudiera aguantar las ganas y me dirigiera hacia allí. A penas retrasaría unas horas el plan y creo que ambos necesitábamos vernos, yo lo necesitaba.
Esta vez entré en las instalaciones con la confianza de aquel que se sabe totalmente protegido. Elegí el mismo camino que la primera vez que entré, pasé por delante del los ciberbogs que guardaban la puerta, bajé a los pisos mas bajos del centro comercial, y atravesando el sex shop llegue a aquél laberinto de salas y pasillos construido bajo tierra. Todas las puertas se abrían nada mas acercar mi mano, la gente que me cruzaba por los pasillos apenas me miraba y a nadie le extrañaba verme allí. Que diferencia con la primera vez en la que todo me daba miedo. En la vida esto suelo pasar, anticipamos miedos en las cosas nuevas, en los cambios en nuestra vida, en todo lo que hace que salgamos de nuestra zona de confort y habitualmente sufrimos mas con lo que prevemos que con lo que realmente termina sucediendo. Soy de los que piensa que un exceso de confianza puede hacerte cometer errores y está bien que nuestros miedos nos moderen lo que no deberían hacer nunca es paralizarnos, los problemas que nos encontremos los iremos resolviendo, anticiparlos solo está bien para estar mejor preparados cuando lleguen.
La última puerta no se abrió, intenté comunicarme con Ram y no pude. Los nervios se apoderaron de mi. Intentaba comunicarme todo el rato con él, pero no lo conseguía, aquello me recordó alguna situación parecida que había vivido con ella pero no era el momento de pesar en ella. Esperé impaciente –así la esperaba también a ella- hasta que vi que la puerta se abría y salían dos personas trajeadas con una bata blanca por encima. Ardía en deseos de enviar el mensaje a la competencia y que todos pagaran por lo que estaban haciendo pero no lo haría hasta poner a salvo a Ram.
Con mas prudencia que antes puse mi mano sobre la cerradura y esta vez la puerta si que se abrió. Allí estaba Ram, sobre aquella enorme camilla, enchufado a miles de aparatos. En su rostro metálico era imposible percibir una sonrisa pero la sentí, la mía llenaba toda mi cara. Me acerqué y empezamos a hablar. Estaba tremendamente débil. Le pregunte que qué le habían hecho, su contestación fue que miles de pruebas y experimentos pero que no tenía nada que ver con las pruebas. No sabía lo que le pasaba sentía que sus circuitos no funcionaban, que nada en su interior iba como tenía que ir, que cada vez que hablaba conmigo se iba debilitando, que cada vez que pensaba en ella se iba consumiendo, que cuanto mas humano se sentía menos energía llegaba a sus circuitos y mas sufría. No, su enorme y poderoso cuerpo, su biotecnología no estaba preparada para albergar sentimientos. Los sentimientos lo estaban destruyendo, lo estaban matando. Acercó su enorme mano a mi cara y me dijo, dile que la quiero. Lo último que dijo fue su nombre y los dos puntos de luz roja que eran sus ojos se apagaron. Lo zarandeé, lo moví, desenchufé todos los aparatos pero no sucedió nada, su rostro siguió sin vida. Había muerto.
Me abracé a él, no podía dejar de llorar desconsoladamente. Lo negaba, esperaba que esos ojos volvieran a iluminarse, no dejaba de mirarlos pero no sucedía nada. Enchufé uno de los aparatos que me parecía que medía los biorritmos, nada, un línea completamente plana. No dejaba de llorar lo había perdido, había muerto, sus sentimientos habían acabado con él. Era injusto, la mejor persona que había conocido y cuando podía empezar a vivir había muerto. Siempre el servicio de todos y su muerte le había llegado sin haber vivido. Eso si, conoció el amor, lo mas grande que puede sentir una persona y murió enamorado. El amor le dio la vida, el amor le trajo la muerte.
Desatornille su placa identificativa y la guardé en el bolsillo, junto a mi pelotita naranja. Entonces me fije en su puño cerrado en el que se entreveía el pañuelo de seda y apreté yo también la pelotita naranja. Quería llevarme el cuerpo pero no se me ocurría como sacar de allí esa mole. Abrí su cabeza y extraje el bioprocesador mas grande que ví, abrí su pecho y saqué una célula de energía, su alma sin embargo no sabía como llevármela. Su alma seguramente estuviera ya viviendo con ella.
Abatido, llorando, arrastrando los pies salí de aquel laboratorio dejándole atrás. Salí de las instalaciones y me derrumbé debajo de un puente, en un prado, a la orilla de un rio de aguas cristalinas salpicadas por la lluvia que comenzaba a caer. Solo, desesperado, sin saber qué hacer, ni a donde ir. No pude salvarle, me preocupe antes de otras cosas, de resolver otros problemas, el nunca me pidió nada y yo no supe ver sus necesidades. Así de ciego estoy para las personas que me quieren. Soy un ser egoísta que solo me preocupo por mi mismo, por mis sentimientos y por mis necesidades, por eso perdí a Ram, por eso la perdí a ella.

