viernes, 29 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: Recuerdos de Itsne III

Encontró aquella piedra en la costa después de una tormenta intensa, era diferente a las demás, su superficie, al contrario del resto, no tenía ninguna arista, estaba desbastada por el tiempo como un canto rodado lo está por el paso del agua de un rio. Se fijó en ella porque la lluvia había limpiado en parte las negras cenizas que la recubrían y mostraba un color gris como la niebla que asoló y terminó destruyendo Ciudad Mees. Era una vieja roca comparada con el resto de las nuevas rocas volcánicas que conformaban la isla. La recogió con sus manos y la sumergió en el mar. Completamente gris y redonda, suave al tacto y guardando el calor de las profundidades de dónde había surgido. Esculpiría algo con ella, tal vez una nueva lágrima.
Sin saber que hacer y esperando que la inspiración le llegara trabajando golpeo con sus rudimentarias herramientas sobre la roca y está se resquebrajó por la mitad sin llegar a resquebrajarse del todo. No había empezado a trabajar y ya había destruido la roca, una alegoría Mees, una excepción que quedaba destrozada con el primer golpe que recibía. La niebla fue el cincel que destruyo Mees. Con la roca entre sus manos lloraba al recordar de nuevo todo lo sucedido, al saberse responsable de no haber sabido predecir ni combatir la Niebla de Mees y lloraba también por la roca, por haber destruido lo único diferente que había en aquella solitaria isla a la que se trasladó buscando el descanso para su alma y de momento solo se reencontraba una y otra vez con los diablos de los que quería huir al trasladarse a ella.

La fuerza abandonó sus brazos y la roca resbaló de sus manos cayendo al suelo y partiéndose definitivamente en dos. Se agachó para recogerla, quería tirarla lejos y no volver a ver nunca aquella piedra, alejarla de él para siempre, hundirla en el mal para hundir con ella sus recuerdos. Pero al cogerla y separar su parte la roca le mostró su secreto. Era una geoda, su interior estaba lleno de cristales de mineral de un blanco azulado que recordaban al hielo. Prismas de cristal que nacían de la roca y apuntaban al cielo con sus coronas piramidales.  Y en la geoda vio Ciudad Mees, vio sus edificios que también crecían mirando al cielo, y vio también la belleza que albergaba. La geoda guardaba en su interior el recuerdo de Mees como él lo guardaba en su cabeza, trasportándolo mientras duraran sus tiempos. Los tiempos de Kaos serían breves pero aquella roca podría guardarlos durante milenios par que tal vez alguien la encontrara y pudiera reconstruir con aquella idea ciudad Mees. En una de las partes grabó Maes y sus recuerdos de la ciudad del Mar, en la otra Nies, la ciudad de la niebla. Fabricó una repisa en el centro de su hogar, de su vida, y colocó entre ambas mitades una severa figura esculpida en roca negra de un dios griego que encontró en una ilustración en blanco y negro en una hoja de un viejo libro de historia. El dios Poseidón, con un tridente amenazante en la mano derecha y una isla de roca negra en la izquierda. 

jueves, 28 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: Recuerdos de Istne II

En su cabeza resonaban los acordes de una canción que hablaba de inviernos que se iban, de soles que tenían miedo a salir, de encontrarse en un mundo en el que nunca habían estado, de pequeños rayos que aparecían tímidamente para terminar rompiendo las nubes y desnudar las caras. Los latidos de un corazón nuevo naciendo a una vida donde los sentidos perciben lo que la cabeza no es capaz de interpretar. Así nació Mees. La vida antes de ciudad Mees no era vida, era un gélido invierno dónde las flores de la primavera jamás hubieran podido nacer por falta de luz para regalarnos sus colores, sus formas , sus aromas.
Otra canción, otro tema. Engañarse pensando que un paraíso podría durar para siempre. Incluso en la despedida mas dolorosa se decían así mismo que aquello podría durar por siempre. Calles hundidas a los pies al despedirse con una adiós que nunca sería un hasta luego, para echar en falta hasta la muerte y después de la muerte no hay nada. Y en brazos de la soledad vender el alma a un diablo dispuesto a comprar hasta la vida. Brindando por un adiós que nadie quería y que se envolvía en dolor.
El hola y el adiós a Ciudad Mees en dos canciones. En dos músicas diferentes y que de alguna manera ambas sonaban melancólicas. El miedo a lo desconocido, brindar por una despedida. Contraste entre la esperanza y la desesperación. La esperanza frenada por el miedo, la desesperación regada por la felicidad de lo que había sido.
Y ambas canciones habían sonado desde el principio aunque en Mees solo se prestaba atención a la primera la otra también había existido desde siempre.  Deberían haber estado mas atentos a lo que no querían escuchar. En demasiadas ocasiones lo que no escuchamos es lo que nos separa, lo que no permite que se entienden las personas porque escuchamos tan solo lo que queremos oir, la música que nos agrada, la canción que nos gusta. Pero las melodías de la vida siguen sonando aunque no les prestemos atención e ignorarlas es engañarse a uno mismo.

Pasión por la vida, negación de la muerte aun cuando ha sido aceptada, asumida, interiorizada. Así nació Ciudad Mees. Así murió. En Nies corazón de tango, en Maes un invierno que se iba. En Istne el invierno bailaba al descorazonador ritmo de un tango que había venido para quedarse. En Poseidón no había lugar para la música, tan solo el sonido de sus mareas y sus olas rompientes.

miércoles, 27 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: Recuerdos de Istne I

