viernes, 29 de abril de 2016

Casi cuentos para Rita: Ciberbog III - Confesiones

Me levanté agitado y me senté en la mínima mesa que hacía de comedor. Pulsé el botón correspondiente e inmediatamente surgió del centro de la mesa una ración de desayuno. Retiré el complástico y lo deposité en la tierra de una planta que languidecía junto a una ventana por la que nunca entraba el sol. Me quedé observando como el complástico se descomponía mientras rumiaba la barrita energética.
Sin saber muy bien hacia donde encaminar mis pasos en aquella ciudad desconocida, cogí mi vid de comunicaciones y me encontré el mensaje del Ciberbog. Me citaba en un punto muy concreto de las instalaciones y me enviaba toda serie de indicaciones y mapas para llegar. No lo dudé ni un instante, acudiría, aquel extraño comportamiento del Ciberbog despertaba mi curiosidad y, para que negarlo, me sentía ligado a él por lo que ambos sentíamos. Toda vez que la hora propuesta era el mediodía y tenía tiempo de sobra, decidí prescindir del Tubo y acudir andando a la cita.
La ciudad era un compendio de razas y culturas y mezclaba edificios clásicos decimonónicos con los ultramodernas e inmensas construcciones de cristal y aleaciones mixtas de metal y plásticos. Mis manos tocaban los ladrillos, guardaban en su interior la historia de la ciudad, estaban impregnados también del aroma de ella. Ese aroma que me trajo aquí, ese aroma que ahora encaminaba mis pasos hacia las instalaciones que protegía el Ciberbog.
No me resultó difícil encontrar el punto en concreto y llegué minutos antes de la hora. Allí no había nada de interés, no pasaba ni pasaría nadie, el silencio era completo si exceptuamos el apenas inaudible silbido de las torres de ventilación de las plantas soterradas. A la hora en punto apareció el Ciberbog. De inmediato me fije que su enorme mano izquierda estaba cerrada, me asustó al principió que aquella mano fuera un puño y quisiera usarlo contra mi pero enseguida me di cuenta que simplemente guardaba algo en su interior.
Se acercó con silenciosa parsimonia y se acluquilló para hablar conmigo, aun así debido a su tremendo tamaño su cabeza quedaba mas de un metro por encima de la mía. Me preguntó por mi historia, no por la mía exactamente si no por la parte de mi historia en la que había estado unido a ella, me interrumpía constantemente pero con delicadeza para preguntar detalles, especialmente los relacionados con como era ella, con su forma de ser, con todo lo que tenía de especial. Yo hablaba sin parar, no fui consciente de ello hasta aquel momento, pero necesitaba hablar, necesitaba contar mi historia, necesitaba que unos oídos que pudieran entender lo que sentía me escucharan. Pasaron largas horas y la historia fue llegando a su final. Aunque la esperaba, su última frase me resultó desconcertante “Yo también la quiero”.
Me acompañó hasta la salida de las instalaciones,  el Ciberbog caminaba a lentos pasos porque cada uno de los suyos eran cinco míos.
Al despedirse abrió su mano izquierda y me ofreció lo que en ella atesoraba. Era el pañuelo de seda que le regalé a ella en unas navidades que quedaban ya demasiado lejos. Se lo hubiera arrancado de las manos pero sin embargo le dije que lo conservara como recuerdo, de ella y de mi. Le dije también que volvería para escuchar su historia.
De vuelta al apartamento, bien entrada la madrugada, rebusqué en el fondo de mi bolsillo y saqué aquella la pelotita naranja que me regaló un día y jugué con ella entre mis manos hasta que llegó la luz del día.