El oxigeno nos da la vida, el oxigeno es, si no ocurre una desgracia, lo que nos mata. 

lunes, 12 de septiembre de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog L Proyecciones

El tren de impulso gravitacional recorría las profundidades de la tierra por un túnel, tal vez fuera mas adecuado llamarlo tubo. Muchas era las personas que no se atrevían a cogerlo por la sensación de claustrofobia que provocaba. Se había mejorado mucho en ese aspecto desde los primeros trenes que aparecieron y ahora durante todo el recorrido se proyectaban unas imágenes que parecían prácticamente reales de lo que se vería si el tren pasara por la superficie. En los primeros minutos de viaje miraba por la ventanilla contemplando el paisaje. Al igual que en el tren, en la vida, en ocasiones creemos que lo que contemplamos es real pero no lo es, es una interpretación de lo que nuestro cerebro percibe. Cuando pienso en ella a veces me pregunto si todo lo que sucedió fue real, tengo claro que parte de lo que sucedió formaba parte de mi interpretación subjetiva pero no me refiero a eso. Fue real para ambos pero en cierta manera fue una ficción también, una película protagonizada por los dos que nadie vería nunca. Una escenificación de algo que en el mundo real era imposible y sin embargo sigo pensando que no lo era.
A punto estuve de enviar el mensaje a los competidoras de la corporación con el dosier sobre el caso de la doctora Roes. Pero en el último momento me detuve, ahora no me parecía tan evidente que el mejor momento para el rescate de Ram fuera precisamente el del caos y desconcierto que podía provocar un ataque furibundo de las corporaciones competidores. Ahora me parecía que lo primero que querrían hacer es destruir las pruebas, esto es eliminar a Ram. Si, eso es lo que harían, no se como no pude verlo antes. Me comuniqué con Ram y el me sugería que lo enviara, que ya había tardado demasiado en hacerlo y que tal vez podrían haber ocultado alguna cosa, que su existencia no era importante. Cortó la comunicación, estaba muy raro, algo le pasaba y ya no creía que tuviera que ver conmigo. Necesitaba estar con él cuanto antes, necesitaba liberarlo y ayudarle en lo que precisara y estuviera al alcance de mis manos. Aunque la vida me ha enseñado que la primera condición para poder ayudar a alguien es que quiera ser ayudado. Decidí no enviar el mensaje y esperaba que Ram tampoco lo hiciera, así se lo pedí y confiaba que esa programación para actuar bajo la voluntad de los humanos, que coartaba en gran medida su libre albedrío, jugara de nuevo a mi favor.
¿Cuánto de libres somos los humanos? Una gran pregunta para la que no tengo respuesta y si la tuviera sería poco e incluso nos atamos a cuestiones de las que podríamos ser libres. ¿Cuánto nos importa el qué dirán? A veces dejamos de hacer o hacemos cosas para no ser blanco de esa especie de juzgado social que suele emitir sentencias condenatorias a todo aquel que es diferente. No se calibrar cuanta influencia tuvo esto en la relación con ella, si se que muchos de mis miedos tenían ahí el origen. Respecto a los suyos no se que decir, simplemente creo que, sin tener en cuenta nuestra fugaz relación, esto pesaba demasiado en su vida. Que estúpidos somos los humanos, solo tenemos una vida y nos hacemos presos del que dirán, tanto que a veces sacrificamos nuestra felicidad por eso. Otras veces la sacrificamos por proteger a los que mas queremos cuando tal vez la mejor manera de que ellos sean felices es que nosotros lo seamos porque transmitimos lo que vivimos y compartimos lo que somos.