Lo primero que esculpió en las rocas de Istne fueron sus lágrimas. Lágrimas negras, aquellas primeras lágrimas que se derramaron cuando cayó la niebla, cuando inconscientemente percibió que había llegado la hora de Ciudad Mees como las conocía. Lágrimas que brotaron de sus ojos y que nublaron su vista y con las que aquel mundo envuelto en niebla era aún mas gris, mas oscuro. Lágrimas que se fueron intensificando con la impotencia de no poder hacer nada. Lágrimas que crecieron con Poseidón y que fueron a parar a él para encontrar el reposo entre sus aguas y que solo encontraron tormentas. Lágrimas de mar, de sueños y esperanzas perdidas, en Maes. Lágrimas solitarias en Istne.
Labró cada piedra con el cariño de sus manos. Moldeándolas a base de recuerdos, de dolor, de desesperación. Sin repasarlas, sin pararse a observar si eran perfectas, ninguna lo era y daba igual que lo fueran. Colocaba cada piedra en el camino que fue haciendo hacia el mar. Cualquiera que lo visitara, si alguien quería alguna vez hacerlo, sería lo primero que viera. Lágrimas y mas lágrimas a lo largo de un camino que todavía estaba por recorrer. En cada piedra un recuerdo especial, cada piedra un capítulo triste de lo que fue una historia feliz que se había teñido de negro. El caminó era la narración de la destrucción. Y era bello. Pero la belleza no estaba en su forma, no se encontraba en su exterior, la belleza se encontraba en el sentimiento que al escupirlas quedó grabado en el fondo de la roca, en cada molécula. Oscura belleza imperceptible para aquellos ojos que no quisieran o no supieran mirar mas allá de su forma, una belleza luminosa para aquellos ojos que supieran leer en ellos su propia historia de perdida.
Demasiadas lágrimas pero todas y cada una sentidas. No hacían justicia a lo que fue Mees, porque Ciudad Mees fue felicidad y vida plena y las lágrimas eran tristeza y muerte. Kaos las miraba, las miraba sin ver su forma, tan solo las miraba por dentro y las amaba pero Ciudad Mees tenía otra historia que también merecía ser contada. La historia de algo tan grande de la que esas lágrimas tan solo eran un triste y melancólico reflejo.


martes, 26 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: La subjetividad de Istne


A mitad de camino entre dos mundos, en medio de la nada, en el medio de todo. Dos ciudades a las que amaba porque eran el rastro de cuando fueron una, en Nies estaba su corazón, en Maes su vida pero viviendo en Istne no vívia en ninguna. Era lo mejor, alejarse de ambas para vivir en Poseidón y liberarse de lo que fue pero acabó destuido. Pero Poseidón, el mar, era la esencia misma de lo que fue Mees. Istne, la isla negra, era el constante homenaje al edificio negro de Mees, el primer lugar dónde entro la niebla, el lugar donde nació el mar, el edificio del que el mar tomó su nombre.

Vivir en Itsne en cierta manera era seguir viviendo en Ciudad Mees, una ciudad vacia en la que ya no quedaba ni tan siquiera el recuerdo de sus calles. Su piedra negra, su magma ardiente de naranajas intensos, muerte y vida, reposo para un alma perdida. La soledad mas extrema del que se sabe que nunca estará ya acompañado aunque se encuentre rodeado de gente. Y en Istne Kaos estaba solo. Sin mas engaños posibles que lo que el mismo quisiera engañarse. En el fondo la realidad es una y la percepción de la realidad es una cosa en muchas ocasiones bien diferente.

¿Existió Mees? ¿Realmente aquella vida era tan perfecta? ¿o fue tan solo un producto de su deseo, de sus sueños? Construimos y ponemos en el mundo y en los demás lo que queremos que sean para nosotros y haciéndolo así a veces es fácil encontrar lo que buscas. Mees se encontró por casualidad, una de esas casualidades que el universo brinda escasamente en el devenir del tiempo pero también fue producto de una búsqueda que nadie había iniciado y que sin embargo había nacido con el mismo comienzo de los tiempos. Los ojos nos ciegan, vemos lo que queremos ver y entendemos lo que sucede con nuestros ojos. Esa es la realidad, la nuestra, otros ojos verán otras realidades y todas valen, todas coexisten y nadie tiene razón al interpretarlas. Un conjunto subjetivo de acontacimientos que nos traen vivencias. Y Mees fue en cierta manera eso, una realidad contemplada desde los voluntariosos ojos del amor.

Pero Kaos lo sabía, no tenía manera de demostrarselo así mismo, pero sabía que la realidad de Mees, la objetiva, no la que él veía, escondía realmente el secreto de la vida plena. Era incapaz de descifrarlo, fue incapaz mientras vivió en Mees, fue incapaz mientras vivió en Maes, ahora desde Istne la distancia fisica, temporal y psicológica era demasiado grande como encontrar ese secreto. Y aunque el secreto fuera una gran mentira la subjetividad en la que vivimos es nuestra realidad, nuestra vida y para Kaos, sin lugar a dudas, Ciudad Mees fue ese lugar donde la felicidad se vestía de sonrisas eternas.

lunes, 25 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: Istne, la isla negra de Mees

El orden volvió al planeta Mees, Nies y Maes evolucionaban adaptándose a una nueva realidad menos convulsa. Ambas sociedades subsistirían cada una por su lado pero Poseidón ya no era tampoco aquel mar terrible, tal vez algún día volvieran a colaborar, a relacionarse y tal vez algún día volvieran a crecer juntas, tal vez no unidas, pero si al menos en paralelo. Pero sería ya para otras gentes, el tiempo de Kaos se había terminado, era el comienzo de una nueva era, de la que Kaos, a pesar de sus esfuerzos, se había quedado fuera. Tan solo en Poseidón había un espacio él.
El mar, cuna de los sueños, de las esperanzas, cuna da la vida. Kaos podría ser el que uniera ambos mundos a través del mar pero aquellos mundos ya no serían para él, su corazón seguía viviendo en Ciudad Mees y allí traslado también su cuerpo. A una pequeña isla que surgió del magma que expulso Mees a través de una grieta en el fondo marino, desde lo mas profundo de su núcleo, una caldera de lava ardiente que creo una isla negra en medio del mar, allí dónde las tormentas tenían su origen. Inhóspito lugar para la vida. Negro, bajo las tormentas y ardiente por dentro. El lugar ideal para el alma de Kaos, a mitad de camino entre Maes y Nies, a mitad de camino entre dos mundos pero alejado de ambos, tan cerca y tan lejos. Un lugar donde la soledad no era una compañera, la soledad lo era todo.
Si Nies y Maes llegaban a entenderse la ruta pasaría por su isla y él estaría allí para esperarlos. En el único punto negro de Mees se destruyó la vida, tal vez  en aquella isla negra en el medio de la nada pudiera volver a estar el comienzo. Crecerían, se desarrollarían y ahí estaría Kaos para verlo, el testigo pasivo que nunca haría nada hasta que ambos mundos quisieran volver a encontrarse para ser solo uno.