jueves, 28 de abril de 2016

Casi cuentos para Rita: Ciberbog II - Programados

Las vetustas instalaciones del Tubo consistían en una serie de enrevesados y, en ocasiones, largos túneles que conducían a las plataformas de lanzamiento. Eran la herencia del mas antiguo metro del mundo. Muchas de las estaciones conservaban el alicatado y la decoración de siglos anteriores a pesar de lo cual no se encontraba ni una sola baldosa rota, ni nada en mal estado. Entré sin rumbo y cogí al azar uno de los trenes de levitación magnética. Al bajar me encontré de frente con un extenso bioparque, sin pensarlo demasiado me encaminé hacia él y me senté en un banco a la vera de un pequeño lago donde abundaban peces y aves acuáticas.
Me vino a la cabeza la imagen que me había enviado el Ciberbog, la imagen, el mensaje que lo acompañaba y también la corta y sorprendente conversación que mantuvimos. Era sencillamente imposible, los ciberbog, aunque estaban construidos en parte con tejido humano de bio-ingienería, tenían una programación estricta para la tarea a la que estaban encomendados. No tenían cerebro como tal, sus respuestas venían condicionadas por sus centros de procesamiento bio-electrónicos, en el fondo no eran muy diferentes de aquellas primeras computadoras de lámparas que dieron inicio a la era informática. De alguna manera los ordenadores eran los bisabuelos de los ciberbogs. Y sin embargo este en concreto había demostrado sentimientos. Tal vez aquella sonrisa había activado todo lo poco que de humano tenía aquella máquina reprogramándose a si misma en parámetros diferentes.
Que esto hubiera pasado resultaba muy interesante y a la vez prometedor en tanto en cuanto las aplicaciones que podía tener pero de la misma manera resultaba inquietantemente peligroso que máquinas tan poderosas pudieran llegar a tener sentimientos y voluntad propia.
Tampoco pudo dejar de pensar qué fue lo que desencadeno aquella reacción del ciberbog, qué es lo que había sucedido con ella para que se hubiera dado esa circunstancia imposible. Pensó en si mismo y se dio cuenta que había muchos paralelismos entre el Ciber y él mismo. A fin de cuentas humanos y no humanos éramos programados, aunque en el caso de los humanos de forma mas sutil y menos efectiva, para realizar tareas en concreto y llevar una vida acorde y adecuada para ellas.
En estos pensamientos estaba cuando empezaron a caer algunos copos de nieve y la tarde se convirtió en noche. Volví al Tubo y desande el camino recorrido. Al calor de la calefacción del miniapartamento quedé dormido de inmediato. No escuché y por tanto no leí el nuevo mensaje que el Ciberbog me había enviado.

miércoles, 27 de abril de 2016

Casicuentos para Rita: Ciberbog I - El aroma de su sonrisa

La ciudad conservaba su aroma. Solo estuvo unos pocos días allí y había pasado ya un año y medio, pero los muros de ladrillos amarillos y rojos apagados se habían impregnado de su fragancia.
Al verme el ciberbog agachó su enorme cuerpo y me habló al oído. “Tu la conoces. ¿ha venido contigo?” mirando a los dos puntos de luz roja que eran sus ojos le conteste que no, que ni tan siquiera sabía  donde estaba. No se cómo pero pude intuir la decepción en su rostro metálico.  Volvió a erguirse y recupero su posición de centinela de las instalaciones, la cabeza alta pero los hombros caídos. Sus bases de datos almacenaban toda la información que circulaba en la red en torno a las personas que visitaban aquel lugar. Por eso supo que la conocía. Lo que nunca sabré con seguridad es la razón por la que me preguntó por ella. ¿Podía un ciberbog enamorarse? Su sonrisa hacia posible lo imposible, así que probablemente esa fuera la respuesta.
De vuelta al centro de la ciudad recibí un mensaje en mi vid de comunicaciones. El ciberbog me había enviado una fotografía en la que aparecía ella junto a él y una pequeña nota escrita en elegantes caracteres “Pídele que vuelva por favor”. Le contesté, “Lo siento pero creo que yo tampoco volveré a verla nunca”