El túnel mostraba ahora imágenes de un inmenso océano, si te dejaran en ese punto sin ninguna referencia no sabrías hacia donde tirar. Así sucede a veces en la vida y no queda mas remedio que empezar a nadar en alguna dirección sin saber si se está acertando, la alternativa es quedarse parado o nadar en círculos para terminar ahogado. Me asaltó el miedo a lo que sucedería después de liberar a Ram –si es que lo conseguía-. Tenía una vida a la que volver pero en muchos aspectos esa vida era un gran océano y no sabía en que punto me encontraba.

viernes, 9 de septiembre de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XLIX Despedidas

Mi destino y el de los Roes se separaba en aquel punto. Las estaciones de tren, especialmente las que, como está, son un vestigio de otra época, tienen un punto melancólico. Había pasado pocas horas con los Roes pero me sentía muy unido a ellos y me resultó complicado despedirme sin que las lágrimas nublaran mis ojos. Cogimos caminos opuestos y no pude evitar girarme para ver como se alejaban. Dicen que esto se hace instintivamente con las personas a las que quieres. Recuerdo que cada vez que me separaba de ella no podía dejar de mirar hacia atrás hasta que desaparecía de mi campo visual. Creo que ella no miraba y eso terminó doliéndome. En realidad es algo que carece de importancia porque cada persona somos diferentes y que haya comportamientos generales no quiere decir que se puedan trasladar a cada individuo particular. Pero en los días en que no podía creerme que ella me quisiera eso me parecía muy significativo. Nuestras miradas solo se encontraron una vez, ella había decido ya no volver a verme, no volver a hablar conmigo pero la casualidad hizo que nos cruzáramos un mes después. Ella estaba esperando a alguien, nunca la había visto tan guapa. Yo la vi desde lejos y vi como en un momento dado miraba hacia el lado por donde yo venía y se giró de repente para mirar un escaparate. No pensé, simplemente me acerqué a ella y toqué su codo. No me pareció sorprendida, creo que me había visto y simplemente había hecho como las extintas avestruces que escondían la cabeza en la tierra cuando se sentían amenazadas en la absurda creencia de que si ellas no podían ver no serían vistas. Ella era diferente a todas las demás personas que he conocido, tal vez realmente no me vio como me dijo con posterioridad. Aquel breve encuentro donde cruzamos los protocolarios saludos marcó una diferencia, ella, visiblemente nerviosa, me pidió que me fuera y me dijo que ya hablaríamos. Yo, con lágrimas en los ojos, la pregunté cuándo pero no hubo respuesta. Me separé de ella y como siempre miré hacia atrás hasta que la perdí de vista y esa vez si ví como me miraba. Si que volvimos a hablar, si que volvimos a vernos y en una de esas conversaciones me dijo que no me miraba a mi, que miraba a la persona con la que había quedado. Ni que decir tiene que fue como si me hubieran clavado un cuchillo. Aquel día pensé que había quedado con otro pero parece ser que había quedado con su marido, hay cosas que uno nunca se acaba de creer del todo pero lo que uno crea no cambia la realidad. Fue un día muy triste para mi pero lo recuerdo con alegría porque volví a verla y porque supuso un nuevo comienzo aunque durara muy poco. Cuando pienso en ella muchas veces la recuerdo con la ropa que llevaba ese día, siempre me parecía la persona mas bella del mundo pero aquel día con aquella ropa estaba espectacular, aunque a fuerza de ser sinceros su bolso no me gustó nada. A mi me gustó su ropa pero ella no estaba muy cómoda con ella porque cuando la ví desde lejos pude ver como en varias ocasiones tiraba de su minifalda hacia abajo. Por eso pensé que había quedado con otro, si un día de trabajo te pones tan guapo a pesar de lo incomodo que evidentemente la resultaba es porque quería gustar a la persona con la que se encontraba. Ahora pienso que intentaba gustar a su marido, ahora pienso que volvió a intentarlo con él y no lo consiguió. Que diferente estaba vestida el primer día que nos vimos, fue una casualidad también, una casualidad que yo había buscado que se diera y tuve la suerte que así fuera. Me acuerdo perfectamente también de la ropa de ese día y de la de otros muchos y la verdad es que da igual lo que llevara siempre me parecía que estaba preciosa. Y me lo parecía porque lo estaba pero también porque a ella siempre la miré mas allá de su aspecto físico, porque la miré con mas profundidad y en su interior ella era lo mas precioso que he visto y veré nunca.
Aquel día no fue el último que la vi, tal vez tampoco fuera el último que veía a los Roes. Aquel día me fui sin ilusiones, esté, sin embargo, partía con la ilusión de volver a ver a un amigo, con la esperanza de poder liberarlo. Las instalaciones eran mi destino y ardía en deseos de que el tren partiera.


jueves, 8 de septiembre de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XLVIII Amigos