Kaos “el gris” abandonó Maes y casi nadie le echó de menos. En Istne, la oscura isla nacida del magma, Kaos “el negro” empezó a esculpir con las manos, sangrando por los dedos, sus recuerdos. Y en la bella roca negra quedarían perpetuados para aquellas personas que quisieran embeberse en ellos, impertérritos, atemporales, sólidos y con aquel aura de tristeza de quién perdió aquello en lo que había creído, lo que mas había amado y que al perderlo lo perdió todo.

viernes, 22 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: Kaos de Mees

Mees, aquella excepción en la vida, había muerto. Ya no quedaba nada de lo que fue aunque todo en aquel mundo evocaba su recuerdo. Maes, Nies, Poseidón, los tres hijos de Mees y Mees viviría en ellos como la herencia genética que la vida se empeña en trasmitir aunque no exista la esperanza para ella. Algunos archivos de imágenes y muchas palabras era lo poco tangible que sobrevivió a la completa destrucción. De cuando en cuando Equis entraba en los archivos para contemplarlos, para leerlos y dejarse invadir por la nostalgia.
Cruzaría el mar de nuevo. Lo haría, lo haría para buscar a Tiees y compartir recuerdos. Pero Equis tampoco existía ya, ahora era Kaos, el hijo de la niebla y de la tormenta, un ser vacío, sin alma y con la inocencia perdida. Un ser como aquellos que existían antes de que el milagro de Mees naciera y les entregara su vida plena. Un ser gris, uno mas en la historia de un universo dónde su nombre jamás quedaría escrito. Kaos el gris, así lo conocieron en Maes.
Y el planeta recupero su ancestral, el clima que había en Mees antes de que empezaran a controlarlo. Y Maes era un polo donde reinaba el hielo, el frio, la nieve y solo los vientos cálidos de Poseidón templaban en primavera un aire tan gélido que al respirarlo te congelaba quemándote por dentro. En Nies también había inviernos fríos pero el calor del desierto también los visitaba en verano. En Maes no había estaciones, en Nies las tenían todas.
Kaos vivia en el orden que Maes imponía, el único posible para no sufrir la dulce muerte del frio pero la rutina le mataba por dentro. En sus ojos ya no había esperanza y de su sonrisa se borró la ilusión. Vivir para subsistir en una vida en la que no creía, que no le aportaba nada. Poseidón le esperaba para acompañarlo en su viaje si alguna vez olvidaba el miedo a volver a hacerlo.

Viajaría. Lo sabía. Llegaría el momento de abrazar la primavera, en recuerdo aquella primavera casi olvidada en la que Ciudad Mees nació para la historia. Y ahora solo en Nies había primaveras.

jueves, 21 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: La balanza de Equis

Las tormentas perdían intensidad en Maes. Poco a poco se iban disolviendo, sus lluvias eran cada vez más esporádicas y sus vientos menos fríos. Los cielos permanecían oscuros, cubiertos de nubes negras que amenazaban con volver a  atacar con furia a aquellos que se albergaban bajo sus sombras. Eran cielos como de una noche interminable, donde el amanecer ni tan siquiera era una esperanza. Equis echaba de menos las tormentas. La lluvia y el frío eran su hogar y ahora también le abandonaban. Intuía también que la niebla se iba despejando en Nies, de alguna extraña manera lo sabía, y con su voluntad destruida por el miedo no encontraba las fuerzas para atravesar Poseidón e ir a comprobarlo.
Cuanto había luchado por entender la niebla para poder disolverla, cuanto tiempo había observado las tormentas para entenderlas y ahora que iban desapareciendo le parecía un paso atrás en la recuperación de la vida en Mees, un paso adelante en la construcción de nuevos mundos en Nies y Maes, separados por un mar imposible de navegar, caminando por senderos independientes que jamás volverían a cruzarse.  
El mundo giraba en el sentido contrario al que lo hacían las manecillas que movían el reloj de su corazón. El tiempo avanza inexorablemente hacia adelante, viajar al pasado una quimera. Tiempos nuevos en nuevas realidades. En Equis se había extinguido la ilusión por el futuro, no veía oportunidades, ni tan siquiera veía incógnitas, en aquella noche oscura solo podía prever una vida vacía y sin sentido. Una vida, que como todas las vidas, se acabaría sin haberle llevado a ningún sitio, con la única satisfacción de haber vivido en Mees, muchos más de lo que podría decir cualquiera, y con la gran frustración de no haber sabido impedir que cayera la niebla que terminó por destruirlo. Una balanza desequilibrada hacia el dolor que le acompañaría el resto de sus días.

El mundo seguiría girando por rutina.

miércoles, 20 de enero de 2016

Interludio

Con tanta tormenta y tanta ostia Equis debería dedicarse a vender paraguas o  mejor chubasqueros o capas para el agua que si además de lluvia hay viento el paraguas no sirve para mucho y lo menos que te puede pasar es que se rompa una varilla y te saque un ojo. Es una idea profesional que tal vez pudiera sacarle de ese atasco vital en el que parece encontrarse. Se convertiría en el gran emprendedor de Maes y con un poco de suerte, si la tormenta iba también para el otro lado, podría exportar a Nies. Igual sin tormentas también vendía en Nies porque la niebla parece que no pero termina calando.
Ya me imagino a Equis con su negocio montado en el dolar, podrido de dinero y tirándose a todos los vicios que ese soso planeta pudiera ofrecer. No parece que haya islas paradisiacas pero cualquier lugar es bueno para tirarse a la bartola (mejor tumbarse, que tirarse se puede mal interpretar) y  disfrutar de los placeres de la vida. Acabaría como una bola de comer a todas horas y tomarse los típicos mojitos pero seguro que no se planteaba tanto el sentido de la vida. Medio borracho y con el estómago lleno no hay tanto de lo que preocuparse. Ya lo decía la sabiduría popular terrícola, las penas con pan son menos. Eso si, si estando delgadito y no de mal ver (por lo menos no asustaba), no tenía sexo pues estando como una bola a ver a quién se tiraba este. Aunque nunca hay que despreciar el atractivo que tiene el dinero y no hay mas que ver a ciertos futbolistas o prohombres, empresarios de éxito con que pivones andan. Así que en ese sentido igual tampoco le iba mal. Pero mira, siempre tendrán la duda de si les quieren a ellos a su dinero. Es una de las ventajas de ser pobre y feo, si alguien está contigo por fuerza tiene que ser que te quiere.
Pero vamos, que no seré yo quien hable de amor, eso se lo dejo para el soseras de Xarle, que es incapaz de meter ni una mísera morcilla en sus relatos. Ya se que he dicho que son aburridos pero es que además no tienen ni una pizca de humor. Que triste hijo, disfruta un poco anda que si dejas de pensar un poco te darás cuenta que la vida no es tan trascendente y que hay muchos vicios a los que tirarse.
Y ¿casicuentos? ¿y quién cojones es Rita? Anda que, la Rita esa tiene que tener una paciencia tremenda. No solo hace todo lo que nosotros queremos hacer (ya sabéis la típica frase de eso que lo haga Rita) si no que además aguanta a este muermo, santa paciencia. Lo de casicuentos antes tenía algún sentido porque bajo ese epígrafe había cosas parecidas a cuentos. Por cierto, que se que a los lectores de este blog os lo niega, pero los mejores relatos de Xarle son los eróticos, bueno eróticos no, directamente porno. Otro dicho popular, quien hambre tiene con pan sueña. Aunque aplicando este mismo refrán parece claro con que sueña Xarle. Pero no vamos a darle mas pábulo que lo que le faltaba es que le dorasen la píldora.
Y diréis que siempre le pongo a caldo y de pervertido para arriba, pero en el fondo es una bella persona (en sentido figurado porque feo es mas feo que un mono –no se ofendan los primates-). A veces intenta ir de que es un buenazo y otras de malote, pero tiene muchísimo mas de lo primero que de lo segundo y si no a los hechos me remito, que vida mas aburrida. Y mas alejada del vicio. Pero tampoco os creáis cuando se le pasa la neura es un tipo relativamente divertido, eso si... nunca dejéis que os cuente un chiste, lo destrozara y tendréis que reíros por compasión o por pena. 