jueves, 21 de abril de 2016

Estimadas y estimados lectores, que con vuestras lecturas y visitas tanta alegría me dais -para vosotras y vosotros siempre tendré palabras de agradecimiento-, como en otras ocasiones os comunico que estaré unos días ausente y que si insistís en la locura de seguir visitándome no encontraréis historias nuevas en unos días. No es por dar envidia, que también, pero me tomo unos días de asueto para visitar una capital europea que me trae muchos recuerdos y que sin embargo jamás he visitado, siendo los recuerdos en parte prestados y en parte de otra índole que no viene al caso. Así que mientras ustedes trabajan yo estaré de turismo; pero no me odien por ello que la estancia no se alargara demasiado y pronto estaré como humilde trabajador que soy partiéndome el espinazo por un salario que esporádicamente me permite dispendios como el que voy a realizar en estos días. Bien es cierto que el trabajo me da otras satisfacciones no monetarias pero por contra también me da disgustos.
Y dicho esto y entendiendo que puedan ustedes estar pensando en lo capullo que soy u otros epítetos igual de insultantes que de atinados me voy a ir despidiendo no sin antes dejarles un microcuento. De nuevo mi agradecimiento y un saludo afectuoso.

Se encontró, como en otras ocasiones en el pasado,  en una ciudad desconocida, rodeado de personas que le eran extrañas y una forma de vida que le costaba llegar a entender. Comió una onza de chocolate que le resultó amargo, demasiado porcentaje de cacao para su obsesivo gusto por el dulce. Aquella era su ciudad y nada había cambiado, el que había cambiado era él. El chocolate estaba delicioso y ya nunca querría comer otro diferente.

Sean ustedes felices, todos nos merecemos serlo.

miércoles, 20 de abril de 2016

Se dejó caer sobre un banco desvencijado de aquella estación de paredes renegridas por el paso del tiempo. Los altavoces del antiguo hilo musical ronqueaban la melancólica melodía de la que hubiera podido ser su canción, de la que debería haber sido su canción. Cabizbajo, no vio como se acercaba aquella mujer de labios carnosos y ojos menudos pero de mirada intensa. Le entregó un libro y se fue, se alejó entre el pulular de la gente para terminar perdiéndose a la vista en aquel anden que debía conducir a una vida mejor pero cuyo tren no terminaba nunca de partir.
Examinó el libro de páginas amarillentas y ajadas. No tenía título, mas tarde supo que tampoco tenía final. En la primera página, manuscrita, la letra de la canción que estaba sonando, a continuación, impresas con una vieja letra, una historia de soledad y tristeza, la historia de una mujer, tal vez la historia de la persona que había puesto el libro entre sus manos.
¿Quién era esa mujer? ¿por qué le había dejado aquel libro? Leyó cada página con detenimiento, con cariño, secándose las lágrimas en cada capítulo pero no logró contestar a esas dos preguntas. Pero la amó, amó a esa mujer, a la protagonista del libro, a la protagonista de aquella historia de una desoladora vida que no llevaba a nada y amó también a la persona que le había entregado el libro. La amó porque le entrego belleza. Esa belleza que no se puede ver a simple vista, la mas verdadera y menos efímera belleza de las personas.
Nunca volvió a ver la mujer que le entregó libro, y si la vio no llegó a reconocerla. La  protagonista de la historia simplemente no podía saber quién era. Pero las llevó siempre en el recuerdo. Cuando cambiaron el banco de aquella estación que se desmoronaba, consiguió que se lo dieran, lo restauró y ahora preside el salón de su casa con ese libro abierto siempre descansado sobre él. Cada día se sienta allí para leerlo, cada día la historia le sorprende con matices que no había contemplado pero nunca le regala las respuestas.
Una historia huérfana de final. Mucho tiempo ha pasado.