El faro tenía una vivienda que en tiempos pretéritos ocupaba el farero y que en épocas más recientes se había dedicado al turismo. Aun así todo en la casa, aunque estaba en perfecto estado de conservación, tenía ese aspecto ajado y esa pátina que tienen los muebles con el paso del tiempo. Nos sentamos en unos viejos sofás cubiertos de polvo y comenzamos a hablar. Compartimos nuestras historias, la mía se la había resumido Ram en el ebook pero tenían muchas preguntas que querían resolver y que fui contestando punto por punto intentado ser los mas claro posible en mis respuestas aunque algunas, sobre todo las que tenían que ver con mis motivaciones, las tenía poco claras. Mis motivaciones son muchas veces algo demasiado oculto hasta para mi mismo, todavía no se porque empecé a hablar con ella, todavía no se lo que buscaba, a que respondía que quisiera hablar con una desconocida de la que no sabía nada. El caso es que lo hice y fue lo mas maravilloso que me ha pasado en la vida. A veces tenemos miedos que nos frenan, tenemos dudas que impiden que nos enfrentemos a nuevas realidades. Vivimos en una zona de confort de la que no queremos salirnos, siempre se pasa mal saliendo, a veces merece la pena y otras no, pero así es la vida. Y no hablo del amor, o al menos no únicamente, hablo de la vida en general, del trabajo, de los amigos, de un viaje… La vida es un cúmulo de experiencias y a veces por esa seguridad que nos da la conocido perdemos oportunidades que nos hubieran hecho mas felices. Soy de esas personas que sobrevaloro la seguridad y me cuesta horrores salir de mi zona de confort a pesar de que la experiencia me dice que las pocas veces que he arriesgado siempre he obtenido algo, aunque tan solo sea aprendizajes.
Su historia se resumía fácilmente, tras la muerte de la doctora Roes y viendo que contaban con elementos que les hacían sospechar que no había sido natural y, seguramente, con los recursos y contactos suficientes para demostrarlo y que los culpables pagaran de alguna manera por ello les habían hecho desaparecer. Habían pasado por diferentes ubicaciones hasta que finalmente les trasladaron a ese velero donde realmente tenían de todo menos libertad y contacto humano. Confirmé que Hali eran ambos hermanos y les tuve que poner al día de que su publicación apenas sobrevivió unos instantes en la red, instantes en los que casualmente yo me encontré con ella.
Tenían muy claro lo que querían hacer, querían ir al país de origen de su familia y desde allí organizarían todo para que la verdad saliera a la luz y los culpables fueran perseguidos. En el peor de los casos su aspiración era que la corporación viera afectados sus intereses comerciales, si no podías encarcelar a los culpables tocarles el bolsillo les dolería tanto o mas. Les enseñe el informe que había preparado Ram y que teníamos idea de enviar a sus competidores. Dieron palmas de alegría y nos felicitaron por tan exhaustiva información –en realidad el mérito era únicamente de Ram-.
El plan quedo claro, Ram nos ayudaría a salir subrepticiamente del país. Ellos volvería a la que fue la casa de los padres de la doctora y se organizarían para aparecer en los medios de comunicación contando la historia y entregar el informe a las autoridades competentes que no tenían comprada la corporación. Por mi parte haría llegar el mismo informe a sus competidores.
Nada más se habló. Salí del faro y me dirigí a la lancha para devolverla. Me quedaba un tercer día y tentado estuve de pasar la noche en alta mar, pero mi deseo –y su necesidad- era estar con ellos hasta que pudieran salir de allí y ser libres. Yo no tenía la sensación de que no sería libre del todo nunca, era totalmente prescindible y nadie se preocuparía por mi si algo me pasara, nadie excepto Ram, mi seguridad seguía en riesgo. Pero también lo estaba la seguridad de Ram y aunque en el faro no se habló nada yo tenía mi propio plan para ir a liberarle.
Devolví la lancha y di un largo paseo por toda la costa de Ciudad Mees para llegar al faro. Mucho tiempo hace que no la veía, mucho tiempo sin saber nada de ella pero la seguía queriendo con la misma intensidad que cuando, en lo alto de un monte de mi ciudad, cerca de un vetusto funicular que otro hora usaban las clases mas pobres para subir allí y tener un momento de respiro, ella me abrazo para decirme que me quería pero que había elegido seguir con su vida y que quería que fuéramos tan solo amigos. No hicieron falta palabras, lo entendí  todo, pero yo seguía suspirando por sus besos. Pasaron los meses y volvió a besarme y aquellos besos acabaron con todo. La quería demasiado para ser solo su amigo, podría intentarlo pero siempre querría mas, se lo dije alguna vez pero terminó sucediendo. Me entristece haber sido tan egoísta pero lo que sentía era del todo incontrolable para una persona que nunca había vivido el amor.