Pero he empezado a hablar de Equis y he terminado hablando de Xarle y es que de alguna manera Equis es su alter-ego (¿se escribe así? Es que en clases de latín me atacó la pubertad y estaba mas a la profesora que a sus lecciones) Pero no son la misma cosa. Este blog es una ficción como siempre lo ha sido, pero no deja de esconder una verdad y si de alguna manera os identificáis con ella es porque Mees y la tierra no son tan diferentes, por lo menos la parte de la tierra en la que vivimos los ricos, la preocupación de los realmente pobres es tener algo para llevarse a la boca o mejor a la de sus hijos e hijas, realmente buscando la subsistencia porque la vida, como dice siempre el pesado de Xarle, debe de ocultar algún sentido en si misma. Y como decía en uno de sus temas la banda Def Con Dos (que puso la banda sonara a la hilarante película El día de la bestia) todos a beber y a follar que son dos días. A las personas de buen corazón les diré que además de lanzarse a una bacanal de alcohol y sexo, se preocupen también por aquellos que no tienen sus necesidades básicas cubiertas y pongan de su parte para remediarlo. No se si con estás tres cosas encontrarán el sentido de la vida pero con las dos primeras se divertirán mucho y la tercera llenará sus almas. Mierda, ya se me ha pegado las tonterías de Xarle. Punto y final aquí, que si no me termino mimetizando.

martes, 19 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: El fuego de Mees

Equis no sabía si persistía la niebla en Nies, hacía mucho que no osaba a cruzar aquel mar, solo pensarlo le aterrorizaba. Poseidón ya no le daba miedo, temía lo que podía encontrar en Nies. En Nies y en Maes, Mees era poco más que un recuerdo, sus habitantes se habían acostumbrado a vivir entre la niebla y entre las tormentas. El poder de adaptación de la vida a las circunstancias, persistirá mientras sea posible, da igual si es una vida que merece la pena vivir o no, la vida debe ocultar algún sentido en si misma aunque esté vacía, solo así se entiende la inalterable constancia con que intenta salvaguardarse y perpetuarse.
Es curioso como algunos acontecimientos van quedando atrás en el tiempo y sin embargo persisten el espacio, grabados a fuego en los lugares donde sucedieron, impregnándolos de sus aromas y sensaciones como testigos inmutables de un pasado que con la mirada perdida en el tiempo puede parecer que nunca sucedió o que sucedió de otra manera, más idílica, mas terrible, mas algo… el ser humano tiende a la exacerbación del recuerdo de todo aquello que de alguna manera marcó sus vidas, las cambió y les hizo diferentes a lo que eran, ni mejores ni peores, simplemente diferentes. En cada derrota se gana algo, cada victoria viene acompañada de pérdidas.
Idealizamos, idealizamos personas, acontecimientos, vidas y sin embargo nada sale de lo habitual aunque todo lo que sucede en la vida es una excepción irrepetible. Equis idealizaba Mees y en cierta manera era un espejismo, como lo es cualquier cosa en la vida, creado por su propios anhelos, por sus deseos, por sus sueños. Mees era perfecto porque los que allí vivían querían verlo así. La niebla les abrió los ojos pero lo hizo para mostrarles otro espejismo, otro que también llevaban dentro. Somos presas de nuestra subjetividad, lo objetivo no puede existir para nosotros, ni tan siquiera podemos ser objetivos en lo que hace referencia a otras personas porque siempre interpretaremos lo que vemos en base a nuestra experiencia, a nuestra vida, a nuestro ser. Y así tenemos que vivir y cuando eres consciente de ello la vida se convierte en una duda eterna que sin embargo no debe pararnos pero nos para. Y nos detenemos a veces en lugares inhóspitos donde las tormentas nos castigan, o sumidos entre una niebla que nos ciega pero el tiempo no se detiene, avanza inexorable hacia el final de nuestras vidas, hacia el finar de la era de los seres humanos. La vida se abrirá paso pero tal vez ya no sea la nuestra.