martes, 19 de abril de 2016

No me acuerdo cuando empezó a dolerme todos los días la cabeza. Demasiado trabajo, a penas llego a lo que tengo que hacer y siempre llego tarde para complicar mas las cosas. Demasiadas cosas también en mi vida, fuera de estos muros en los que cada vez paso mas horas, en parte prisión en parte libertad porque puedo olvidarme por momentos de mi vida.
Hoy tengo ese sentimiento de querer huir de mi mismo, de querer salir de mi cabeza y de mi cuerpo. De querer dejar de oir esa voz interna que me recuerda mis responsabilidades pero sobre todo me recuerda quién soy, lo que soy y que no se quien quiero ser. Quiero tirarme a descansar y ver simplemente como la vida pasa, pasa por delante de mis ojos, pasa de mi y me deja tranquilo. Quiero olvidarme del mundo, de todo lo que me rodea y perder la mirada en el horizonte sin ver nada, sin pensar en nada. Quiero que se detenga este maldito cerebro, que deje de una vez de pensar, que me deje tranquilo disfrutando de ese cigarrillo que me está matando, sentado en un banco de cualquier lugar de esta ciudad a la que amo porque esta ciudad es, como yo, gris y lluviosa.
Las lágrimas se mezclan con la lluvia y mi sombra con las aceras grises para ser solo uno. Ahora mas hermoso que nunca pero menos auténtico, mas limpio pero con valores mas laxos, mirando al futuro pero con menos sueños, mas amable pero menos comprometido, con mas sonrisas que esconden amarguras, mas grande pero mas falso. Cielos grises con nubes negras.
Quiero huir de lo que no puedo huir. Quiero refugiarme en el olvido para no ser nadie. Para no ser nada. Para no ser. Quiero simplemente estar. Quiero dejar de perseguirme, de buscarme para terminar encontrando lo que no quiero, para terminar encontrando lo que soy y lo que soy no es lo que quería ser y lo que quería ser ya no lo quiero. Un abismo, un vació en el que seguir cayendo sin dolor. Sin fondo. Hasta que los años pasen y la vida se acabe. ¿Hasta cuando?

Me maldigo por seguir soñando.

lunes, 18 de abril de 2016

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Y aquí estoy soñando yo
esta vida que me toca,
encerrado en mi prisión
que no es de hierro ni roca,
que es solo de pensamiento,
y solo soy prisionero
por haber soñado un sueño
que no he sido el primero
en atreverse a soñar,
y mi lloro es el lamento
de aquel soñador perdido
que de su vida no es dueño
porque su vida es su sueño
y el sueño se le escapa,
y sin su sueño no es nada,
es solo una ficción,
una sombra oscurecida
al perder una ilusión.

¿Qué es la vida? Un recuerdo
¿Qué es la vida? Un pasado,
un sueño inacabado
que un día osé a soñar,
y del que solo me queda
la lluvia, el frio y el mar.


viernes, 15 de abril de 2016

Soliloquio de La vida es Sueño (Pedro Calderón de la Barca)

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

  Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

  Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida?  Un frenesí.
¿Qué es la vida?  Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.


jueves, 14 de abril de 2016

Ya no se escribir, nunca he sabido, renglones torcidos y letras minúsculas que ni tan siquiera mi cabeza entiende. Ya nunca aprenderé, ya no merece la pena. Dicen que la letra es reflejo de la personalidad, supongo que soy un renglón torcido y un montón de palabras que nadie entiende porque ni yo mismo me entiendo. 

miércoles, 13 de abril de 2016

Largas son las tardes ahora que la palabra se ha detenido, largos son los días, largas también las noches. Palabras que no siempre fueron felices pero siempre hablaban de vida, de un mundo diferente, hablaban del amor aunque pocas veces, o nunca, lo nombraran. Cuanto echo de menos esas palabras, cuanto echo de menos la felicidad que me trasmitían, cuando echo de menos aquella vida, aquella mentira que no pudo convertirse en verdad y en la que hubiera seguido viviendo día tras día hasta el anochecer de mi tiempo en este mundo, sin que me importara nada porque aquellas palabras eran mi verdad. Una verdad oculta al mundo pero una verdad mucho mas profunda que cualquiera otra que haya habido o pudiera haber en mi vida. Me deshago en palabras cada día porque las palabras me abandonaron y las vierto aquí donde permanecen ocultas al mundo, asomando tan solo un poco para aquellas que se acercan a leerlas. Mi alivio, mi recuerdo, mi homenaje a aquellas palabras que tanto me llenaron, que aun desbordan tanto mi ser que me salen de mi una y otra vez en un intento transmitir belleza, para intentar transmitir a unos ojos que ni tan siquiera puedo saber si las leen que aquellas otras palabras eran reales, eran ciertas. Demasiadas palabras que no llegan a decir ni una pequeña parte de lo que diría un abrazo, de lo que diría un beso. La belleza, la auténtica belleza, no puede expresarse con palabras, no puede pintarse en un cuadro, no puede expresarse en una melodía, la belleza, la auténtica belleza, solo puede vivirse. De aquellas palabras vividas nace la intención de belleza de la mías y sin ellas largas son las tardes, largos son los días, largas también las noches. Cuanto echo de menos esas palabras, las reales, las que estaban vivas. 