Cuando llegué al faro, hablé durante largas horas con Haro. Aquella joven me recordaba terriblemente a ella.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XLVII Abrazos

A las doce de la noche estaba posicionado en un punto en el que veía a lo lejos las luces del velero. Ram había enviado un nuevo mensaje al ebook en el que emplazaba a los Roes a salir a cubierta dos horas después de que las luces se hubieran apagado. Entendíamos que en dos horas los vigilantes habrían entrado en un sueño profundo y sería relativamente fácil montarles en la la lancha rápida y escapar. Al fin y al cabo nadie sospecha que pudiera haber un rescate, ni tan siquiera nadie podía imaginar que alguien conociera el paradero de los Roes.
Las luces no se apagaron hasta pasados unos minutos de las dos de la mañana. Con las luces de la lancha también apagadas y una gruesa capa de nubes cubriendo el cielo la oscuridad era practicamente total. Sin conocimientos sobre navegación me hubiera perdido si no fuera porque Ram fue indicándome la posición a la que debía dirigirme. Pasadas las tres y media estaba a una distancia que me permitía al menos intuir el barco. Pude ver como se apaga y se encendía la luz de un camarote y me dio un vuelco el corazón pero en la media hora siguiente no sucedió nada más. A las cuatro acerqué la lancha al velero y minutos mas tarde en un silencio sepulcral salieron los Roes a la bañera de popa. La lancha estaba situada a escasos centímetros pero sin llegar a tocar el velero, mi corazón latía con fuerza, temía que una ola moviera los barcos y chocaran alertando a los vigilantes y echando por tierra aquel plan que en ese momento me parecía totalmente estúpido y lleno de riesgos, pero a veces los planes mas sencillos son los que mejor salen y en apenas unos segundos estábamos huyendo de allí a toda velocidad. Nadie hablaba, permanecimos en silencio y sin apenas movernos mucho tiempo por el temor de que algo pudiera salir mal.  
Pasó mas de una hora y muchas millas náuticas hasta que me atreví a encender las luces de la lancha. El señor Roes se presentó, me dio la mano y me agradeció lo que por el estábamos haciendo. Lo mismo hizo Lima, el hijo de la doctora. Haro, su hija, me abrazó. Se parecía tanto a su madre, se parecía tanto a ella. Sentí como si fuera ella la que volvía a abrazarme. Mi cuerpo se estremeció y las lágrimas brotaron por mis ojos. Aquellos abrazos cálidos. Cuando nos abrazábamos a veces sentía que necesitaba mi protección, otras veces era al revés y me sentía totalmente protegido, otras simplemente un bienestar y una felicidad completas. Sus abrazos siempre se me hacían demasiado cortos aunque estuviéramos durante minutos abrazados. Echo de menos todo de ella, absolutamente todo, pero su sonrisa, sus abrazos y esos besos en los que simplemente rozaba con sus labios mi mejilla sin duda están en los primeros puestos de la lista. Su mirada, su voz, hablar con ella, su conversación -a la que no desatendía ni una palabra-, tocar su pelo, mirarla, su risa, su punto perverso cuando me tropezaba a resbalaba, su manera de caminar perfecta, sus hombros, sus caderas, su cintura, sus periodos de ausencia, sus manías, sus manos… todo. Todo lo echo de menos, realmente la amaba tal y como era, aunque algunas pocas cosas de su manera de ser no me gustaban, no la hubiera cambiado nada, la quería tal y como era porque con sus virtudes y sus defectos para mi era el ser perfecto. Nunca he conectado con alguien de esa manera y me temo que nunca volveré a hacerlo y menos aun porque por un lado no quiero y por otro me aterraría. No hay peligro, puedo conocer a miles de personas en el futuro pero tengo la completa seguridad de que no volveré a conectar con nadie como lo hice con ella.