Desesperanza, así vivía la vida ahora Equis. Iba, venía, construía, derribaba, trabajaba, descansaba, pensaba, se perdía, olvidaba, recordaba… vivía, pero vivía sin encontrar sentido a la vida.  ¿Lo tiene? ¿Realmente tiene la vida un sentido? O simplemente se trata de mantenerse vivo hasta que la irremediable muerte nos alcance. Cada cual le dará un sentido a su vida pero realmente no debe tenerlo en si misma aunque así se empeña en parecerlo. Pero vivir sin sentido es no vivir, para Equis Mees fue el sentido y sin Mees estaba perdido. No podría olvidar la excepción de Mees y sin embargo probablemente supondría entregar su vida a una causa perdida. Olvidarse Mees no era una opción porque nadie puede olvidar que alcanzo la vida plena. Encontrar Mees en otros mundos una quimera, crear Mees en otros mundos un imposible, Mees solo podría existir allí, en Poseidón, a mitad de camino entre la niebla y la tormenta. Tal vez lo acertado sería imaginar otra ciudad, otro mundo y tratar de construirlo desde el mundo en el que se encontraba, tan distinto y tan igual a lo que fue Mees, un mundo que resistiera al menos la comparativa con el espejismo de Mees, mejor en algunas cosas, peor en otras como lo sería cualquier mundo. Mees fue un regalo, Equis nació en Mees y en Mees estaba muriendo. Mees ya no existía. Mees era un recuerdo. En Maes había rescoldos, en Nies solo cenizas, Poseidón se encargó de apagar el fuego Mees.

lunes, 18 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: La sonrisa de Mees

Tiees era la sonrisa de Mees. Equis veía reflejada en esa sonrisa la mas pura expresión de lo que Mees significaba para él, la vida plena en un mundo imperfecto, la felicidad a pesar de los avatares de la vida. Cuando ambos se conocieron Tiees solía mirarle de reojo, como una sonrisa entre divertida y desconfiada pero también era una mirada abierta y sin miedo. Cuando cayó la niebla venció la desconfianza, cuando cayó la niebla el miedo se apoderó de sus ojos. De Tiees recordaba todo, pero ese día frente al mar sus expresiones faciales, un enigma casi siempre para Equis, le invadían su cabeza. Esa mirada perdida, sumergida tal vez en profundos pensamientos que atormentaban su vida o tal vez simplemente sin pensar en nada, esa mohín que hacía con la boca cuando algo estaba lejos del alcance de sus manos, como le sacaba la lengua arqueando las cejas para hacerle burla cuando estaba de buen humor y sobre todo aquella sonrisa profunda que lo iluminaba todo.
Pero Tiees guardaba un secreto, una verdad que conocía de una manera inconsciente y que no podía verbalizar, en parte porque no estaba segura, en parte porque prefería negarlo. Fue la única persona en Mees que intuyó la niebla pero el miedo le impidió hablar de ella. Y el miedo llegó a sus ojos, y con el miedo la desconfianza y aquella mirada pura, dulce en inocente, esa inocencia que era una muestra de lo que Mees era, se tornó sombría. Su sonrisa persistía luminosa pero sus ojos se volvieron tristes. Equis apenas percibió el cambio, imbuido como estaba en la creencia de un Mees indestructible y todo poderoso al que nadie ni nada podía hacerle daño porque estaba por encima de todo. Ahora le daba vueltas estúpidamente a si aquella mirada sombría fue el preludio de la niebla o la desconfianza y el miedo hicieron que cuando cayó no pudieran disolverla. La gallina y el huevo, el huevo y la gallina, un eterno debate que durante eones pareció estar resuelto en Mees pero que la niebla había vuelto a poner en duda. La duda, la desconfianza, el miedo vinieron con la niebla y fueron la tumba de Mees.
Equis penaba de impotencia, también el lo debería haber previsto, también el lo debería haber intuido. Tiees no lo puso sobre la mesa, Equis probablemente lo hubiera hecho para buscar una solución o para buscar un final mas ordenado que no lo destruyera todo. Los pensamientos profundos de Tiees sobre Mees siempre permanecieron ocultos los de Equis eran demasiado explícitos, ambos se equivocaron actuando de esta manera. Equis se juzgaba a si mismo y se condenaba, el bien siempre tiene su reverso y en cierta manera le da sentido, ignorarlo y vivir en la felicidad no hace que desaparezca. Y así había vivido como si Mees fuera indestructible y sin estar atento a las posibles amenazas. Así era la vida en Mees para Equis, una visión demasiado infantil de una realidad paradisiaca donde la vida se sostenía a si misma por el mero hecho de existir. Sus manos la cuidaron pero no como debieran, sumido en la felicidad no pudo ver las señales, las amenazas, no supo ver el fin. La calma no puede ser eterna y en algún momento debe de llegar la tormenta. En cierta manera ese era la excepcionalidad de Mees, un mundo sin peligros, pero la vida siempre está amenaza y Equis no supo cuidarla.
Eso es lo que llevó aquel día al mar. Su impotencia, su decepción sobre si mismo, su falta de visión, no supo cuidar lo que tanto amaba. Tal vez Tiees pudiera habérselo hecho ver pero Equis estaba cegado por Mees, hubiera sido muy complicado. De Mees permanecía imborrable el nombre, de Tiees su eterna sonrisa que no llegó a desaparecer hasta el último momento.

La tormenta azotaba Maes, el clima se hacía insoportable y el mar estaba agitado que nunca. Un pensamiento llego a su cabeza, a la calma le siguió la tormenta, tal vez esta tormenta acabara y volviera a reinar la calma. Tal vez también desapareciera la niebla. Demasiado tarde para recuperar a Mees tal y como era, sin duda demasiado tarde para recuperar la inocencia en la que vivía, pero tal vez no para reconstruir un mundo nuevo donde pudiera pervivir el espíritu de Mees. Pero aunque no desaparecieran daba igual, entre la niebla y las tormentas también se pueden construir los sueños aunque primero hay que llegar a soñarlos. Equis volvería a soñar, seguiría soñando, estaría por ver si tendrá fuerzas para construir sus sueños. Si Mees volviera a sonreírle la fuerzas vendrían solas pero por el momento tendría que construir tan solo con su recuerdo.

viernes, 15 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: La mirada perdida de Poseidón