martes, 12 de abril de 2016

Una primavera que ya no es verde,
que se tiñe de los rojizos y los ocres
de un otoño donde se detuvo el tiempo,
sin dejar de surcar mi cuerpo con arrugas,
sin dejar de vestir mi pelo de blanco,
pero muerto para todo lo demás.
Luce el sol de la nostalgia con su tenue luz,
una luz fría y lejana pero intensa,
ciega mis ojos, ciega mi mente
y solo veo el caer de las hojas amarillas
para cubrir el suelo con su bello manto,
para renovar la vida, para renovar los sueños,
pero ni la vida ni los sueños llegan.
Se acorta el tiempo para las estrellas,
para imaginar mundos que nunca veremos,
para sentarse frente el fuego
y perder la mirada en las volutas de las llamas
con los pies fríos y el corazón ardiendo.
Cae otra hoja de otoño en esta primavera,
caminando sin rumbo por senderos amarillos,
que no conducen a la ciudad esmeralda
donde todos los deseos son posibles,
que me llevan a un destino incierto
un destino separado del azul mar,
un destino separado del cielo,
del sol, de la luna, de las estrellas,
de las nubes, de las lluvias y de las tormentas
un destino que cambió con un beso y una palabra
en dos espléndidas tardes de verano,




lunes, 11 de abril de 2016

Odiado, despreciado, abandonado, solo en una historia que hace tiempo dejó de escribirse y de la que el mundo nunca supo. Un gran engaño que siempre me traerá tristeza pero del que nunca estaré arrepentido. La verdad es pura, cristalina como el agua de un manantial de montaña que fluye entre los ocres y los rojizos colores de un otoño soleado. Pura pero triste. Perdió la alegría que tenía aquellos días en que todo era verdor de primavera, perdió el calor de un verano azul junto un mar de brisas refrescantes, perdió el sentimiento del paisaje de un otoño lluvioso lleno de vida y perdió también la luz de un invierno frio que repartía abrazos vestidos de blanco.
Murió en primavera y fue enterrado en verano para dejarme solo, abandonado, despreciado, odiado. Castigo merecido para el viajero que se pierde en los paisajes y no puede contemplar su belleza porque se fija tan solo en los detalles que ensombrecen las vistas. A veces los árboles no dejan ver el bosque y sentimos la vida que fluye en ellos, y nos desborda, nos ciega, nos transforma en seres pequeñitos ante un mundo de vidas milenarias que estaban ahí antes de que naciéramos, que estarán ahí tras nuestra muerte.
A la luz de una nueva primavera la verdad es tan solo nostalgia, la verdad es un recuerdo, un recuerdo por el que seré siempre odiado y despreciado, un recuerdo que me dejó abandonado, un recuerdo que sigo escribiendo en soledad porque no quiero que muera. Y cobrará vida en las lágrimas de unos ojos que lo lean, cobrara vida en los corazones que lo sientan, cobrará vida en las sonrisas amargas de unos labios pronunciando las palabras. Cobrará vida cada vez que esto suceda aunque no es está vida, no es la mía, para mi vida quedó el odio, para mi vida dejó el desprecio, mi vida sufrió el abandono y solo como estoy escribo esta historia de un gran engaño que esconde la mas la verdad mas pura, la verdad mas cristalina, un agua que fluye de un manantial entre los ocres y rojizos de esta primavera.