Ram y yo habíamos planeado llevar la lancha hasta un pequeño puerto deportivo muy alejado del lugar donde la habíamos alquilado. Llegamos siendo de noche todavía y descendimos al pantalán iluminados por la luz mortecina de unos focos cubiertos por el salitre. Los Roes me habían preguntado varias veces a dónde íbamos, no tenía respuesta para eso pero al bajar Ram me dio las indicaciones pertinentes para acercarnos a un faro cercano donde podríamos descansar y decidir los pasos a dar. Puse la mano sobre la cerradura de huella de la puerta del faro y se abrió de inmediato.

martes, 6 de septiembre de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XLVI Azul

Pasé la noche en la lancha, era de un tamaño medio y contaba incluso con un pequeño camarote con un camastro y una cocina y en los armarios que la sustentaban pude encontrar algo de comida. Tuve la sensación de que la noche no llegaba nunca, pero cuando llegó fue algo espectacular, los cielos completamente despejados, la luna muy baja y alejado de toda contaminación lumínica las estrellas inundaron completamente el cielo. Pasé horas observándolas, poco sabía de las estrellas, prácticamente nada. Siendo un niño en una acampado un monitor cogió su linterna y nos explicó muchas cosas sobre ellas, fue un momento que no olvidaré nunca. Durante años recordé todo lo que nos explicó pero el paso del tiempo es implacable y lo fue borrando de mi memoria y jamás se renovó ese interés por mirar al cielo. Busqué en el vid e intenté ir descubriendo cada una de las constelaciones. Una Perseida atravesó el cielo. De niños decíamos que cuando se veía una estrella fugaz se podía pedir un deseo y este se cumpliría. Tuve ganas de pedirlo pero no lo hice, no me atreví, quise pedir volver con ella pero me dio miedo. No lo entendía, sin ella sentía un horrible vacío, la sensación de haber perdido lo mas importante de mi vida y sim embargo no me atrevía ni a desear volver con ella. Tanto dolor. Yo también tenía miedo un miedo atroz. Se que probablemente nunca tendré la oportunidad de volver con ella pero aquella noche me preguntaba si tendría el valor de volver a hacerlo. La respuesta estaba guardada en mi corazón y solo la sabría en el improbable caso de que la volviera a ver.
Las horas de espera pasaban, como siempre que se está esperando, desesperadamente lentas. Soy un hombre impaciente cuando deseo algo, pero cuando lo deseo espero siempre aunque finalmente no llegue. A veces a ella tenía que esperarla durante horas y me comía por dentro, al principio lo soportaba mejor pero cada vez me enfadaba mas y esa fue una de las razones por la que las cosas empezaron a torcerse. Esperar me volvía insoportable pero no fue la única ni mucho menos. Además de la propia situación en la que nos encontrábamos soy una persona difícil de llevar a pesar de esta fama de hombre bueno y agradable que me persigue. Pero llegaron las cinco y con la hora las fotos de la cubierta del barco en las que el fular azul se arremolina, seguramente movido por el viento, en la cubierta de proa.

Ram envío un nuevo mensaje al ebook. “Será esta noche, estén preparados”. Que desesperados tenían que estar para confiar en alguien que hacía llegar un mensaje con una escueta explicación. Pero no había sido así, Ram había transmitido al libro, poniendo, mas si cabe, en riesgo su propia vida, la historia practicamente al completo, obviando eso si mis datos personales. Había tomado sus propias decisiones y había actuado en consecuencia, como lo haría un ser humano. Por un instante me sentó mal pero no tarde en recapacitar y darme cuenta de que yo hacía exactamente lo mismo. Supongo que en parte le seguía viendo como una máquina que tenía que estar a mi servicio y plegarse a mi voluntad. No era así, Ram no era un máquina y yo había estado tratándole como tal. Pensé que tal vez a eso se debía que ya no quisiera hablar tanto conmigo y el alma se me cayó a los pies. A veces actuamos mal y no somos conscientes de que lo estamos haciendo. A partir de ahora acordaría con él cuales debían ser nuestros próximos movimientos. Por desgracia supe mas tarde que esa no era la razón para que no hablara conmigo, al fin y al cabo el también se seguía viendo como una máquina al servicio de los humanos. Que acostumbrados estamos a ver nuestra parte de la realidad y que poco miramos con los ojos del otro. Así sucedió también con ella y el resultado fue que nos perdimos el uno al otro para siempre.

lunes, 5 de septiembre de 2016

Microcuentos para Rita: Sombras

Caminaban por el borde de las sombras vestidos de sueños, de sonrisas, de miradas felices que se tornaban vacías al volver a sus vidas. Desconocidos en un paraíso demasiado oscuro para enseñarlo al mundo, destino imposible para quien teme abandonar su seguridad por algo incierto. Y solo quedó la profunda soledad de quien no está solo y los melancólicos recuerdos de momentos prohibidos de felicidad eterna.