Hacía mucho que no cruzaba Poseidón, poco contando en días, demasiado tiempo para los deseos de sus corazón. No tenía miedo a jugarse la vida atravesando las tormentas, ya no tenía miedo a que el mar lo engullera y acabara con su vida para siempre. No, no tenía miedo a perder la vida, el terror que le paralizaba era volver de vacío de Nies, el sinsentido de los viajes, que la niebla volviera derrotarle. No tenía nada que perder, al caer la niebla perdió la vida de Mees, el renacer del mar acabó con su la esperanza, le impidió seguir soñando, le arrebató todo y sin embargo sin nada que perder aquel miedo horrible persistía. Un miedo inconsciente que no acertaba a entender pero que escondía que en lo mas profundo de Equis vivía Mees.
Todos los días despertaba por las noches, a veces azotado por pesadillas, otras por sueños agradables que concluían de manera abrupta, casi siempre simplemente abría los ojos en medio de la oscuridad. Desnudo se dirigía al mar como en una especie de ritual. Allí, con la mirada perdida en Poseidón, apenas iluminado por los constantes relámpagos, calado hasta los huesos por la pertinaz lluvia, aterido de frío pasaba las horas, a veces sin pensar en nada y otras sumido en recuerdos. Miraba hacia delante pero sus ojos solo veían el pasado y no encontraban ideas para el futuro. Aquel ritual era como una oración, como un grito al cielo, a la tormenta, al mar, a la niebla, a quién quiera que pudiera darle una respuesta. Una fe parecida a la que tenían sus ancestros, una fe que estaba demostrado que no valía para nada, una fe que siempre había repudiado, lo que no se hiciera con las manos del ser humano simplemente no sucedería. Los dioses estaban muertos en Mees, la razón los había fulminado, solo del caos surgían los milagros. Equis confiaba que en el caos sucediera algo, el mas mínimo movimiento del destino que le diera fuerzas para seguir empujando, para seguir luchando para surcar Poseidón de nuevo. El azar no le devolvería Mees, tan solo olvidando el terror podría haber una pequeña puerta, por mínima que fuera, a la esperanza. Ese era el secreto que estaba escondido en Poseidón, el secreto que debería haber descubierto cuando lo surcaba temeroso de sus aguas. En el mar se intuían los sueños y, sin saberlo, era la razón por la que lo visitaba.


jueves, 14 de enero de 2016

Interpelando a Mees

Oye Xarle. Menudo rollazo esa historieta que nos estas cascando sobre Mees. Que si la puta niebla, que si el puto mar… y en toda la historia es que no pasa nada y es un pastelazo increíble.  Que sepas que Mees sin niebla era de un color de rosa infumable y con la niebla, el mar y todas esas tonterías no es mas que una mierda de historia melancólica y nostálgica, con un ritmo tedioso y con una pretensión poética ridícula.
¿Pero cuando va a pasar algo interesante? No se, por ejemplo, esos Equis y Tiees ¿Qué son? ¿Tios? ¿Tías? ¿hermafroditas? Da igual que el (o la) gilipollas de Equis cruce el mar para tener una tórrida historieta con Ties. Y no me vengas con mariconadas de besos, caricias y masajitos, sexo salvaje y solo por sexo, que conociéndote nos sueltas otro pastelón de historia de amor. Nada, que cruce el puto Poseidón y según se encuentren se pongan a follar como locos, de hacer el amor nada, sexo por sexo, dominación, azotes y todas las parafilias que se te ocurran. Ahhhhhh y mucho sexo anal, que vale sea cual sea género de los dos pringadillos esos. Aunque no te veo yo escribiendo ese tipo de cosas, aunque si el mundo te conociera como yo te conozco sabrían que eres un pervertido de la ostia y con la mente más sucia que la mas guarra de las pelis porno. Esa carita de no haber roto un plato, es una pose, bueno una pose no, la verdad es que pocos platos has roto pero no será por ganas.
Pero por lo menos  podías hacer que cuando cruzara el mar y se encontrar con Tiees organizaran el robo a un banco. Algo de guante blanco, que ya se que a ti los tiros y las pistolas no te gustan nada y mira en eso te defiendo. Y luego con el dinero se fugaran a alguna isla paradisiaca de Mees y montaran desde allí algún complot para dominar el mundo. Y no me vengas con que Mees ya era un paraíso. No voy a decir que no lo fuera, pero tal y como lo vendes mas soso no puede ser.
O no se, algo en plan detectives privados que tienen que visitar los locales mas sórdidos de la ciudad, los bajos fondos pero también los barrios ricos y que termine sacando a la luz toda la mierda que se tiene que esconder en ese Mees tan ideal. Que no te enteras, que no es creíble, que algo tan idílico no solo no es creíble, es que es soso que te mueres.

Bueno Xarle, que ya se que mañana nos calzaras alguna de tus mariconadas, pero que sepas que si te sigo leyendo es porque te tengo cariño, no porque lo que escribes me guste una mierda. Eso si, tengo que reconocerte una cosa, escribes todos los días y aunque no tenga ni una pizca de interés, si sigues practicando y se te va esa ventolera que te ha dado en la cabeza, tal vez consigas escribir algo interesante.

miércoles, 13 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: Atravesando Poseidón

Cuando renació el mar murió la última esperanza. Surgieron dos mundos diferentes con dos tormentos, la niebla y las tormentas. Dos mundos cercanos pero separados por un mar cuna de constante de tormentas, por un mar innavegable, por un mal cruel y despiadado que engullía todo aquello que osará sumergirse en ellas, surcarlas o sobrevolarlas. Dos mundos y dos formas de vida pero ambos destinados a luchar tan solo por la supervivencia. Habría alegría, habría amor, habría sonrisas y caricias inolvidables pero nada comparable con Mees, nada comparable con la vida plena. Vivir para no morir disfrutando de los momentos que la vida ponía al alcance de las manos, vivir para vivir era el sueño perdido de Mees.
Pero Equis atravesó el mar y Poseidón lo recibió con la mayor de las tormentas. Partió con miedo y en el mar conoció el terror, partió con una esperanza que fe engullida en su viaje, partió con una sonrisa y volvió con llanto. Poseidón le permitió atravesar sus aguas pero hubiera preferido ahogarse en ellas para siempre. Llegó a Nies y su mente se desbordó por los recuerdos melancólicos de lo que fue Mees antes de la niebla, tembló ante la Niebla pero sobre todo cayó derrotado por el miedo a la vida plena. Equis, el último de los perseguidores de mitos, había sucumbido a la tentación de la propia supervivencia. Y poniéndose en manos de Poseidón huyo de Nies sin ni tan siquiera dar un paso para llevar adelante el que fuera el objetivo de su viaje. La falta de determinación y el miedo fueron la tumba de su sueño.
De vuelta en Maes lloró amargamente y fue un ser desnudo frente al mar, un ser sin sueños, un ser sin alma. El único ser al que Poseidón había permitido atravesar sus aguas. Volvió a Nies varias veces, muchas, en viajes carentes sin sentido porque antes de salir ya sabía que volvería a ocurrir lo mismo, partía sin esperanzas en busca de un imposible por el que lo único que era capaz de hacer era viajar. Cuando no podemos ni tan siquiera soñar es imposible que lleguemos a construir los sueños. Sin embargo Poseidón siempre le permitía el paso, siempre hacía posible el viaje de ida y vuelta.