viernes, 8 de abril de 2016

Impertérrita ante el sufrimiento,
aunque llorando por dentro,
su armadura de una suave piel
curtida por los años de dolor,
fría como los témpanos de hielo
que han ido atravesando su corazón
pero que no pueden acabar
con la infinita calidez que alberga su cuerpo,
su alma, su ser mismo.
Tan solo en ocasiones
se puede leer la tristeza en sus ojos,
para el que sabe mirarlos,
para el que sabe leerlos.
Fría por fuera ardiendo por dentro.
Huye de los abrazos, del cariño,
de las muestras de afecto
porque el amor duele,
porque querer a las personas duele,
porque no quiere herir a nadie
porque no quiere seguir siendo herida.
Se acercará a la soledad mas absoluta,
bailará en brazos de la luz de una luna llena,
mientras una y otra persona pasa por su vida
para quedarse solamente
con aquellas de las que nunca podrá separarse
porque forman parte de ella,
porque son ella misma,
porque los lazos de sangre no pueden romperse.
Para ellas todo será calidez
pero cuando tu piel es tan fría
ellas también lo terminarán sintiendo,
el frio en la piel terminará calando,
no se quitará su coraza a tiempo,
y su gélido aliento erizara sus pieles
como un día erizó la mía.
Viví en su inmenso calor,
ese que reserva tan solo para unos pocos,
me consumí en el fuego de su hielo
para terminar muriendo entre cenizas heladas.
Otro tempano que atravesará su corazón,
así me recordará y me odiará por siempre.


jueves, 7 de abril de 2016

Puertas cerradas,
atoradas por el paso del tiempo
que difícilmente podrán a volver a abrirse,
cierran mundos que ya hemos abandonado,
que no queremos volver a visitar
y cuando queramos tal vez no podamos abrirlas.
Puertas cerradas por mil candados,
porque detrás hay mundos que nos dan miedo,
que nos asustan,
que nos amenazan con otra vida diferente,
puertas que cerramos a cal y canto
para que ese mundo no entre en el nuestro
y, tal vez, cuando queramos que lo hagan
simplemente no puedan hacerlo.
Puertas cerradas,
que se cerraron por descuido,
por olvido,
que ni tan siquiera recordamos que están cerradas,
puertas a mundos que nos son indiferentes
y si alguna vez dejan de serlo
tal vez no sepamos ni encontrar la puerta.
Puertas cerradas,
que se cerraron solas
porque los mundos que albergaban ya no existen,
y tal vez, cuando queramos volver a construirlos,
no podamos abrirlas
o si podemos caeremos al vacío de lo perdido.
Puertas cerradas,
custodiadas por feroces cancerberos
que cierran mundos que nos atacan,
que nos agreden, que nos hacen daño
y cuando queramos abrirlas para hacer la paz
tal vez los guardianes nos ataquen a nosotros.
Puertas cerradas.
Puertas cerradas que cierran mundos.
Me he estrellado mil veces contra tu puerta
la mía para ti estará siempre abierta.

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Maldita Nerea decía en uno de sus temas “Dejaré mis puertas bien abiertas, para cuando quieras volver…” Conocí la canción por casualidad y me encantó el vídeo y esa letra, todo lo que dice la letra de la canción, es para ti mi promesa. Se que no volverás pero si, por alguna extraña razón, alguna vez lo haces, encontraras la puerta abierta y la entrada limpia, el mundo, mi mundo, sin embargo tal vez ya no sea el mismo. 