Casicuentos para Rita: Ciberbog XLV Imágenes

De nuevo recordé un sueño, de nuevo era aquel en el que estaba con ella sentados sobre una manta en un pradera junto a un acantilado, un hombre aparecía en lo alto de una colina y ella iba a buscarle dejándome solo. El lugar donde me encontraba era extrañamente parecido. Aquel sueño hacía que me despertara hundido pero deseaba soñarlo cada noche porque por unos instantes, antes de que ella se levantara de la manta, estaba conmigo y sentía esa felicidad inmensa, ese sensación de que el mundo era perfecto, como diría mi amigo Kint, esa tontería que tienen los enamorados.
Aun no había recibido las imágenes de satélite de Ram e intente a hablar con él. Cada vez hablábamos menos. En muchas ocasiones intentaba hablar con él y me respondía que le estaban sometiendo a pruebas y que no podía asegurar que esa actividad pasara desapercibida para los investigadores, sin embargo si lo que yo necesitaba era ayuda de la clase que fuera siempre estaba ahí para ayudarme. Comenzaba a pensar que no quería hablar conmigo pero por mi cabeza no dejaba de dar vueltas la idea de que pudiera estar pasándole algo que no quería contarme. Unos días me centraba mas en la primera idea, otros en la segunda, aunque siempre tenía presente ambas posibilidades. Algo parecido me paso en ocasiones con ella, me debatía entre la duda y el dolor de que no quisiera hablarme y entre la incertidumbre y el dolor de que pudiera estar pasándole algo. Aunque en su caso todavía era mucho mas complicada la línea argumental de mis pensamientos. No nos engañemos siempre he sido tendente a comerme la cabeza por todo, qué no haría por la cosa mas importante que me ha sucedido en la vida.
Las imágenes que Ram me envió cuando la tarde empezaba a perder su luz y una enorme luna casi llena asomaba por el horizonte eran tremendamente nítidas y sin embargo poco esclarecedoras. Eran las imágenes de un gran velero de unos veinticinco metros de eslora. En la bañera de popa podían verse una mujer leyendo que cubría sus hombros con un fular de color azul oscuro, ampliando la imagen podría casi incluso leer el texto que ella estaba leyendo en un ebook arcaico pero no pude verla la cara, tan solo un pelo castaño claro que recordaba al de la doctora Roes y también, por supuesto, al de ella. En la cubierta de proa dos hombres aparentemente charlando, uno con traje corbata y otro con un camiseta sin cuello a rayas azules y blancas de tipo marinero. A ambos podía vérseles la cara y a partir de ahí Ram los identifico como empleados de seguridad de la corporación. También había una lancha rápida amarrada al barco en la que, por fotos tomadas minutos antes, todo hacía indicar que acaba de llegar el hombre del traje. Era insuficiente para poder asegurar que los Roes estaban allí, pero yo estaba completamente seguro de que así era y Ram no se molestó en llevarme la contraria, ni tan siquiera, como hacia en ocasiones, para hacerme reflexionar.
Pedí a Ram que intentará interferir la señal del ebook y que hiciera que en la pantalla apareciera un mensaje “Estimada doctora Roes, conocemos lo sucedido con el Ciberbog 3271 y la relación con la muerte de su madre y la mas que probable retención de su familia en contra de su voluntad. Si quieren ser liberados extienda su fular azul sobre la cubierta de proa mañana a las cinco en punto de la tarde”. Ram confirmó que el mensaje había sido entregado y como ya sabía que era imposible que ella enviara una respuesta. Solo quedaba esperar a que pasara un nuevo día y el satélite volviera estar situado sobre el barco.
Bajé al puerto deportivo y alquilé por tres días una lancha rápida de flotación que permitiera un acercamiento completamente silencioso al velero. No tuve ningún problema, Ram me había enviado al vid mi flamante nuevo permiso de patrón de embarcaciones de recreo de hasta 15 metros de eslora. Aduciendo precisamente que era un nuevo patrón y añadiendo una pequeña cantidad de créditos les pedí que me introdujeran al uso en concreto de aquella embarcación. En poco mas de una hora domina los controles y, después de dejar a mi instructor en tierra, surcaba el mar en solitario con destreza. Allí, en medio del mar me sentía solo, pero de alguna manera era como si estuviera en casa.


viernes, 2 de septiembre de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog XLIV Observaciones