¿Qué buscaba en Nies? ¿Qué buscaba en sus viajes? Entender el mar, entender la niebla y encontrar a Tiees para que le ayudara a encontrar esas respuestas y poder por lo menos entender porque acabó el sueño de Mees. Se engañaba a si mismo, esas motivaciones no hubieran resistido tantos viajes, en lo mas profundo de su ser, en lo mas recóndito, en la parte mas escondida habitaba el sueño de reencontrarse con Tiees no para hallar respuestas, como si fuera posible reconstruir Mees tan solo con llegar a verse un instante. Tal vez lo fuera pero la esperanza, el sueño se escondía sumergido en lo más profundo de Poseidón y sin embargo en sus viajes luchaba porque aquel mar cruel, de incalculables tormentas y poderosas olas no le engulleran. El miedo a la muerte acaba con la vida, así fue en Mees y así pudiera llegar a serlo también para Equis.

martes, 12 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: Equis y Tiees de Mees

Cayó la niebla y Equis no pudo hacer nada por evitarlo, junto a Tiees se responsabilizaba del clima de Mees. No pudieron predecirlo, no pudieron evitarlo, no pudieron hacer nada para disolverla y que desapareciera para siempre. No era la primera vez que tenían problemas, el control del clima era complicado en Mees, la naturaleza siempre se resiste a ser dominada. Continuamente se producían fenómenos descontrolados, lluvias torrenciales, fríos espaciales, tormentas eléctricas, calores insoportables llegados de aquellos soles cercanos, pero hasta entonces siempre habían conseguido reconducir el clima y llevarlo a la programación establecida para la vida en Mees. Puede parecer un trabajo titánico y en cierta manera lo era pero como otras muchas cuestiones increíbles de Mees no dejaba de ser rutinario aunque no exento de disgustos y estrés. Pero aquella niebla fue diferente, trabajaron durante meses para intentar disolverla pero con cada paso que daban solo conseguían empeorarlo. La niebla se hizo con Mees, sus sombras lo oscurecieron todo y la vida comenzó de otra manera.
Tiees buscó los lugares más alejados de lo mas profundo de la niebla, no se unió ni a Moor, ni a Demor, simplemente sobrevivía en una vida que la había venido dada, buscando la subsistencia de los suyos y de si misma. No era la vida plena de Mees pero no carecía de sentido, olvidar el sueño de Mees y adaptarse a la nueva realidad, adaptarse a vivir para siempre en la niebla. La respuesta más lógica, olvidar los sueños y afrontar la realidad con todas sus fuerzas, aceptar las sombras y buscar siempre la luz entre la niebla de Nies.

Equis fue un Permi, un perseguidor de mitos, se negaba a aceptar la niebla como algo inamovible, el sueño de Mees seguía vivo en su corazón. Soñador y con menos obligaciones que Tiees, se trasladó a Poseidón, al edificio negro en lo mas profundo de la niebla, el sitio donde murió el mar, el lugar donde volvió a nacer para ser la cuna de las tormentas. Trabajo, puso todo lo que tenía, sacrificó parte de su vida y sus relaciones y por un momento llegó a pensar que lo estaba consiguiendo pero al día siguiente las piedras lloraron niebla y se hicieron mar. En una parte pequeña de Mees, en Maes, desapareció la niebla pero la vida, el sueño de Mees, fue arrasada por las constantes tormentas. Frente al mar, sumergido a las tormentas, buscaba las respuestas en Poseidón, intuía los sueños que en él estaban ocultos y deseaba que Tiees siguiera también buscando respuestas.

lunes, 11 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: Mirando a Poseidón

Poseidón dividió a Mees en dos,  un anillo azul planetario de agua salada que separaba dos ciudades, dos mundos. Maes, la ciudad del Mar, azotada constantemente por las tormentas que tenían su origen en Poseidón, Nies la ciudad que seguía sumida en la niebla. Nies ocupaba gran parte de la tierra habitable, como Mees seguía siendo inmensa, inabarcable. Maes era tan solo un reducto en un polo. Y Poseidón separándolas, un mar anillo de 2000 km de ancho, tal vez pequeño en tamaño pero imposible de atravesar debido a las constantes y desmedidas tormentas que se daban en su centro, unas tormentas que con persistente constancia se encaminaban hacia Maes. Tan solo podía llegarse de una ciudad a otra saliendo al espacio y eso, en la actual Mees, suponía un esfuerzo que ninguna de las dos ciudades podía permitirse. Ambas podían hacerlo si fuera necesario, si tuviera sentido, pero por el momento la comunicación entre ambos mundos estaba suspendida, al otro lado del mar el mundo, la vida, era diferente y ya no caminaban unidas hacia un mismo destino compartido.
Al menos una vez al día un habitante de Maes, un ser desnudo, sin protección contra la lluvia, contra el viento, contra el vacío del frio, se encaminaba al mar y allí donde las olas rompían con mayor violencia se sentaba para observarlo. Se sentaba para no pensar en nada, su mirada profunda atravesaba la tormenta y le invadían los recuerdos. Recuerdos de Mees, de su excepción, de la maravillosa vida que un día fue posible y con la que la niebla acabó para siempre. ¿Por qué? ¿Qué hicieron mal? ¿qué no supieron hacer para evitar la niebla lo ensombreciera todo? Preguntas para las que nunca encontraba respuesta, preguntas que tal vez no la tuvieran. Simplemente sucedió como sucedió la vida, nació surgida en el caos del universo y pereció hundida en ese mismo caos. Vida y muerte, principio y fin y solo con sentido en si misma.
Y cuando soñaba soñaba con Mees, aunque nunca se acordaba de sus sueños, porque cuando has vivido el sueño, el mayor sueño, el mas grande, el único,  el sueño que da sentido a la vida es imposible soñar ya con otra cosa. Otros sueños, otros deseos eran solo el clavo ardiente al que agarrarse, sustitutos conseguibles de un gran sueño que no podía alcanzarse y que daban sentido a una vida que sería demasiado triste sin ellos, pequeñas cotas de felicidad en un mundo triste y gris, como era el mundo antes de que Ciudad Mees llegara al esplendor de la vida plena. Soñar Mees era el primer paso para volver a construirla y el sueño era casi real porque ya se había vivido, real pero tal vez inalcanzable para él. La niebla, las tormentas y aquel mar eran obstáculos demasiado grandes y sus manos, su experiencia, su conocimiento de la vida demasiado cortos. De alguna manera lo sabía, solo en Poseidón podría encontrar las respuestas, tan solo en el mar se podían intuir los sueños.