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Mira dentro (Maldita Nerea)

Yo no pido tanto, nada que no pueda ser 
Ni un minuto amargo con quien no quiera querer 
Algo de luz este desconcierto, 
Párame tú que al pedir me pierdo
Y luego ya no vuelo bien

Dejaré mi puerta bien abierta,
Para cuando quieras volver
Cuídate que el frío siempre acierta
Y si algo no marcha bien para ti encontraré,
Una nave espacial que nos lleve lejos
Donde no existan miedos ni soledad

Toma mi presente, mi futuro incierto
Y que el mundo nos recuerde por soñar despiertos
Que navegues siempre hacia mar abierto
Y si alguna vez te pierdes
Solo mira dentro, solo mira dentro...

No pedimos tanto, nada que no puedas ver,
Ni un segundo amargo con quien no quiera creer
Algo de luz a este desconcierto,
Párame tu que al pedir me pierdo
Y luego ya no vuelo bien

Déjame tu puerta bien abierta,
Para cuando quiera volver
Cuídame que el frío siempre acierta
Y si algo no marcha bien solo te buscaré
Y tu nave espacial volará tan lejos
Que encontraremos siempre la libertad

Dame tu presente, tu futuro incierto,
Y que el mundo nos recuerde por soñar despierte
Que navegues siempre hacia mar abierto
Y si alguna vez te pierdes solo mira dentro

Déjame tu puerta bien abierta,
Ya sabes que los sueños siempre aciertan
Pero luego tal vez algo no salga bien
Y quedó tu luz muy cerca y a ti siempre volver.

Dame tu presente, tu futuro incierto
Que el mundo nos recuerde por soñar despiertos
Que navegues siempre hacia mar abierto
Y si alguna vez te pierdes solo mira dentro

Dame tu presente, tu futuro incierto
Que el mundo nos recuerde por soñar despiertos
Que navegues siempre hacia mar abierto
Y si alguna vez te pierdes solo mira dentro


miércoles, 6 de abril de 2016

Entre nubes de algodón vestidas de rosa,
espacios infinitos de verdes intensos
donde las palabras sobran y las miradas hablan
solo faltan los besos que no pueden darse.
La realidad que se esconde en un mundo ficticio,
imposturas, mentiras, dos vidas, dos caras,
aquí nuestros cuerpos allí nuestras almas.
Corazones que gritan y labios que callan,
necesitan oídos que entiendan que aman
pero tienen miedo a sus propias palabras.
Y faltan los besos, miradas cegadas,
las palabras susurran que la realidad es falsa,
y del rosa al gris y del verde al negro,
se huye a la vida y la verdad acaba.

martes, 5 de abril de 2016

No se si soñar,
no se si creer,
no se si amar.
Pero sueño, creo y amo.
Las puertas se cerraron dejando atrás una vida,
una vida de mentira,
la única vida verdadera que he tenido.
Y camino ahora por paisajes desolados,
por secos campos dorados
que antes eran de intensos verdes,
por ciudades grises
que nunca dejaran de serlo.
Bajo el peso del recuerdo
mis pasos se suceden cansinos,
un pie y luego otro,
avanzando hacia ninguna parte,
pero sin parar
porque esta vida sin vida no para.
Y ya no voy a al mar,
jamás iré a buscarlo de nuevo,
el mar acabó contigo,
porque tu eras mi mar,
ese lugar que siempre he buscado,
esa vida con la que soñé siempre.
Que lejos queda ahora,
que lejos en el espacio y en el tiempo,
y sin embargo lo siento como si fuera ayer,
como si fuera ahora,
como si fuera a ser mañana.
Pero no será mañana,
ni pasado,
ni nunca.
Y hay días en que dudo incluso
de algún día del pasado fuera,
el dolor a veces nubla la memoria
y oscurece los recuerdos.
Pero lo fue.
Lo fue.
Y fue grande.
Esa mar tan inmenso,
tan inabarcable,
tan bello.
Un mar para vivir siempre,
el único lugar en el que la muerte
podría encontrarme tranquilo.