Aun no había amanecido cuando salí de la ducha, me vestí y bajé al comedor a desayunar. No tenía hambre, los nervios me estaban consumiendo. Había pasado unos días que podríamos denominar de tranquilidad a pesar de aquella aventura, y los peligros que conllevaba, que estaba viviendo. Ver aquella luz, la simple sospecha de que los Roes pudieran estar ahí me había puesto un nudo en el estómago. Así era siempre cuando creía que iba a verla a ella, una emoción diferente y totalmente positiva salvo aquellos días que habíamos discutido pero siempre ese nudo en el estómago, cada día que la veía era una emoción. Las primeras veces pensaba que con el tiempo disminuiría pero no sucedió así, tampoco desapareció nunca la felicidad que me producía ese primer momento en el que nos veíamos y ella me regalaba su espléndida sonrisa, incluso en los peores momentos no podíamos evitar sonreír al vernos, incluso esos días que estábamos enfadados.
Tomé un descafeinado y me forcé a comer un croissant, no pude por menos que pensar cómo podía estar tan duro en un establecimiento de ese nivel y precio, aun así lo tragué ayudado por largos sorbos de café. Fui a la tienda del hotel pensando en que seguramente podría comprar allí unos binoculares para poder observar lo que suponía que era la isla o barco donde retenían a los Roes. Demasiado temprano, estaba cerrada. Me acerqué a recepción a preguntar a qué hora abrían la tienda o en su defecto a preguntar dónde podría adquirir unos prismáticos. Tras el mostrador había esta vez una mujer joven de larga melena morena y unos espectaculares ojos azules, era realmente bella. Pensé en que la primera vez que la vi a ella pensé simplemente que no estaba nada mal, después de nuestro segundo encuentro sin embargo me fui con la idea de que era la mujer mas bella del mundo y a día de hoy lo sigue siendo y nadie podría resistir una comparación con ella. Nuestro primer encuentro duro unos pocos minutos, seguramente no mas de cinco, y apenas habló nada aunque fue ella la que me vio y me saludó. Me supo a nada e incluso llegué a pensar que después de verme no querría repetir experiencia. Pero no fue así y quedamos una segunda vez, hacía calor pero llovía, era uno de esos días un tanto cambiantes de finales de primavera. Me esperaba con su paraguas abierto, dimos un pequeño paseo y terminamos en un bar cutre tomando un café. Ya no había marcha atrás, nuestras conversaciones por vid habían hecho que la cogiera cariño, que no pudiera pensar en otra cosa que no fuera hablar con ella y que deseara con toda mi alma verla. Después de nuestro primer encuentro ese deseo aumentó, después del segundo estaba perdidamente enamorado.
La recepcionista me atendió con suma amabilidad, la tienda no abriría hasta dentro de una hora pero las tiendas de la calle abrirían mas tarde, sin embargo llamó a un botones que apareció unos minutos mas tarde con los binoculares. Pensé en lo fácil que era la vida para los ricos, podían tener cualquier cosa cuando la quisieran. Cualquier cosa no, por suerte algo como lo tuve con ella estaba a la vez al alcance de cualquiera e imposible para la mayoría.
Con los binoculares en la mano partí hacia aquel banco de hormigón, pensé que me costaría mas encontrarlo pero llegué a la primera. No se veía nada, tan solo un mar inmenso y tranquilo que reflejaba la luz de un enorme sol naciente amarrillo. Oteé el horizonte una y otra vez hasta que me pareció observar un punto blanco que pudiera coincidir con la ubicación de la luz. Cogí los prismáticos y observé, supongo que debido a mi impericia me contó localizar el punto y cuando lo hice apenas vi un punto blanco mas grande que podría tener forma de barco. Copérnico o Galileo desentrañaron secretos del universo con probablemente poco mas que un catalejo menos potente que mis prismáticos y yo era incapaz determinar con seguridad lo que estaba viendo a unos pocos kilómetros de distancia. Seres excepcionales. Me comuniqué con Ram y le indiqué lo que veía y donde. Hizo búsquedas en la red y lógicamente no encontró nada pero me pidió que esperara, en unas horas podría conseguir que algún satélite fotografiara el barco con sus potentes lentes. Ram parecía que podía hacer cualquier cosa desde su reclusión en las instalaciones. No solo tenía una enorme capacidad de computación, tenía inteligencia propia, lo que unido hacía que pudiera dominar casi cualquier cosa que pasara por la red. Era otro ser excepcional, era un ser vivo.

Busqué una sombra y me tumbé en la hierba para esperar, cansado como estaba por la falta de sueño y mas relajado me quedé dormido arrullado por el ruido de las olas rompientes en los acantilados.