Tras mucho tiempo visitando al mar,  su deseo, su sueño, su pequeña esperanza era que al otro lado del mar, en Nies, sumido entre la niebla que oscureció la vida, hubiera otro ser desnudo mirando al mar.

viernes, 8 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: Poseidón, el mar de Mees

Y se derramó. La niebla se convirtió en lágrimas que lo anegaron todo para convertirse en mar, un mar duro, un mar gélido. Desconcertados los Permi miraban como se disolvía la niebla entorno a Poseidon y renacía el mar. Huyeron corriendo para que aquellas aguas no les hundieran, huyeron en todas direcciones separándose para tal vez no volver a encontrarse nunca. Se desató la tormenta, llovía, llovía sin parar, el viento era intenso, y el frio profundo. Sus harapos de colores no podrían protegerles de aquello, congelados, calados hasta los huesos, corrían hacia un destino desconocido, buscando la protección de las calles secas que aun permanecían sumidas en la niebla. Niebla y tormenta naciendo el mar. Lo desconocido creo el miedo y sin embargo les invadía una sensación de familiaridad escrita en sus genes. Conocían el mar sin saberlo. Un destino incierto, una palabra por pronunciar.
Días y días de lluvia y de niebla vertiéndose en la profunda depresión de los escombros que nacía en los escombros de Poseidón. Y el mar crecía ahogando a los que quedaban atrás, a los que sus fuerzas eran menores que el miedo, a los que admiraban lo que sucedía sin pensar en que podría ser su final. Una huida hacia adelante o perder la vida. No mirar atrás, correr sin parar hasta desfallecer. Ahora también el sentido de la vida de los Permis era la pura supervivencia, huida constante, miedo constante, amor constante. Los Demor y los Moor estaban lejos, a salvo y a la vez muertos, muertos por una vida vacía. Ahora los Permi sabían lo que sentían, desesperación, dolor y miedo. El miedo destruye la esperanza, el miedo destruye la vida, la deja en nada. Y corrían, corrían, huían del mar, de la tormenta para perderlo definitivamente todo, sin darse cuenta que el mar podría ser el principio, como lo fue para sus ancestros mas olvidados. Una tarea titánica construir Mees, una esperanza para la vida.

Cesó la tormenta, la niebla dejó de transformarse en mar de manera abrupta y tan solo gotea intermitentemente para convertir aquel mar en océano. Sutiles lágrimas tan solo, apenas apreciables en el rostro de Mees pero que no paraban de caer, que tardarían años en detenerse. Una extensión importante de Mees volvía a ser mar, y en las treguas entre tormentas era iluminada  por sus soles, la mayoría sin embargo seguía sumida en la niebla sin saber lo que estaba sucediendo. Ciudad Mees se partió en dos. Maes la ciudad del mar, Nies la ciudad de la niebla, un único mundo y dos realidades sin esperanza para la vida, abocadas a una triste existencia carente de sentido, sobrevivir hasta que les alcanzara la muerte. La vida plena dejó de ser posible, la felicidad plena ni tan siquiera podía soñarse. Imposible construir lo que ni tan siquiera somos capaces de imaginar, de soñar.  En el mar de Mees, en Poseidón, en lo más profundo de aquellas gélidas aguas, en el punto dónde se originaban las tormentas habitaban las sueños; en el punto más inhóspito de aquel planeta que un día fue Ciudad Mees habitaban los sueños. Frente al mar, azotado por la lluvia y el viento helado, un ser desnudo contemplaba las olas intuyendo los sueños ocultos en lo más profundo de Poseidón.

jueves, 7 de enero de 2016

Casicuentos para Rita: Poseidón (lo negro de Mees)

Allí donde estuvo el último reducto de ese mar del que se extrajo hasta la última gota de su agua para hacer posible la vida en Mees,  se construyó un edificio negro para homenajearlo. El único edificio negro de Mees, el más espectacular, el más alto, el más bello pero el de cimientos menos sólidos. Observando desde la azotea de aquella mole de hormigón y alabastro negro  Ciudad Mees era una duda, una duda sobre el bien el mal, una duda sobre el alma de las personas, una duda sobre el sentido de la vida, una duda sobre la vida misma. Poseidón, el edificio negro de Mees, el hogar de la duda eterna, su cárcel, encerrada para que no llegara a las calles y la vida fuera posible en Mees. Aquella azotea fue lo primero que envolvió la niebla, Poseidón entero dejo de verse el primer día y desde Poseidón se extendió al resto de Ciudad Mees. Donde murió el mar nació la niebla.
La azotea de Poseidón era un sitio que se visitaba con regularidad, Mees era certezas pero la vida también es duda siempre y cuando no llegue a condicionarla, la duda puede destruir la vida y así sucedió en Mees. Cuando cayó la niebla había que elegir entre seguir apostando por la vida de Mees o huir hacia otras vidas que parecían mas posibles, mas seguras que la utopía de Mees entre la niebla, porque entre la niebla Mees tan solo era una utopía, un imposible que probablemente nunca volviera a ser posible.
Los cimientos de Poseidón eran endebles y no tardo en caer, no tardó en derrumbarse y convertirse en una montaña de escombros y polvo y en su caída se llevó por delante la fe en la vida de Mees. En aquel edificio negro, aquel punto negro rodeado de infinitos colores, empezó a derrumbarse Mees. Y alrededor de los escombros fueron a vivir los Permis, solo en el origen de la destrucción podría estar el origen de la vida. El yin y el yang, el mal y el bien, los opuestos que solo son concebibles si se conciben sus contrarios.

Y en las ruinas de Poseidón trataron de entender la niebla sin saber que aquel mausoleo del mar sería su cuna, sin ver que finas gotas de agua se depositaban en los cimientos como lagrimas lloradas por los escombros, limpiando el polvo y devolviendo su sal a la tierra. Volvería el mar, engendrador de vida, la utopía de Mees estaría más cerca pero probablemente fuera imposible volver a construirla.