lunes, 4 de abril de 2016

Ya no es azul,
ya no rompe,
ya no está en calma,
ya no es profundo,
ya no es frio,
ya no es cálido,
ya no es insondable,
ya no es cercano,
ya da igual,
ya no importa.
Ya no quiero sentir sus aguas erizándome la piel,
ya no quiero sentir sus vientos acariciando mi cara,
a veces amables a veces crueles,
siempre duros, siempre dulces.
Ya no quiero imaginarme navegando,
surcando las aguas hacia un rumbo desconocido,
hacia un lugar único,
hacia un paraíso especial
de frutas exóticas y pasiones encendidas.
Ya no quiero encender un fuego
y sentarme para escuchar sus susurros,
ya no quiero escuchar sus gritos a pie firme mirándolo de frente.
ya no quiero escuchar sus silencios calado hasta los huesos.
Ya no quiero ni nombrarlo,
no quiero pensar en él en días de tormenta,
no quiero recordarlo en los días soleados
en los que me regalaba tantas cosas bellas.
Un precio que ya no quiero pagar.
Pero lo pago,
lo recuerdo aunque no lo nombre,
aunque quiera alejarlo de mis pensamientos,
aunque quisiera apartarlo de mi para siempre
es recurrente, insiste,
y extiende bajo mis pies su manto de azules plateados y blancos rotos.
Ahí está, esperando, impertérrito.
Desgastando con su sal
la mas poderosa de las rocas,
en una lucha eterna en la que no vence el mas duro,
vence el que no se rinde.
Y yo me he rendido,
no quiero pelear mas,
pero peleo contra mi mismo.
Una y otra vez,
levantándome del suelo para volver a caer derrotado,
herido en los mas profundo pero sin poder sangrar.
Nadie sabe de mi,
nadie sabe de mi lucha,
nadie sabe de mi derrota.
¿Acaso se puede vencer a las olas?
Nadie sabe que las lágrimas que ya no exudo
llevan su sal y me erosionan por dentro
con sus cristales de sodio creciendo en mi interior
y presionando mis órganos para destrozarme por dentro.
¿Acaso se puede vencer a la sal?
No se puede,
no,
no se puede.
Mis brazos se hunden bajo el peso,
se hunden mis piernas,
mi pecho,
mi corazón,
mi alma,
mi yo, mi ser, mi cuerpo entero.
Ya no quiero saber nada mas de él
y sin embargo me acompaña cada día,
ya no quiero sentirlo pero me inunda.
Ojalá te lo hubieras llevado,
ojalá me lo hubieras robado
alejándolo de mi para siempre.
Azul.
Frio.
Intenso.
Duro.
Bello.
Por desgracia, tal vez por suerte,
formará ya siempre parte de mi vida.



viernes, 1 de abril de 2016

Me pelee con la noche
sin saber que la noche siempre vence,
sin saber que siempre vuelve.
Quise surcar ese cielo oscuro
sin saber que no estaba a mi alcance
sin saber que no hay camino a las estrellas.
Quise desvestir el negro
sin saber que el negro no era solo piel
sin saber que era también negro por dentro.
Caminé por senderos sin luz
sin saber a dónde me llevaban
sin saber que el destino es siempre el mismo.
Y mi día se convirtió en noche,
desaparecieron mis alas,
mis ropas y mi piel tornaron negras
y llegué al destino que está escrito.
Cenizas de un fuego de dolor,
humo negro que se pierde en el espacio,
baladas de traición y un canto de mentiras,
lagrimas que ya no inundan mis ojos,
sueños que se seguirán soñando,
esperanzas que dejaron de ser verdes,
corazones de hielo,
miradas sombrías,
sonrisas falsas.
Vidas perdidas como se pierden todas,
vidas atadas al pasado,
vidas sin vida que quieren seguir viviendo,
vidas que se olvidan de vivir para para poder hacerlo.
Destino.
Destino cruel.
Destino cierto.
Destino conocido, siempre el mismo.
Tal vez suceda,
tal vez en el futuro el mundo deje de girar
y nunca vuelva la noche,
tal vez nos vistamos de luz
y volemos hacia las estrellas
hacia un destino diferente,
del polvo al polvo
sin ser polvo en el camino
tal vez la muerte nos encuentre vivos.